Hace un año ya que cerraba San Sebastián ‘La buena esposa’ (‘The Wife’), película protagonizada por Glenn Close y Jonathan Pryce que explora el mundo de la creación literaria y las relaciones conyugales. Su distribuidora en Estados Unidos (Sony Pictures Classics) decidió guardarla y estrenarla en 2018 para buscar el Óscar de actriz principal.
Aprovechando su llegada a los cines, rescatamos la conversación mantenida en Donostia con Glenn Close y el director del film, Björn Runge. La actriz nos habló de su personaje o su situación actual en la industria mientras que el realizador nos conto sus intenciones con ‘La buena esposa’ o su opinión sobre el título español.
- La última vez que estuviste en San Sebastián fue presentando Albert Nobbs donde tu personaje se disfrazaba de hombre para salir adelante en la Irlanda del siglo XIX ¿No hay un paralelismo entre ese personaje y el de La buena esposa? ¿Han cambiado mucho las cosas?
No sé muy bien que decir, no, las cosas no han cambiado mucho, pero el personaje de Albert Nobbs sólo pretendía sobrevivir y por eso el cambio también era físico. En el caso del personaje de Joan (La buena esposa) es algo puramente espiritual que está más asociado a la parte creativa, pero sí, ambos personajes tienen el paralelismo de buscar la supervivencia en un mundo de hombres.
- Tu personaje está muy sosegado, casi todo está en la mirada ¿Fue un reto para los dos?
Una de las cosas que más me gustan del cine es esa posibilidad de tener primeros planos que es algo que otras disciplinas no permiten. Me gusta mucho trasmitir desde la cara y la mirada y el reto fue mostrar el viaje del personaje constantemente a través de los ojos y por eso estudié el guión de una forma muy emocional que me hiciese entender los conflictos y poder expresarlos apenas sin palabras.
- ¿Cómo fue la relación con Jonathan Pryce durante el rodaje? Incluso cuando hay mucha tensión se percibe una complicidad alucinante entre vosotros.
Siempre tuvimos mucha complicidad, la primera escena que rodamos era ya de los dos en la cama y por ello nos tuvimos que adapar muy rápido el uno al otro. Yo respeto mucho a Jonathan como actor y sentía que tenía que confiar mucho en él y de ahí nacería esa compenetración tan natural.
Momentos como en el que estamos discutiendo y llama nuestra hija para decirnos que somos abuelos o cuando nos ponemos a bailar después de llegar de una fiesta demuestran que nuestra relación no es blanco o negro o que no es sencilla; al fin y al cabo, somos dos personas que han estado viviendo juntas durante mucho tiempo y eso impide que el personaje de ella salga de ahí, lo que provoca que él se acabe aprovechando de mi personaje para mantener esa identidad.
- Has estado más de un año interprentando a Norma Desmond en la versión teatral de El crepúsculo de los dioses y ahora presentas esta producción que es europea, más pequeña… ¿Pretendes huir de las superproducciones de Hollywood?
[Risas] ¡No es mi intención! Lamentablemente no hay papeles para mujeres de mi edad, estamos preparando la versión musical de El crepúsculo de los dioses para el cine con Ryan Murphy dirigiendo. Si me interesa una historia, me da igual que sea pequeña o grande, sólo quiero pagar las facturas. Lo que, de verdad, no me gusta es repetir emocionalmente los mismos personajes.
- ¿Cómo es trabajar con tu hija [Annie Starke]? ¿Qué relación tienes con ella a la hora de trabajar?
No me gusta criticar su trabajo, simplemente la apoyo y respeto mucho su opinión y, de hecho, ella lee muchos de los guiones que me llegan porque me interesa realmente su punto de vista.
«En Suecia siempre se acaban eliminando escenas por ahorrar dinero, aquí me dejaron hacer lo que quise». Björn Runge, director
- ¿Cómo consiguió a Glenn Close y Jonathan Pryce teniendo en cuenta que es una producción europea pequeña?
Se interesaron muy rápido porque sabían que los personajes estaban escritos prácticamente para ellos y los dos querían trabajar juntos. Mi tarea principal fue coger su energía y emociones para retratarlas con la cámara y luego ajustarlas en montaje. En el rodaje había una atmósfera muy creativa y ellos tenían mucha confianza en sus personajes.
- Hay muchos primeros planos para centrarse en la mirada. ¿Buscó eso desde el principio?
Cuando empezó el rodaje le pedí al director de fotografía que pusiese una luz suave sobre la cara de Glenn Close porque me parecía una mujer muy diferente a lo que se solía ver en el cine o en las fotos de ella. Con la cámara puesta en un lugar determinado y la luz suave conseguí saber lo que expresaba el personaje y ella lo agradeció porque pudo trabajar con más facilidad. Las veinticinco primeras páginas del guión reflejan una pasividad extrema por parte de ell y muestran a la mujer perfecta que dice a todo que sí, por eso había que controlar la iluminación.
- El título original es ‘The Wife’ («La esposa») y aquí en España la han titulado ‘La buena esposa’. ¿Crees que es un matiz importante? ¿Puede cambiar algo el sentido de la película?
Para mi el título original es perfecto y creo que el añadido no funcionaría en el mundo anglosajón, entiendo que en España tiene otro significado. En la película siempre se refiere a ella como «mujer» y, quizás, ese añadido tenga otra importancia aquí. Lo hemos hablado ya con los distribuidores pero tampoco tenemos el poder para hacer nada, confiamos en ellos porque lo que querrán es vender la película de la mejor forma posible.
- Volviendo al tema de la película ¿Cree que los premios cambian a los artistas?
Ganar un premio Nobel puede ser mucho más duro de lo que parece, hay artistas que han tardado muchos años en recuperarse. Algunos premios importantes pueden generar una sombra, Glenn Close mismamente ha estado nominada seis veces y nunca lo ha recibido y creo que es lo que le permite seguir trabajando. Los premios te dan una luz que puede ser sombra también; yo he tenido momentos de mucho éxito pero también de fracaso y siempre hay que tenerlo en cuenta porque cuando los premios son grandes pueden ser peligrosos.
- La segunda mitad de la película tiene pequeños golpes de un humor extraño. ¿Su intención era relajar al espectador?
La primera parte es más cómica que la segunda pero sí, me gusta que las situaciones estén muy lejos de la tragedia y por ello introduzco elementos como llamadas inesperadas que alivian la tensión y quitan dramatismo. Me gusta mezclar emociones y sí, quiero que la audiencia se relaje para que entre mejor en la película.
- ¿Cómo es trabajar con un actor como Christian Slater? Es de esos intérpretes especializados en importantísimos secundarios que suele pasar desapercibido.
Es muy participativo, de hecho, cuando había que buscar elementos de atrezo como botas, gafas o chaqueta se apañaba con lo que tenía él mismo. En cuanto a su personaje, es muy importante porque pone la luz en el secreto de la película e hizo un personaje perfecto.
- ¿Siente distancia estética con el cine nórdico?
[Suspira] Sí, me siento muy separado de ese mundo. Me sentí como en casa en el equipo británico y escocés y fue maravilloso porque los actores estaban muy bien preparados. En Suecia siempre se acaban eliminando escenas sólo por ahorrar dinero, aquí me dejaron hacer lo que quise y lo que se tendría que eliminar, se eliminaría en montaje. El productor acabó diciéndome que nunca había visto un trabajo igual.
Por otro lado, el lenguaje y la forma en la que se habla del mundo, nunca podría darse en una película sueca porque en ellas sólo se habla de nuestro propio país o de las regiones nórdicas. Ruben Östlund, por ejemplo, al hacer ‘The Square’ decidió trabajar con actores de otros países o Thomas Aldfrenson hace lo mismo porque en Suecia hay buenos directores, pero no tan buenos intérpretes; sucede también a la inversa Stellan Skarsgård, que es un gran actor, trabaja mucho fuera de nuestra industria.
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«Si me interesa una historia, me da igual que sea pequeña o grande, sólo quiero pagar las facturas». Glenn Close
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Espinof
por
Álex Manzano
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