Vino, vio y venció. El MWC volvió a ser el entorno que acogía al primer plato fuerte de Samsung en terreno smartphone, y la doble propuesta de los coreanos conquistó la Fira a falta de tener un rival en condiciones. Y tras toda la resaca tecnológica del congreso os traemos precisamente el análisis del Samsung Galaxy S9+.
El mayor de la dupla de primeros buques insignia de la marca que por fin incorpora doble cámara, como su predecesor el Samsung Galaxy Note 8 y como algunos de sus rivales directos, como el iPhone X o un tímido LG V30S ThinQ de momento. Aunque lo que se acabó llevando el protagonismo fue otra característica fotográfica y, nos guste o no, los AR Emoji.
Ficha técnica del Samsung Galaxy S9+
Samsung Galaxy S9+ | |
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Pantalla | 6,2 pulgadas Super AMOLED con resolución QHD+ (1.440 x 2.960 píxeles (529 ppp) 18,5:9 |
Procesador | Samsung Exynos 9810, 10 nm, 64 bits |
Núcleos | 8 núcleos (4 x 2,8 GHz Mongoose M3 + 4 x 1,7 GHz Cortex-A55) |
Tarjeta gráfica | Mali-G72 MP18 |
RAM | 6 GB |
Memoria | 64/128/256 GB+ microSD (hasta 400 GB) |
Sistema operativo | Android 8.0 Oreo con Samsung Experience |
Conectividad | LTE, WiFi 802.11 a/b/g/n/ac (2,4/5 GHz), VHT80 Mu-MIMO, Bluetooth 5.0, ANT+, NFC, GPS |
Batería | 3.500 mAh |
Cámara trasera | Cámara dual Principal: 12 megapíxeles, AF Dual Pixel, OIS, apertura variable f/1.5-2.4, gran angular Secundaria: 12 megapíxeles telefoto, f/2.4 Vídeo cámara súper lenta a 960fps con detección de movimiento |
Cámara frontal | 8 megapíxeles f/1.7, AF, vídeo a 1440 p y 30 fps |
Seguridad | Sensor de huellas, Intelligent Scan (lector de iris + reconocimiento facial), Samsung Knox 3.1 |
Puertos | USB-C, minijack 3,5 mm |
Otros | Certificación de resistencia IP68, Bixby Vision, AR emojis, altavoces estéreo AKG, Dolby Atmos, soporta Samsung DeX |
Precio | 949 euros, disponible ya en preventa en la web oficial de Samsung |
Diseño: no renovarse no es morir, es acertar
No somos un público fácil en general quienes atendemos a estos lanzamientos. Los fabricantes son conscientes, y tampoco les queda más remedio cuando la propia demanda es la que consolida al final una presión por la renovación con ciclos anuales (sea o no “necesario”).
Samsung también lo es y con los Galaxy S nos ha acostumbrado a los golpes en la mesa, normalmente con algo relacionado con el diseño (que al fin y al cabo es lo primero que nos entra por lo ojos y ya se sabe con las primeras impresiones): una trasera estilo «tirita», las curvas en la pantalla o un frontal que aleccionaba al sector en estética y trabajo en compactación.
¿Cuál es el golpe en la mesa con los Samsung Galaxy S9? ¿Qué característica se encarga de aportar el factor wow a la estética del terminal?
Ninguna. Lo cual no es ni mucho menos negativo, dado que nos manda el mensaje subliminal de que los Samsung Galaxy S8 y S8+ fueron bien aceptados, y como contamos el año pasado en su análisis éstos fueron el punto de inflexión: adiós Galaxy plano, adiós botón frontal y hola pantalla infinita.
Está claro que para gustos colores y que habrá quien aún sienta algo de pena o frustración al no ver una edición plana, más pequeña o con otros materiales, pero lo de conservar no es ni mucho menos nuevo en Samsung. Tampoco hubo mucho cambio del Samsung Galaxy S3 al Galaxy S4, por ejemplo, y el cambio que vino con los Galaxy S5 quedó bajo la losa del metal y la curva de los Galaxy S6.
El Samsung Galaxy S9+ es un clon mejorado del S8+
De este modo, el Samsung Galaxy S9+ es un clon mejorado del S8+, porque mantiene líneas de diseño y casi dimensiones (gana volumen y peso) pero sube el porcentaje de aprovechamiento del frontal por parte de la pantalla en un punto (84,2%) y [redoble]: el lector de huellas pasa a estar debajo de la doble cámara, siendo alcanzable hasta para quienes tenemos manos ridículamente pequeñas. Chapeau, Samsung.
Motivos había pues para optar por un diseño conservador. Eso sí, con pequeños cambios en la trasera si hablamos de los elementos que ahora figuran en la versión “+”: la cámara sigue siendo el elemento central, pero ahora es doble y está rodeada de un marco ligeramente protuberante que abraza también al lector, quedando fuera el módulo del flash.
Prueba |
Samsung Galaxy S9+ |
Samsung Galaxy Note 8 |
Samsung Galaxy S8+ |
---|---|---|---|
Peso |
189 |
195 |
173 |
Volumen (cc) |
99,11 |
104,53 |
94,82 |
Diagonal de pantalla (pulgadas) |
6,2 |
6,3 |
6,2 |
Batería (mAh) |
3.500 |
3.300 |
3.500 |
Los bordes dibujan curvas idénticas a las de su predecesor, con un toque más mate en el aluminio que las modela y con nimias variaciones en los botones. Las más perceptibles son que el botón de encendido es ligeramente más grande y está milímetros más arriba y que el altavoz ya no tiene rejilla, sino una sola hendidura.
Es un terminal bonito y bien acabado. Da la sensación de tener una selección de materiales y una construcción de calidad, hablando de esas cubiertas delantera y trasera de Gorilla Glass 5 y del ya comentado borde de aluminio. Un marco metálico que las une en un chasis donde la curva se impone y los ángulos no son aceptados, pero la perfección no existe y pegas hay.
La exposición del aluminio siempre será un riesgo constante de que éste se acabe arañando, aunque si aquí hay genes compartidos con su antecesor la aleación acabó siendo bastante resistente y da que pensar que eso se mantendrá. Pero la amenaza constante son nuestros propios dedos, dado que ese cristal estará permanentemente cubierto por una capa de huellas dactilares que acompañará al pertinente logotipo de la casa y al “DUOS” que esta vez lo acompaña (referido a la capacidad dual-SIM).
Robusto, contemporáneo, con un nuevo color (el que os mostramos en este análisis, precisamente) y con un peso nada despreciable de 189 gramos que se nota sobre todo si estamos acostumbrados a terminales más ligeros. Pero, dejando a un lado los gustos, están las evidencias: el trabajo en compactación es, una vez más, notorio y digno de alabanza, consiguiendo meter 6,2 pulgadas donde otros meten 5,2 (Moto G5 Plus) y logrando un terminal cómodo y con sentido.
Pantalla: apostando por lo de siempre para quedar por encima
Hablando de mantener rasgos característicos y/o que funcionan, Samsung se subió al carro de las altas resoluciones de pantalla allá por 2015 y de ahí no baja, manteniendo para éstos últimos el QHD+ (o lo que es lo mismo, 1.440 x 2.960 píxeles) y la tecnología super AMOLED.
Estoicos como nadie en esto último, sin dejarse seducir de momento por el p-OLED, y con buenos resultados a nivel de detalle, colores y contraste. De hecho, perceptibles o no, el fabricante coreano ha mejorado el rendimiento de sus paneles con respecto a los del año pasado, algo que matizan en el siempre profundo y altamente técnico análisis de Display Mate (sobre la pantalla del S9), para quienes el buque insignia de Samsung se erige como el rey de las pantallas del momento.
¿Qué convierte a este panel en el mejor o al menos en un firme candidato para serlo? Dejando el criterio de la gente de Display Mate, lo cierto es que la experiencia es muy buena teniendo en cuenta la combinación de hardware y software, que al fin y al cabo es esto segundo lo que permite que estemos más cómodos partiendo de cierto nivel de calidad.
Samsung Experience provee numerosas opciones extra para la pantalla, empezando por la posibilidad de elegir el perfil de color que prefiramos. Tenemos cuatro preconfiguraciones a elegir según el uso que hagamos y nuestras preferencias:
- Adaptative display: este modo es dinámico, de modo que se ajusta según el contenido y el ambiente variando la saturación, el balance de blancos o la gama de color. Es el más cómodo a nivel de experiencia de usuario, además está la opción de personalizar los blancos a nivel de temperatura (de 8.800 a 8.600 Kelvins) y de los tres colores primarios (verde, azul y rojo).
- Cine AMOLED: cubre el 100% del espacio de color DCI-P3, y lo que obtendremos al seleccionarlo es más calidez y menos saturación que con el Adaptative Display (aunque más que el de fotografía, así como contraste).
- Foto AMOLED: enfocado a satisfacer al público con preferencias relacionadas con la fotografía, siendo una calibración muy próxima al estándar de RGB de Adobe. Como decíamos, ofrece colores menos saturados que los anteriores y los blancos son algo más fríos.
- Básico: es una calibración que se corresponde con el estándar sRGB. Se podría decir que es el genérico, y lo que tenemos es una temperatura pareja a la del modo de cine con algo menos de saturación (y tampoco tiene la posibilidad de personalizarse).
Al final con tanta posibilidad, si no es este aspecto algo que nos preocupe especialmente, lo práctico es tirar del Adaptative, con el que hemos tenido buena experiencia en general salvo en momentos puntuales que «titubea» un poco al busca el punto óptimo de temperatura y brillo. Pero es un plus que exista este nivel de personalización y que se tenga en consideración ciertos tipos de público que pueden estar buscando una pantalla que cubra esas necesidades.
Tenemos también la opción de añadir un filtro para la luz azul o que se pueda ocultar la barra de botones entre otras, así como la de escoger la resolución, pudiéndonos quedar en FullHD+ o HD+ si creemos que el 3K queda por encima de nuestras necesidades o puede estar exigiendo más. Sobre esto, de hecho, hablaremos en los apartados de rendimiento y autonomía, pero spoiler alert: en la práctica no lo notaremos.
Pero hay dos opciones que destacan por ser en cierto modo características de Samsung (que no exclusivas): la Pantalla Edge y Always On Display, aunque ésta última la encontramos en el apartado de “Pantalla de bloqueo y seguridad de los ajustes. Sobre ambas hablaremos más a fondo en la sección de software.
Con todo esto aún podemos echar en falta algún detalle, como la opción de doble tap para activar pantalla (que siempre se echa de menos cuando el lector está detrás y se suele usar el móvil apoyado en la mesa), o alguna opción más de personalización en el Always On (por ejemplo, que se active al hacer doble tap o agarrar el terminal y no esté siempre encendida). Aunque en la práctica veremos que nunca está por encima en el consumo de batería (aunque sea la pantalla la que se lleve la pole position).
Aquí cabe recordar otra de las ventajas del OLED y la matriz sub-píxel (siendo alimentados y usados de manera independiente y a conveniencia), ya que el bello negro AMOLED no requiere energía y este modo acaba siendo muy eficiente. Y quizás por esto Samsung pueda permitirse un modo «siempre encendido», y no depender de la proximidad del usuario o el movimiento del terminal como en otros sistemas similares (como el «levantar para reactivar» de iOS).
Siguiendo con el análisis de la pieza en sí y dejando las personalizaciones para luego, muy bien en cuanto a brillo tanto por lo bien que suele funcionar el ajuste de brillo automático (algún retraso puntual, pero nada molesto ni constante) como por los nits que alcanza como máximo (1.130 nits si forzamos hasta el tope, lo cual se ha de hacer de manera manual), garantizando una buena experiencia en cualquier condición.
En cuanto a ángulos de visión, empezamos a ver que el panel “azulea” si lo inclinamos más o menos a unos 35-40 grados sobre la horizontal o si lo giramos casi a 90 grados con respecto a la vertical (posiciones que no es demasiado natural en la práctica). En la práctica no es molesto ni vemos degradaciones preocupantes, aunque esta pega un tanto intrínseca a los AMOLED siempre nos afectará más si somos de tener el móvil apoyado en la mesa habitualmente y consultarlo así (y con fondos claros).
No sabemos por experiencia propia si es la mejor del mercado (aún nos quedan terminales recientes por toquetear), pero lo cierto es que la de este móvil tiene pocos, muy pocos peros (y rebuscados). La experiencia con ella es continuamente satisfactoria y, como hemos visto, adaptable a gusto del consumidor, y eso de elegir siempre nos gusta mucho. Colores vivos, buen contraste y brillo para aburrir salpimentados por los negros AMOLED, buena sensibilidad táctil (y a la presión en el botón Home, para Google Assistant) y la buena experiencia de unos marcos ínfimos rodeándola.
Rendimiento: un nuevo Exynos y su séquito de RAM para volar
Los Galaxy S traen siempre lo último en procesadores de la casa y de Qualcomm, repartiendo entre localizaciones. Ésta es una de las características que se mantiene en ambos mellizos, aunque en el caso del Galaxy S9+ el Exynos 9810 va acompañado de 6 GB de RAM, mirando de tú a tú a quienes ya integraban esta cantidad como el Xiaomi Mi MIX 2, el OnePlus 5T o, en terreno propio, el Samsung Galaxy Note 8 (con el Exynos 8895).
¿En qué se nota todo esto? En que el terminal va como una bala, no se calienta y no tiene peros para ninguna app pesada. Fluidez y potencia son una constante en el uso del terminal, sin carraspeos, lag, arrastres o síntomas de estrés, de hecho el único «pero» es que la multitarea va tan fluida que si no vamos con cuidado el carrusel de apps va demasiado deprisa para tocar la app que nos interesa.
Los juegos de más rendimiento gráfico se cargan sin problemas y su desempeño no genera un calentamiento llamativo. De hecho, no ha pasado de los 33 grados cuando hemos notado que la temperatura más elevada (tras ejecutar juegos o cámara tras un rato), y podemos tenerlo en reproducción multimedia un buen rato sin que la espalda de cristal y aluminio deje de estar fresca.
Como referencia os dejamos los habituales benchmarks, para aquellos que los tengáis en consideración. Dado que los Galaxy S9 estrenan procesadores, aún no podemos hacer ninguna comparativa estrictamente justa de tú a tú, pero lo comparamos con procesadores cercanos en fecha de lanzamiento y características, viendo que suele quedar por encima.
Prueba |
Samsung Galaxy S9+ |
Samsung Galaxy Note 8 |
Xiaomi Mi MIX 2 |
Moto Z2 Force |
Huawei P10 Plus |
LG V30 |
---|---|---|---|---|---|---|
AnTuTu |
253.740 |
175.686 |
179.913 |
173.122 |
151.644 |
175.078 |
GeekBench (Single / Multi) |
3.781 / 8.942 |
2.022 / 6.762 |
1.933 / 6.672 |
1.931 / 6.638 |
1.950 / 6.220 |
1.916 / 6.357 |
PCMark Work |
5.076 |
5.151 |
6.734 |
6.141 |
5.931 |
7.224 |
3DMark (IceStorm Unlimited) |
36.685 |
32.670 |
18.442 |
40.172 |
25.693 |
34.373 |
samsung-galaxy-s9-benchmarks
Software: los nuevos aires quizás han llegado demasiado pronto
Otra de las novedades que traen los S9 es el estreno de la versión 9 de Samsung Experience, la capa propia de Samsung. Software que queda por encima de Android Oreo 8.0 en el que vemos algunas diferencias con respecto a lo que vimos en los Galaxy S8 y el Note 8.
La estética es muy similar y apenas vemos cambios, los hay en la interfaz del cajón de apps, la disposición de las apps en la Pantalla Edge (ahora más amplia) y algún tamaño de letra o la información de software, pero todos son ínfimos. Siguen las mismas líneas de diseño y colores vivos para los iconos y el minimalismo para las interfaces de ajustes, editores y otras apps propias.
Cambian, eso sí, la configuración y las opciones de algunos elementos como esta misma Pantalla Edge, Always On o la app de cámara, rediseñada aunque manteniendo fundamentos (hablaremos de ello en detalle en la siguiente sección). Pero el menú principal de ajustes es el mismo, sin añadidos.
También cambian las apps que se preinstalan tras el primer arranque del móvil, teniendo más apps de Samsung (además de la suite Office de Microsoft) y la app de Facebook. Lo bueno es que muchas podremos desinstalarlas o inactivarlas si no nos interesan, pero viendo que otros fabricantes como ASUS empiezan a instaurar políticas como la de no duplicar apps de serie de Google con las propias (correo electrónico, mensajería, etc.) no nos gusta mucho que de una versión a otra no haya menos, sino más apps que no todos pedimos.
Así, como de costumbre la capa de Samsung no sólo es agresiva en cuanto al cambio estético, sino que además suele vitaminar bastante lo que ofrece el sistema de Google a nivel de opciones de estética y funcionalidad. Esto se traduce al final en que se obtiene un grado de personalización y adaptación al uso considerable, por ejemplo en lo que hablábamos para la pantalla o pudiendo elegir si queremos o no cajón de apps (la eterna discusión) entre otras muchas cosas.
Tenemos además algunas «funciones avanzadas» como la posibilidad de activar un gesto para capturar pantalla (deslizar la mano de lado a lado), lo cual puede resultarnos más cómodo que los botones físicos aunque no siempre funciona bien. También disponemos de varias opciones para estar simultáneamente con dos apps, teniendo ventana flotante ajustable, pantalla dividida o pudiendo minimizar una app en un acceso directo flotante.
En general funciona bien, aunque de vez en cuando nos encontramos algunos errores como el cierre repentino de la app de cámara (sobre todo si llevamos un rato usándola) o el cierre de «IMS Service» tras desactivar el modo avión (nos ha aparecido puntualmente, no todas las veces), lo cual es posible que se deba a que el software es aún prematuro. Pero hablando de lo propio de la capa, como añadidos made by Samsung importantes están, por ejemplo, la Pantalla Edge, los métodos de desbloqueo y la seguridad, herramientas de optimización y Bixby (bueno, y los AR Emojis). Vayamos por partes.
Pantalla Edge
La Pantalla Edge pareció la excusa razón perfecta para justificar la curva, para que no fuese “sólo” una decisión estética y que al final resultase casi en un cambio en la interacción usuario-terminal. Lo cierto es que puede hacer más cómodos los accesos a ciertas acciones o apps, sobre todo si decidimos tenerlas en el cajón, pero ese cambio en la interacción variará mucho según el caso.
Desde que se incorporase en la capa del fabricante como complemento en los móviles con pantalla curva, poco a poco ha ido adquiriendo funciones y en la actualidad resulta bastante práctica como método de acceso rápido, si bien es todo idéntico a la versión anterior de software y no hay novedades en este elemento (salvo ese pequeño cambio estético que hemos comentado).
Seguridad y métodos de desbloqueo
Para desbloquear el terminal tenemos varias opciones, las cuales Samsung implementa desde los S8 como ya comentaron en Xataka Android al comparar las solución de Apple en el iPhone X. Así, encontramos los métodos habituales de software, el lector de huellas, el reconocimiento de iris y el reconocimiento facial (o su combinación). ¿Funciona todo igual de bien? Ni mucho menos.
Lo más eficaz y cómodo será siempre recurrir al lector de huellas, que es rápido y poco exigente con respecto a la inclinación y la superficie de huella que ponemos. La lectura de iris y/o rostro sólo se dará con pantalla activa (no bloqueada) y no siempre funciona, siendo la más eficiente la combinación de ambas.
Con buena iluminación sí nos reconoce incluso con gafas de sol, pero en cuanto estamos en interiores (aunque bien iluminados) ni la facial ni la de iris aciertan en bastantes ocasiones (su combinación era bastante más eficaz que las lecturas por separado). Pero aquí la partida se la ganan al menos el iPhone X e incluso el OnePlus 5T, en el caso del primero probablemente por el mapeado que éste hace de la cara con FaceID.
Lo más eficaz y cómodo será siempre recurrir al lector de huellas
Cabe decir que el software pide innumerables permisos para todo, que aunque puedan resultar excesivos en realidad son necesarios (y puede que aún quede algo por pedir) con lo importante que es saber qué información damos, para qué y a dónde va. De hecho, en el reconocimiento de iris advierte de que “personas que tengan mareos, pérdidas de conocimiento, convulsiones, desmayos o cualquier síntoma asociado a estados de epilepsia, o que tenga antecedentes familiares de tales síntomas o estados, deberá ver a un médico antes de usar el escaneador de iris”, así que no está demás atender a lo que nos va saliendo.
¿Qué tal la seguridad cuando intentamos acceder al contenido con la pantalla bloqueada? Hay servicios disponibles con el terminal bloqueado, como la Pantalla Edge o Bixby. Pero en cuanto la acción requiera un acceso a los datos o herramientas internas siempre se nos pedirá el desbloqueo, así como el método de seguridad escogido como base para configurar los parámetros biométricos.
Herramientas de optimización
Algunas capas propias de software complementan el sistema con herramientas que sirven para mejorar el rendimiento, la autonomía y el funcionamiento en general de manera sencilla y comprensible para cualquier tipo de usuario. Samsung dedica a esto una sección de los ajustes, en la cual encontramos apartados para la batería, el rendimiento, el almacenamiento, la memoria (RAM) y la seguridad, así como una opción genérica de optimizar que trabaja con estos cinco del tirón (para que nos dé la mejor nota).
La batería ofrece activar modos de ahorro de batería y controlar el consumo de cada app en porcentaje, así como un cálculo aproximado de la autonomía (teniendo un acceso a la información de sistema habitual). Modos que también encontramos en la sección de rendimiento, mientras que en el resto de secciones nos da opción directamente de optimizar (liberar espacio, memoria o hacer un chequeo a la seguridad del dispositivo).
La utilidad en la práctica es relativa. Lo que se llega a percibir es la liberación de espacio y el ahorro de batería, porque es difícil copar la memoria RAM de este terminal (nosotros al menos no lo hemos conseguido, y tampoco lo hemos notado lento o a tope) y el análisis de seguridad no nos dice demasiado (siendo además una manera de llevarnos a conocer a los servicios de McAfee, básicamente). Los modos de rendimiento tampoco son determinantes (aunque pueden favorecer algo, sobre todo el de entretenimiento), y si somos algo pejigueros en este sentido probablemente ya toquemos la resolución, el brillo y demás según nuestro interés.
Bixby
El asistente de Samsung se actualizó y sigue prometiendo que entenderá más idiomas, pero de momento sigue quedándose en coreano, chino e inglés. Nosotros, por circunstancias de la vida, sólo podemos probarlo en esta tercera lengua, así que os contamos qué tal la experience.
A modo general, hay dos cosas positivas y dos negativas en la actual versión del asistente de Samsung. Por un lado aporta utilidades que no vemos en otros, como Bixby Vision, que funciona muy bien reconociendo objetos, texto o indicándonos la situación de lo que nos interesa (restaurantes, farmacias, etc.) y tiene un componente de “gamificación” basado en un sistema de puntos que hace que el usuario se anime a usarlo más y a descubrir sus posibilidades (y a suministrar la información que ha aceptado dar).
Por otro está el que sus acciones estén aún muy limitadas por debajo de Google Assistant, con el cual comparte espacio en este terminal: Assistant nos llevará hasta el punto que le pidamos, mientras Bixby es incapaz de abrir la aplicación de mapas. El asistente de Google además tiene mejor oído y nos entiende mejor, por lo que de momento Bixby no nos convence frente a la competencia.
El botón destinado a Bixby sigue siendo una decisión cuestionable, aunque por suerte puede desactivarse como ya comentamos aquí. Es muy fácil que la pulsemos por accidente, y en seguida tendremos la interfaz correspondiente al software del asistente de voz sobre lo que haya en ese momento en la pantalla.
Teniendo la activación por voz, la cual funciona si no estamos en un ambiente muy ruidoso (recomendamos además aumentar la sensibilidad de la escucha hasta lo máximo permitido), el botón casi carece de sentido. Quizás sería más coherente que fuese Bixby y no Google Assistant el que se activase con presión sobre el botón inicio, dejando para el asistente de Google algún otro gesto o comando..
Los AR Emojis
Samsung no ha caído en la tentación de la muesca (gracias), reafirmando esa pantalla 18:9:1 con nimios bordes como cierta seña de identidad reciente, pero se ha dejado llevar por el “pues yo también” con Apple en terreno de entretenimiento. Los de Cupertino sorprendían con los animojis, siendo una aplicación más lúdica de la maquinaria del FaceID, y Samsung ha imitado en cierto modo la jugada pero buscando que no sea un Emoji el que reproduzca los gestos del usuario, sino que sea su propia versión.
El resultado de hecho lo vimos con un cara a cara entre los AR Emojis y los Animojis. La solución de Samsung dista de la de Apple en cuanto a fidelidad de los gestos (mucho más preciso en el caso de Apple) y a la persona a la que representa. Era lo que cabía esperar, son 100 puntos de reconocimiento facial frente a 30.000 (por no hablar del surtido de ropa en la personalización de la opción femenina, aunque ahí nos metemos quizás en otro tema).
Cámara: doble cámara, doble apertura y doble zoom óptico, pero no el doble de mejora
La fotografía es uno de los pilares más importantes de los buques insignia como producto desde hace años, en correlación con el auge de las redes sociales y las virtudes que año tras año estas cámaras milimétricas añaden. En esta ocasión Samsung ha centrado todo su poder marketiniano en este aspecto, así que veamos cómo ha reimaginado la(s) cámara(s).
Una característica con la que de nuevo discrimina al menor, dado que a diferencia del S9 el Galaxy S9+ incorpora dos cámaras traseras con sensores de 12 megapíxeles. Una de ellas se lleva el protagonismo por la apertura variable f/1.5-2.4, la característica que han querido proyectar como la estrella del escenario y que os explicamos su teoría hace unos días.
Esta cámara además lleva estabilización óptica de imagen y es gran angular, pero lo que también se destaca es la capacidad de grabar en súper cámara lenta a 960 fps como Sony incorporó el año pasado. La lente secundaria es un tele con apertura f/2.4, optando por el uso de la doble cámara que hemos visto con LG o Apple (un teleobjetivo).
Para seguir con nuestras costumbres, hablaremos primero de la app, que como hemos mencionado anteriormente ha cambiado a varios niveles con la nueva versión de Samsung Experience. Navegaremos un poco por ella y luego nos meteremos a fondo con los resultados de las cámaras.
App de cámara: renovada y completa, pero no perfecta
Un buen buque ha de tener un buen timón para llegar bien a buen puerto, y una buena cámara ha de tener una buena app para que el usuario pueda verdaderamente sacarle buen jugo y garantizar por tanto una experiencia positiva.
¿Puso Samsung el mejor timón para sus tres cámaras? No, sigue pudiendo mejorar, aunque no hablamos ni mucho menos de una mala app. Es un software completo e intuitivo, manteniendo el esquema de navegación de la anterior (swipes para cambiar de cámara o de modo), aunque en vez de encontrarnos un menú para los modos al deslizar los tenemos dispuestos por pestañas, estilo Apple.
Esto es positivo porque es visual y sencillo, pero nos puede jugar una mala pasada si estamos ajustando parámetros en el modo Pro (manual) y no acertamos (o nos lo pensamos demasiado) y al hacer swipe cambiamos de modo o de cámara. En pleno ajuste del disparo a nuestro gusto es como si de repente nos cambiasen de cámara, aunque al menos al volver al modo Pro se conservan lo ajustes hechos previamente.
El flash y los filtros siguen estando a tiro de tap con sus accesos rápidos, al igual que la posibilidad de apuntar a pantalla completa, pero el que se ha ido es el de HDR, para lo cual tendremos que ir cada vez a los ajustes (lo cual era antes mucho más cómodo con el acceso rápido). Esto es bastante incómodo, aunque por suerte o por desgracia al final este tipo de disparo no será tan determinante (luego lo veremos).
Tampoco iría mal que hubiese un acceso más directo a la calidad de vídeo, dado que además de tener más opciones (a 60 fps también en QHD) la estabilización y la mejora no están disponibles en todos los casos, por lo que nos tocará entrar a los ajustes también.
Dejando estas salvedades a parte, la app funciona bien en general y se abre sin problemas tanto desde el móvil activo como desde la pantalla bloqueada (tenemos el icono en la misma o la posibilidad de configurar el doble toque en el botón de encendido para iniciarla), aunque sí hemos tenido algunos parones y cierres. Muy, muy puntuales y tras usarla un buen rato, eso sí, lo cual parece más signo de software prematuro o de algo que se pueda reparar por actualización.
No encontramos una saturación de modos u opciones pero está cerca del límite; si bien es algo que salpimenta la experiencia, nos siguen sobrando elementos como el modo “Comida”. Y, por supuesto, en la frontal además de un modo retrato (tal cual y no “indirecto” como el de la trasera) tenemos mil y una opciones de retoque o “belleza”, eso que no falte.
Cámaras traseras: por fin la doble cámara llega a los Galaxy S
La cámara reimaginada según Samsung no es (sólo) la adición de una (esperada) lente secundaria, sino duplicar las posibilidades en cuanto a la apertura. ¿Se nota esto en el resultado? ¿Lo nota un ojo amateur? Veamos.
Como explicamos hace unos años, hablamos de apertura al referirnos al diafragma de la cámara, o lo que es lo mismo, lo que regula que al sensor le llegue más o menos luz. Esto determina una serie de aspectos en el resultado de la fotografía; el que más bombo ha tenido es el de la profundidad de campo, ya que es lo que determina ese desenfoque que está ahora tanto de moda.
No obstante, la apertura influye también en la definición (cuanto menos se abre -número más alto-, mayor nitidez) y en la luz que le llega al sensor entre otras cosas. Todo esto según la física, pero las dudas vienen al hablar de sensores tan pequeños como éstos, en los que las diferencias de profundidad de campo entre f/1.5 y F/2.4 podrían ser casi imperceptibles.
De ahí que en el análisis de estas cámaras nos hayamos parado un poco más en los disparos tipo macro y en esta apertura dual, que lo es cuando recurrimos al automático y que si optamos por el modo pro (manual) podremos escoger a nuestro antojo, yendo al ajuste de la velocidad de obturación.
Lo que vemos es que en el modo automático parece haber ciertas pre-configuraciones con respecto a esta apertura (quizás menos dependiente de la escena en casos específicos). En escenas nocturnas vemos que suele recurrir a f/1.5 (entrará más luz) e ISO variable (normalmente siempre un poco por encima de lo necesario, para lo cual podremos recurrir al modo manual y disparar con menos), pero en el modo de enfoque selectivo dispara con f/2.4, de modo que restringe algo menos el desenfoque al ofrecer su edición posterior.
¿Se aprecia la diferencia? Se aprecia yendo al detalle, pero no es algo que repercuta de manera determinante en la obtención de fotografías con bokeh o en las nocturnas (por esa mayor cantidad de luz que le llega al sensor al abrir más). Ampliando mucho vemos que el desenfoque es algo mayor, pero es una diferencia como lo son estas cámaras:** muy, muy pequeña**.
¿Se aprecia la diferencia? Se aprecia yendo al detalle
Más allá de esto, la calidad de la cámara en general es muy alta. En los disparos con luz abundante destaca, además de la nitidez, el realismo de los colores (vivos en su justa medida y nada de sobresaturación). Exposición equilibrada así como el balance de blancos en todos estos disparos.
La pérdida de nitidez se hace de rogar: ha de ser al menos por la tarde, con media luz, o en interiores. Y el ruido también tarda en aparecer, aunque aquí podemos recurrir al completo y a la vez sencillo modo Pro.
Este modo permite el ajuste manual del enfoque, la velocidad de obturación, la ISO, el balance de blancos, la medición de luz y, como hemos dicho, una de las dos aperturas disponibles. Tirando de él podemos jugar para obtener el efecto seda en el agua o estelas, al forzar ISO (hasta 50, aunque en modo automático tire en ocasiones a ISO 40) y jugar con la velocidad (también con la apertura), o simplemente ajustar el disparo más a nuestro gusto.
Esto lo matizamos porque puede ser de interés para quienes decidan pararse un poco en cada disparo y practicar una fotografía móvil menos espontánea: hemos llegado a ajustar con diferencias de ISO grandes (de la ISO 1250 de auto a una 100 nuestra) en disparos nocturnos sobre todo, reduciendo así un poco más el ruido (sin milagros) y obteniendo formas algo más definidas. De hecho, en ocasiones la ISO cambia en HDR, siendo menor que en el disparo sin él.
Aunque precisamente al que no hemos echado tampoco de menos en exceso es al disparo en HDR, que con la nueva app es bastante incómodo de activar o desactivar, pero que en la práctica tampoco supone una gran diferencia ni siquiera cuando hay un cielo que salvar. Compensa dejarlo en automático, dado que el que se active o no probablemente no influya en que la foto nos guste más o deje de gustarnos.
Retomando el asunto de las macro, se obtienen disparos muy buenos incluso a contraluz y con elementos en movimiento. Podemos recurrir al automático, al manual o al modo de enfoque selectivo, pero éste no siempre tiene resultados demasiado buenos. De hecho no vemos una evolución desde aquella vez que lo probamos comparándolo con sus rivales, aunque con buena luz y sin llevar al máximo el desenfoque forzado en ocasiones salen buenas fotografías.
Quizás la mejor opción para el amante de la macro sea recurrir al manual. Este modo no sólo nos permite elegir la apertura y la iluminación, además facilita el poder recortar al máximo la distancia mínima de enfoque, y salvo puntuales ocasiones se ve muy bien cuál es la zona que se está enfocando al salir marcada en verde (tal y como vimos en el Xiaomi Mi MIX 2 con la herramienta peak).
Otros modos que vemos son de vídeo (los comentaremos en ese apartado), de mero entretenimiento como el de los AR Emojis (añadir máscaras y demás elemento de realidad aumentada a un rostro en la foto) o el modo comida, que como ocurría ya anteriormente no aporta nada más que un extra de saturación, la posibilidad de desenfocar como en Instagram o cambiar la temperatura. Aunque al menos podemos reordenar o quitar los modos de la app (si mantenemos tap sobre uno de ellos aparecerá un menú para hacerlo).
¿Ha sido la evolución muy notable desde el Galaxy S8+ hasta el S9+? En realidad no tanto. Si bien la apertura dual aparenta ser un añadido interesante, posiblemente sea algo que al final no se valore tanto si hablamos de un público más genérico al no ser tan vistoso o determinante (como sí lo fue el modo retrato de Apple en su momento).
De hecho, la app del S9+ juega una mala pasada con respecto a la del S8+, dado que en el modo Pro falla la previsualización al variar la velocidad de obturación y estamos en una escena oscura, haciendo que si no nos hemos familiarizado con las velocidades o no somos tan entendidos tengamos que jugárnosla un poco al disparar.
Lo que tenemos también nuevo con el S9+ es la cámara secundaria, que como ya hemos comentado es un teleobjetivo que añade la posibilidad de recurrir al zoom óptico, aunque en la práctica la calidad es similar que con el electrónico. No obstante, el resultado es bueno incluso en disparos nocturnos y el detalle se conserva dentro de lo posible.
Comentar también que el disparo en modo panorámico es bastante fácil de hacer y la interfaz así lo dispone, teniendo que girar como de manera habitual para capturar más ángulo. Los resultados son buenos incluso con los contrastes en la iluminación (al pasar de una directa a una indirecta o viceversa), que suelen jugárnosla (y siempre dependerán de nuestro pulso).
Frontal: mucho déjà vu y pocas nueces con el AR Emoji
La cámara frontal del Samsung Galaxy S8+ ya nos gustó cuando enfrentamos de tú a tú a las de los principales móviles de ese momento, así que lo mínimo que esperábamos de ésta es que en general nos dejase una buena sensación, dado que por características si no es superior es, al menos, equivalente. Eso lo ha cumplido, y de hecho vemos alguna mejora (aunque también otros cambios que no nos gustan tanto).
Las posibilidades que la app brinda a la cámara frontal son las de hacer una autofoto estándar, pudiendo optar por el disparo en HDR (también sin acceso rápido), un selfie panorámico, jugar con el AR Emoji y un modo de desenfoque específico para estos retratos. Son distintos a los de la versión anterior del software, de hecho ya no es enfoque selectivo tal cual, sino que es un modo específico para añadir desenfoque en el fondo que sí o sí nos aplica una sesión de maquillaje.
Maquillaje nos sobra también en las herramientas de “belleza” que encontramos tanto en forma de filtro de determinados estilos como para personalizar pestañas, labios y otros elementos por separado. Con el S9+ el modo retrato frontal está por perfeccionar bastante, pero antes muerto que sencillo.
Bromas a parte, en este modo no podremos recurrir al HDR dado que esta opción se desactiva, y tendremos que estar de cara (detecta rostros) o algo girados, pero no funciona si nos ponemos de perfil. El resultado es bastante artificial por el efecto en la piel y porque suele salir algún borrón en el pelo (o lo huecos que siempre escapan a estos modos), aunque tampoco es nefasto y algún disparo se salva.
En general la cámara saca buenas instantáneas incluso con media luz. La pérdida de detalle se acentúa en iluminación media-baja y el disparo HDR aquí sí se percibe algo más (como suele ocurrir, en el pelo y en superficies que tengan bordes que resaltar), aunque no tanto como en otros casos en los que pasamos de no tener cielo (por estar quemado) a recuperarlo. De hecho será un buen compañero en fotografías en interiores.
De noche se acentúa esta pérdida de nitidez y sobre todo hemos de ser más pacientes sosteniendo el móvil (y posando) porque al ser un disparo más lento es fácil que salgan fotos movidas si hay muy poca luz, aunque tiremos de flash. Éste, por cierto, es simulado en pantalla y no es una luz blanca, sino de un tono cálido.
Os dejamos algunas de las imágenes obtenidas con las cámaras del Samsung Galaxy S9+ en distintos ambientes y las diferentes opciones que ofrece.
samsung-galaxy-s9-fotografias
Vídeo: otro más en la carrera de la mejor cámara súper lenta
Algunas de las principales innovaciones de las cámaras también están en el vídeo, y vemos alguna mejora en la frontal que tampoco se ha comentado y nos parece importante al afectar al enfoque, que tenía algo de vida propia en el S8+. La principal incorporación es la super cámara lenta a 960 fps, pudiendo así mirar de tú a tú a Sony aunque jugando quizás con mejores cartas.
Cuando grabamos en este modo el HDR se inactiva y podemos hacerlo con una resolución máxima de 1280 x 720. La necesidad de iluminación para estas filmaciones es mayor que para el modo normal, por lo que en interiores y ambientes poco iluminados tendremos un resultado de baja calidad y muy pixelado.
Eso sí, la interfaz es intuitiva y la captura en súper cámara lenta puede hacerse de manera automática o manual. Si elegimos lo primero será el sistema el que elija cuándo capturar así, según el movimiento que detecte en una determinada zona del encuadre, si optamos por lo manual podremos capturar a 960 fps cuando queramos.
En modo normal la cámara permite capturar en 4K, ofreciendo la posibilidad de hacerlo a 60 fps tanto en esta resolución como en FHD. La estabilización (y la supuesta mejora propia que también se puede activar), no obstante, no estará disponible en esta opción. Y se nota bastante cuando no está activa dado que la estabilización llega a ser un tanto agresiva puntualmente.
El resultado es bastante bueno cuando abunda la luz y en interiores con iluminación media o alta. El detalle se pierde bastante en días nublados o ya de noche, pero no son tomas malas para ser dicho contexto y el resultado en 4K de noche es considerablemente bueno.
El enfoque automático funciona de manera coherente, así como el balance de blancos y la compensación de la exposición si vamos cambiando de escena, y los colores son muy realistas (nada de colores muertos o sobresaturación). Muy bien también la captura del audio.
La cámara rápida también tiene una resolución máxima menor, pero un poco más alta que la súper lenta llegando a FullHD. Y un buen añadido para quienes busquen sacar el máximo jugo y controlen un poco más (o quieran aprender) es que hay también posibilidad de ajustar manualmente algunos parámetros en el vídeo.
En cuanto a los vídeos con la cámara frontal, tenemos capturas con muy buen nivel de detalle en el primer plano tanto con buena luz como con media e interiores bien iluminados. El fondo, eso sí, normalmente nos saldrá poco nítido, desenfocado (lo cual es bastante lógico) y con bastantes acuarelas en días nublados y situaciones con menos luz.
Eso sí, el enfoque automático ha mejorado y se porta bastante mejor que lo que experimentamos con el S8+. En esta cámara obtenemos tomas bastante decentes a nivel de detalle en el primer plano incluso con luz media o en días nublados, y aquí tampoco podremos tener estabilización (electrónica) en la resolución más alta (QHD) o si optamos por proporción 1:1.
Autonomía: sin cambios, para bien y para mal
Cuando conocimos al Note 8 nos llamó la atención cierto aspecto de la ficha técnica: la batería tenía menos miliamperios/hora que la de los Galaxy S8, siendo el Note algo más voluminoso pero incluyendo una de 3.300 mAh frente a la de 3.500 mAh de sus predecesores.
Está casi de más decir que lo números no lo son todo en autonomía, pero el hecho es que para estos nuevos buques insignia Samsung ha mantenido esos 3.500 mAh, recuperando la capacidad de la de sus antecesores directos. Pero, ¿qué tal son esta vez estos 3.500 mAh?
La autonomía no es sobresaliente si tenemos en cuenta la de otros terminales con baterías (y tamaños) mayores, pero la del Galaxy S9+ nos da para aguantar casi toda una jornada de un día de uso intenso (conexión de datos todo el tiempo, mucha cámara, multimedia, etc.) llegando a las 6:30 horas de pantalla. De media da unas 12:30 horas de autonomía, con unas 4:30 de pantalla en estos días de uso más intensivo.
En pocas palabras: si nos pasamos el día toqueteando el móvil y tirando de cámara nos va a durar hasta la tarde ya empezada (unas nueve horas), pero si alternamos con ratos de inactividad y conexión wifi nos aguanta la jornada fácilmente.
Dispone, como hemos comentado antes, de una herramienta que intenta mejorar la autonomía notificando qué apps están consumiendo más energía en segundo plano. Esto nos puede venir bien o quizás nos moleste al notificárnoslo en los mismos ajustes (pero se puede desactivar). Lo que también nos ofrece es la posibilidad de activar tres modos distintos de ahorro de energía, y además lo aplica de manera automática si usamos el móvil como punto de wifi.
Por supuesto, dispone de puerto USB tipo C y de carga rápida. Cada vez que lo ponemos a cargar nos indica el tiempo aproximado de carga y la verdad es que es bastante preciso (y sincero), durando una carga de 0 a 100% más o menos 1 hora y 38 minutos (con el móvil apagado y su cargador).
Sonido: mimando los decibelios salgan por donde salgan (y seguimos con jack)
Volumen, calidad y estéreo. Así se resume la experiencia que hemos tenido con el audio de este terminal, un aspecto que la casa también ha cuidado de manera histórica buscando interesantes amigos para salpimentar lo que per se ya son buenas sensaciones en cuestión auditiva.
Tenemos un audio, por tanto, satisfactorio en general, tanto a volúmenes altos como medios. De hecho, resulta bastante sorprendente cómo yendo hasta el máximo volumen mantiene el buen audio, sin carraspeos o una reducción de la calidad marcada como suele ocurrir en este punto.
El volumen máximo que hemos podido registrar, además es bastante alto, de unos 117 decibelios. Para llegar a este punto siempre tendremos que aceptar la advertencia que el software del teléfono nos hace a partir de cierto volumen de que los volúmenes altos pueden ser perjudiciales, por cierto.
El sonido sale en estéreo por el altavoz situado en la base, junto al jack de audio y al USB, y el auricular, teniendo buen desempeño y sin que la vibración de la salida del audio se transmita al resto del chasis (como ocurre con móviles más pequeños, como el iPhone 7). Eso sí, no tenemos ajustes de sonido tan específicos como los que ofrecen otros fabricantes como ASUS o Sony.
El sonido con auriculares siempre mejora, tanto por la calidad del mismo como por las barreras físicas que nos evitamos al tener un camino más corto desde la emisión del sonido hasta nuestro oído interno. Este caso no es una excepción y la experiencia es bastante mejor, con el plus de que los que se incluyen son también bastante buenos (los AKG que ya vimos con el S8+ y el Note), aunque quizás nos «salten» o no se acaben de acoplar (depende de la persona).
Samsung Galaxy S9+, la opinión de Xataka
El reto de conquistar el pódium del smartphone es cada vez más complicado justamente para quienes parecen tener cogida la sartén por el mango. Hace mucho tiempo que quedó lejos eso de “sólo” satisfacer al usuario con el producto: ahora la meta es seducir, cautivar, es el boom más boom que nunca.
Eso lo saben los que cada año reservan mucho tiempo, dinero y esfuerzo para materializar un tope de gama que no sólo tendrá el papel de ser objeto de deseo o de convencer al más exigente. El buque insignia de Samsung, de Apple, de quien ose entrar a su ring, ha de tenerlo todo, lo ha de tener mejor y ha de sorprender. La tríada mágica, la fórmula del triunfo que hace sonar las cajas registradoras desde el minuto cero de la puesta a la venta.
¿Reúne el Samsung Galaxy S9+ esta fórmula? Es pronto para decirlo cuando estamos aún en el primer trimestre del año y quedan muchos titanes por lucir armas, pero al menos sí concentra los ingredientes para competir en esa elitista liga de procesadores a la última, cámaras milagrosas y precios de susto.
Tiene un diseño espectacular, unos acabados que asientan cátedra y que permiten que el fabricante mire por encima del hombro a otros en cuanto a este aspecto, porque la sensación con el terminal es tan buena como el trabajo en compactación. Una vez más, chapeau.
Tiene la combinación de hardware que aspira a ser la más potente del año, con un procesador de la casa que se especula que da mejor resultado que el buque insignia de Qualcomm (que también integra para la otra versión), salvo que veamos que alguien carraspea ya con más RAM. Sea así o no, lo que cuenta es la experiencia y el Samsung Galaxy S9+, como hemos comentado, vuela. Va como un cohete le eches lo que le eches.
Tiene una señora pantalla con números atractivos para quienes miran estos detalles y con resultado muy satisfactorio para los que simplemente miran, para leer, ver contenido multimedia o jugar tanto en interiores como en exteriores. Y personalización, que eso es lo que nos gusta (a algunos, al menos).
Tiene por fin dos cámaras traseras, pero al final lo que es satisfactorio es el rendimiento en general más que lo que éstas permiten. Unas macros muy buenas y muchas posibilidades, y un resultado en fotografía nocturna que será interesante poner en comparación con sus rivales.
También tiene aspectos que no nos han gustado tanto como un software algo prematuro (en apariencia), un Bixby aún bastante verde o precisamente que la cámara no nos haya «flipado» (si nos permitís la expresión coloquial). Al final no hay una diferencia notoria entre su antecesor (que tampoco es que cojease de cámara), y estamos viendo sistemas y resultados cada vez más sorprendentes en fotografía nocturna o bokeh.
Quedan aspectos pues en los que ponerse las pilas, pero esto siempre es bueno (junto con una buena competencia) para que los fabricantes no se acomoden y haya un próximo producto que mejore los puntos más flojos. Mientras tanto, nos queda exprimirlo un poco más, sobre todo de cara a ver qué tal queda frente a lo que vaya saliendo.
9.25
A favor
- El diseño y la construcción: la estética y la calidad de los materiales son superiores, y tiene certificación de resistencia IP68 a polvo y agua.
- La pantalla, buena experiencia en general y opciones de personalización.
- Despilfarro de potencia sin que se caliente.
- La cámara tiene muchas opciones y da buenos resultados en general.
En contra
- El software parece estar por terminar, hay algunos errores puntuales.
- La doble cámara tampoco ha significado un punto de inflexión o un cambio notable en la experiencia con respecto a lo anterior.
- La batería no es mala, pero puede que se quede corta para usuarios intensivos.
En la realización del vídeo tenemos a Pedro Santamaría.
El terminal ha sido cedido para la prueba por parte de Samsung. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
Para el fondo de pantalla se usó este vector de Freepik.
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La noticia
Samsung Galaxy S9+, análisis: la doble cámara y la potencia añadida refuerzan lo que ya funcionaba muy bien
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Anna Martí
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