Ya sabíamos que las dietas no sirven para perder peso; es más, ya sabíamos que eran la mejor forma de coger unos kilitos de más. Lo que no sabíamos (y yo no me podía imaginar) es que “dormirse en los laureles” era una estrategia de lo más efectiva para tener una dieta más saludable.
Sí, dormirnos: literalmente. Un nuevo ensayo clínico aleatorizado llevado a cabo por el King’s College London señala que dormir más tiempo cada noche reduce la ingesta de azúcares libres y carbohidratos. Esto se suma a la idea cada vez más generalizada que lo que nos engorda es, en realidad, nuestro estilo de vida.
Los problemas de la falta de sueño
Este estudio conecta directamente con algo sobre lo que llevamos tiempo hablando: el sueño es algo más importante de lo que parece. Mientras por un lado se conecta con enfermedades de todo tipo, los adultos cada vez dormimos menos.
No es una forma de hablar: dormir poco produce problemas cognitivos, metabólicos y endocrinos (con efectos similares a los del envejecimiento), inmunológicos (al impedir el correcto funcionamiento de sistema inmune) y oncológicos (con especial incidencia en el cáncer de mama). Sabíamos que aumenta nuestra probabilidad de tener diabetes, demencia, enfermedades cardiovasculares y obesidad. Este estudio puede darnos algunas claves.
Tener sueño da hambre (de azúcar libres y carbohidratos)
Tras encontrar algunas correlaciones interesantes entre horas de sueño y alimentación, Wendy Hall, la investigadora a cargo del estudio, decidió llevar a cabo un ensayo clínico para descubrir cual era el impacto exacto de las horas de sueño en la ingesta de un determinado tipo de nutrientes.
Los resultados son curiosos: descubrieron que dormir 45 minutos más conllevaba una reducción de hasta 10 gramos en la ingesta de azúcares libres y disminuía el consumo de carbohidratos. La cantidad de comida podía ser parecida, pero la composición era más saludable. El mecanismo no está demasiado claro, pero se trata de un pequeño estudio piloto de cara a estudiar mejor el asunto.
Lo interesante, como nos dice Hall, es que “el hecho de que extender el sueño lleve a una reducción en la ingesta de azúcares libres (…) sugiere que un simple cambio de estilo de vida puede ayudar realmente a consumir dietas más saludables”. No es una fórmula mágica pero abunda en que ser respetuosos con los ritmos de nuestro propio cuerpo tiene consecuencias insospechadamente positivas.
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La noticia
Tener sueño da hambre: cuando la gente duerme más, consumen menos azúcares y carbohidratos
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Xataka
por
Javier Jiménez
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