Sony completa la trilogía de sus objetivos zoom “pata negra” –G Master– para la montura E de sus cámaras sin espejo con sensor 24×36 mm con el nuevo FE 16-35 mm f/2,8 GM. Además, amplía el rango de distancias focales disponibles para estas mismas cámaras –hasta llegar a 27 referencias– con el objetivo zoom más angular hasta la fecha: un 12-24 mm f/4.
Para probar ambas ópticas, de las que ya comentamos las principales características, acudimos a un encuentro con la prensa especializada europea convocado por Sony durante el cual, además, pudimos volver a tomar contacto con las nuevas A9 presentadas hace tan solo unas semanas.
Sony FE 16-35 mm f/2,8 GM
El tercero de los objetivos G Master sorprende por su tamaño y peso. Aunque acorde a lo que se espera de un objetivo de alta gama, con una construcción sumamente cuidada, sus casi 700 g lo equiparan con sus homólogos para cámaras con espejo. Olvidémonos, pues, en este caso, de la ventaja de la levedad.
Aun así, montado en cámara resulta equilibrado y fácil de manejar; se carga el hombro durante el transporte –en torno a 1,5 kg la cámara con el objetivo– pero no la muñeca durante su uso. A ello contribuye también la renovada ergonomía de la A9 que cuenta con una empuñadura mayor que su predecesora.
Con una factura impecable, los anillos de foco y zoom, de tamaño muy similar, resultan fáciles de manejar y precisos. Además, encontramos en el centro del barrilete el botón de bloqueo del foco, ya habitual en los objetivos de la serie G Master. Este botón se puede configurar para asignarle la opción preferida por el usuario entre seis disponibles. Aparte del conmutador de AF, no dispone de más controles.
Igual que sus compañeros de categoría, pensados para soportar intensas jornadas de trabajo, no podían faltar las juntas de sellado para protegerlo contra la intemperie. En este sentido, la lente frontal lleva un recubrimiento de flúor que evita las huellas y aleja el polvo al tiempo que facilita su limpieza.
El diseño interno lo conforman 22 elementos distribuidos en 16 grupos. De todos ellos llaman la atención dos lentes denominadas XA –aesférica extrema–. Una de ellas, la frontal, ostenta el título de la mayor de estas características construida hasta el momento. Ambas, con una precisión de 0,01 micras tienen como misión corregir el astigmatismo y la distorsión habitual en las ópticas gran angular.
Además de estas, otros 3 elementos aesféricos y 2 lentes ED contribuyen a eliminar las aberraciones cromáticas, minimizar la distorsión y mejorar la resolución general del objetivo.
Efectivamente, repasando las muestras obtenidas durante esta toma de contacto, cuesta encontrar algún tipo de artefacto tanto en los archivos RAW sin editar como en los JPEG directos de cámara con todas las opciones correctoras de lente desactivadas.
Pensada para dar aguantar el tipo ante la máxima resolución de la A7 RII –y de la futurible A9R–, se ha buscado alcanzar la máxima nitidez y detalle. Para ello se ha dotado a esta óptica de recubrimientos Nano AR que, además de conseguir esta nitidez, reduzcan las imágenes fantasma, el flare y los destellos.
Buscando situaciones límite para comprobar este aspecto hemos visto que aunque la nitidez y el contraste no disminuyen con fuertes luces de contra, sí aparece un curioso –incluso con cierta belleza– flare circular enmarcando la imagen en todas las aperturas de diafragma.
Desde Sony se ha puesto mucho énfasis en el bokeh que se consigue con este objetivo. Por una parte, la mencionada lente XA ayuda a obtener un desenfoque progresivo y armónico. Al tiempo, un diafragma de 11 palas redondeadas proporciona un desenfoque absolutamente circular.
También se ha tenido muy en cuenta a la hora de desarrollar este objetivo la velocidad y precisión de enfoque. Para ello se le ha dotado de dos motores de enfoque de tipo DDSSM –Direct Drive Super Sonic Motor– que, además de trabajar con rapidez, funcionan de manera silenciosa para no interferir en las grabaciones de vídeo.
Estos motores disponen de un elemento piezo eléctrico que desplaza el foco a una velocidad superior a 50.000 ciclos por segundo a intervalos de 1/1000 mm.
En la práctica, efectivamente, enfoca muy bien y con suma rapidez. Aunque parte del éxito del buen resultado puede que corresponda al buen trabajo que en esta tarea realiza la nueva A9. Ni en lugares oscuros ni buscando enfoques selectivos a la distancia mínima de 28 cm, el AF ha dudado.
El viñeteo aparece bastante controlado. Como resulta habitual, a máxima apertura se muestra un ligero oscurecimiento en las esquinas, no demasiado evidente, que comienza a desaparecer tan pronto vamos cerrando diafragma.
También hay que fijarse mucho para encontrar distorsiones geométricas: un ligero barrilete en la posición más angular que desaparece tan pronto cerramos un poco el ángulo que sólo evoluciona en un ligero acerico en la distancia más larga.
Muchas veces nos preguntamos si estos buenos resultados se corresponden a procesos digitales de post producción por cámara o a las bondades ópticas. Para averiguarlo, recurrimos a artimañas que nos den la respuesta con una agradable sorpresa en este caso: mínimas variaciones de estos buenos resultados.
Sony FE 12-24 mm f/4 G
Al cambiar de objetivo lo primero que advertimos es su reducido tamaño. Aunque en la mayoría de los objetivos ultra gran angulares que han pasado por nuestras manos sobresale su envergadura, el FE 12-24 mm parece el hermano pequeño del ya comentado 16-35 mm: se notan sus casi cien gramos menos y las diferencias de volumen saltan a la vista.
Se trata del objetivo zoom más angular creado hasta ahora para cámaras sin espejo con sensor de 24 x 36 mm y montura Sony E, ofreciendo un ángulo de visión máximo de 122º, lo que posibilita puntos de vista diferentes y una magnífica cobertura para fotografía de arquitectura.
La ausencia del calificativo “Master” en el barrilete anticipa que no debemos esperar las excelencias vistas en su compañero de presentación; tamaño y peso lo delatan, como decíamos, no carece, sin embargo, de interesantes atributos para satisfacer.
Con parasol integrado, los anillos de zoom y foco se encuentran juntos. Tienen, no obstante, el tamaño suficiente como para no confundir su accionamiento durante el uso. Igual que el 16-35 dispone del botón configurable para el bloqueo del foco y juntas de sellado contra polvo y humedad. El conmutador de AF completa los controles de este objetivo.
17 elementos distribuidos en 13 grupos se encargan de mantener la buena definición del centro a las esquinas. De ellos, 4 lentes aesféricas, 3 de tipo ED –baja dispersión– y una de súper ED –ultra baja dispersión–, tienen la misión de evitar las aberraciones cromáticas.
Estas aberraciones, muy bien controladas, aparecen ligeramente en los límites de objetos recortados contra zonas de luz. Curiosamente, se aprecian más en los archivos JPEG que en los RAW sin editar donde prácticamente no se ven. Aunque, sin duda, la razón la encontramos en el mensaje que aparece cuando intentamos corregir esta aberración por software:
Para mantener alejados los reflejos y las imágenes fantasma, las lentes llevan nano recubrimientos antirreflejo. Intentando provocar éstos, durante el tiempo que duró esta toma de contacto, efectivamente, no apareció el mínimo destello y comprobamos cómo se mantiene el buen nivel de contraste y detalle incluso en situaciones de contraluz.
El 12-24 mm lleva el mismo tipo de motor de enfoque DDSSM –Direct Drive Super Sonic Motor– antes mencionado, pero en este caso sólo uno. Aun así, durante la toma de contacto comprobamos su buen trabajo y no percibimos dudas ni en situaciones complicadas.
Sí que nos sucedió algo curioso: los 28 cm de distancia mínima de enfoque engañan con un ángulo de visión tan amplio como el que ofrece este objetivo. Así, intentando lograr primerísimos planos no conseguíamos enfocar y dudamos de la capacidad del objetivo hasta comprobar que pretendíamos algo imposible, pues en realidad nos encontrábamos más cerca de esta distancia mínima. Aclarado nuestro desliz, el ultra gran angular siguió enfocando con la misma rapidez y precisión.
El diafragma de 7 palas tiene una apertura máxima de f/4 y, aunque, como es lógico, no consigue la misma redondez que su compañero de presentación, también ofrece un bokeh armonioso.
El viñeteo se acusa a máxima apertura pero comienza a desaparecer según cerramos diafragma y a f/8 apenas se aprecia.
De un ultra gran angular con estas distancias focales cabe esperar distorsión geométrica, y sin embargo se ha logrado controlar bastante. En la distancia más corta se aprecia un evidente pero asumible barrilete que desaparece tan pronto alejamos el zoom y se mantiene prácticamente rectilíneo durante el resto del recorrido.
Preguntándonos qué parte de trabajo realizan las lentes y cual el firmware llegamos a las mismas conclusiones que con el objetivo anterior: no se aprecian diferencias significativas.
Conclusiones
No podemos ocultar que resulta fácil enamorarse de la combinación de la nueva Sony A9 con cualquiera de las dos ópticas usadas durante esta toma de contacto. Las dudas surgen, como suele ser habitual, con la calculadora en una mano y el saldo de la cuenta corriente en la otra. No tanto por el precio de los objetivos analizados como por el cuerpo de la cámara.
El Sony FE 16-35 mm f/2,8 GM –SEL 1635 GM– estará disponible en el mercado europeo en el mes de agosto a un precio de 2.700 €; un importe ligeramente superior a los objetivos equivalentes para cámaras réflex a los que pretende sustituir pero que no llega a alejarse demasiado del mismo rango de precio.
La velocidad de enfoque y la calidad de imagen que logra, preparado para las exigencias de las cámaras de alta resolución, sin distorsiones geométricas y con casi nulas aberraciones, satisfarán a sus usuarios.
En combinación con sus compañeros de triada: el 24-70 mm f/2,8 y el 70-200 mm f/2,8 resolverá casi todas las situaciones a las que se puede enfrentar un fotógrafo de reportaje. La buena luminosidad durante todo el recorrido del zoom, unida al rango de ISO disponible en las cámaras para las que se ha pensado, logran que la falta de luz no suponga un problema.
Si hay que ponerle alguna pega sólo se nos ocurre el tamaño, en línea con los objetivos para cámaras réflex y con la calidad de construcción, pero superior al que muchos esperan encontrar en una cámara sin espejo.
El Sony FE 12-24 mm f/4 G –SEL1224 G– se lanzará en julio a un precio de 2.000 €, acorde, aunque también superior, a los objetivos similares para cámaras réflex. No podemos hablar aquí de competencia real pues se trata, por ahora, del objetivo más angular disponible para cámaras sin espejo con sensor de 24×36 mm.
Por ello, los profesionales –o aficionados que quieran pagarlo– usuarios de estas cámaras que necesiten ángulos de visión tan abiertos no tendrán más remedio que acudir a esta referencia y, nos atrevemos a afirmar, que no se sentirán defraudados.