Durante décadas, si se pensaba en cómo era el trabajador de marketing y publicidad, una cierta imagen venía a la mente. Suena ya casi a cliché el usar como ejemplo a esta serie, pero lo cierto es que funciona muy bien para transmitir lo que se quiere decir. Si se pensaba en el mundo del marketing y de la publicidad y en cómo eran sus profesionales, se acababa pensando en un perfil bastante similar al de los trabajadores de la agencia que protagonizaba la serie Mad Men. Se trataba de ser creativos, de tener una idea brillante y de usarla como gancho para vender cosas. Era el tener que pensar en un eslogan, un anuncio y una campaña y posicionar en base a ello la relación con los consumidores.
Pero ese perfil de trabajador de marketing, creativo y que tenía una idea genial para desarrollar el trabajo, ha cambiado. La culpa la ha tenido la tecnología y el cambio asociado a ella. Las redes sociales han hecho que el terreno de juego se amplíe y que ahora también haya que saber qué contar y cómo hacerlo en ese entorno. El boom del marketing de contenidos ha creado también la nueva necesidad de perfiles diferentes.
Y, por supuesto, el big data y todas las nuevas tecnologías que se han ido sumando al marketing han cambiado los conocimientos que tienen que tener los expertos en esta materia y los escenarios en los que deben moverse. Cuando se empieza a hablar de cómo los equipos de marketing necesitan a un matemático o a un estadista, se puede ver cómo han cambiado las cosas.
Es bastante probable que en el mundo del marketing y de la publicidad de hoy en día, Don Draper, el genio de Mad Men que todo el mundo quería contratar, se acabase sintiendo bastante perdido y que acabase teniendo que hacer unos cuantos cursos de reciclaje para comprender cómo funcionan las cosas en los nuevos tiempos. El perfil del marketero, el CV del trabajador de marketing que todo el mundo quiere contratar, es ahora distinto y necesita que se juegue con otras cartas completamente diferentes. Sí, ser creativo es siempre un elemento destacado, pero ahora hay que tener también otras habilidades y otros conocimientos.
El trabajador de marketing ha cambiado y, si esto ha ocurrido en los últimos años, ¿no deberíamos empezar también a cambiar cómo vemos al marketing y cómo lo conceptualizamos?
¿Ha dejado de tener sentido el viejo modelo?
Eso es lo que plantea una columna en Marketing Week: ¿tenemos que empezar a pensar en cómo debe cambiar el modelo de la estrategia de marketing y el modelo de lo que es marketing en general en sí? Nadie parece estar realmente muy dispuesto a hacerlo en profundidad, concluyen, quizás porque el análisis pondría en evidencia de un modo demasiado claro los problemas del mercado marketiniano y de su adaptación a los cambios.
Pero, al fin y al cabo, habría que pensar si realmente sigue teniendo sentido centrarse en los mismos puntos que en el pasado o considerar las mismas cosas como elementos sólidos e inamovibles en la base de lo que es la estrategia marketera. El precio, el producto, la promoción y el punto de venta han sido las 4P tradicionales del marketing y la esencia de la estrategia, pero ¿siguen teniendo sentido en el mundo que ha surgido tras la revolución digital?
El nuevo modelo de marketing
El marketing, o al menos eso es lo que creen algunos de sus ejecutivos, debe ir un paso más allá de simplemente vender cosas y tiene que empezar a preocuparse por elementos cada vez más amplios y cada vez más complejos. En el mundo en el que el equipo de marketing tiene que afrontar desde la experiencia de cliente a los principios y valores de la compañía, partir de cuatro puntos es para algunos demasiado reduccionista.
Algunos empiezan a proponer un nuevo modelo de marketing para los tiempos modernos, que una lo nuevo con lo viejo y que tenga en cuenta la estrategia, el análisis, la planificación y la ejecución de las cosas. Otros apuestan por centrarse en dar al consumidor la mejor experiencia en todas las plataformas. Y, en todas las cuestiones, la red y sus necesidades están presentes como ubicuo ruido de fondo.