Cuando hablamos de revelado siempre hay discusiones entre fotógrafos. Hay varias posturas, desde los que apoyan que la fotografía se hace en el momento del disparo hasta los que apuestan todo a la carta del revelado. Algunos solo queremos acercarnos a lo que vimos en aquel momento en el que decidimos hacer la fotografía. Hoy vamos a ver una fotografía revelada de tres formas para entender todas las posturas y quedarnos con la que más se acerque a nuestro estilo.
La fotografía es mentira. Es imposible captar la realidad tal cual es. Quitaos esa idea de la cabeza si todavía creéis en ella. No tiene sentido desde el momento en el que decidimos hacer un encuadre u otro. Nosotros enseñamos lo que queremos, nuestra propia verdad, nuestra forma de ver las cosas, nuestra humana subjetividad.
Si nos referimos al aspecto técnico, tampoco es verdad. Cuando algunos dicen que sacan lo que ve la cámara tal cual, se olvidan de varias cosas que han elegido. Desde el sensor de su cámara, la distancia focal de su objetivo, el diafragma, la velocidad de obturación, la sensibilidad y muchas cosas más. No existe la fotografía pura.
Y en el laboratorio digital tampoco. La realidad como tal no existe. Solo es verdad la que vive cada uno. Y en este sentido es en el que tenemos que entender el mundo del revelado y las corrientes que podemos encontrar si excavamos un poco por la red. Recuerdo muchas veces en mis cursos una frase de Ansel Adams, un archivo (negativo) no es más que una partitura que nosotros interpretamos como queremos o sabemos.
Y si tenemos un poco de experiencia en la fotografía digital, sabemos que pocas veces podemos dar por buena una fotografía según sale de la cámara. Salvo que disparemos en jpeg y tengamos una configuración perfecta (en cuyo caso también estamos revelando el archivo pero con el software de la máquina).
Tres formas de revelar
Para plantear un debate he decidido utilizar una fotografía que hice en 2006 en el parque nacional de los Picos de Europa. En la zona de los Horcados rojos, antes de desviarse a los valles de Áliva. Con mi primera cámara digital y con el antiguo 28-70 mm de Canon que llevaba anclado ya con mi Eos 1 original. Entonces sabía menos del mundo digital que ahora. Pero ya empezaba a exponer a la derecha y todas esas cosas que hacemos algunos.
El archivo poco o nada tiene que ver con lo que vi, con lo que sentí. La luz del atardecer era mucho más cálida. En la zona de sombra se veían algunos reflejos del sol y el camino de tierra roja destacaba entre las piedras. Fue una toma difícil por el alto contraste, demasiado para esa vieja cámara.
Revelado directo
El resultado es el que veis. Una imagen plana, sin volumen ni contraste por la configuración de la cámara y por la sobrexposición. Por mi forma de disparar no tiene ningún sentido publicar la imagen tal cual. No era mi intención desde luego. Así es imposible comunicar lo que vi.
A lo mejor si hubiera disparado con la ayuda de los filtros otro gallo cantaría.
Pero creo firmemente que usar filtros muestra un mundo que no existe. Y que en el fondo no es más que otra interpretación de la realidad y una forma directa de revelar nuestras fotografías.
Revelado basado en un flujo de trabajo
A partir de los datos de exposición y con un ojo puesto en la visualización en el momento de la toma y otro en el histograma, yo revelo siguiendo diez pasos. Mi único objetivo es encontrarme en la pantalla con aquello que vi y sentí a la hora de disparar.
Creo que cuando conseguí mi fórmula mágica encontré mi estilo y mi forma de entender la fotografía. Para muchos estaré equivocado. Pero es un método que intenta acercarse a mi forma de sentir la realidad. No quiero decir que sea realista pero no quiero alejarme mucho de lo que la luz ofreció en ese momento.
Sé que muchos fotógrafos hacen más o menos lo mismo. En el fondo consiste en utilizar los programas de revelado como si fueran una pura ampliadora, donde se puede hacer todo sin tener que inventarse nada. En este caso trabajé con dos capas para darle un poco de luz a la sombra sin caer en las exageraciones.
Revelado fine art
Aquí entramos en el mundo de la imaginación. De sacar lo que no pudimos con lo que tenemos. Esa es la filosofía que dirige a los que comulgan con esta forma de trabajar. Si la luz no era la mejor, se fuerza hasta donde deje nuestra maestría en los programas de revelado y todos los plugins que estén a nuestro alcance.
No son fotografías que aprovechen todo la información que hay en el sensor. Si hay que quitar señales, árboles, piedras o barcos se quitan por el bien de la composición perfecta. Da igual que estuvieran ahí. Si la luz no llega de la forma correcta, se dibuja con ayuda del Pincel con varios diámetros distintos y un poco de máscaras de luminosidad y todos tan amigos.
Esta forma de revelar es preciosista, más perfecta que la propia realidad. Muchas veces se roza el pictorialismo, cuando no se cae libremente en sus brazos sin tapujos. Es la fotografía que ahora triunfa en las redes.
Estas son las tres formas de revelar que más se repiten a la hora de presentar una fotografía. Cada uno es libre de elegir su camino. ¿Tú con cuál te quedas?
En Xataka Foto|Los secretos de laboratorio de Edward Weston, el maestro de la esencia fotográfica
También te recomendamos
¿Realmente es tan grave la mentira en la fotografía?
Me han regalado una Crock-Pot, ¿por dónde empiezo?
Pixel Peeper, un programa que nos chiva cómo se ha procesado una imagen con Lightroom
–
La noticia
Sobre los excesos del revelado digital
fue publicada originalmente en
Xataka Foto
por
Fernando Sánchez
.