Una de esas leyendas urbanas que circulaban de forma recurrente hace unos años – pero que no pasaron de leyendas urbanas – apuntaba que Facebook era en realidad una propiedad de la CIA o que estaba controlado por ella. Detrás de la leyenda urbana había una serie de explicaciones sobre inversores y estructura de capitales que servían a quienes la defendían para argumentar que la CIA estaba detrás de todo.
La leyenda urbana, como suele ocurrir con este tipo de mensajes e historias, sirve, sin embargo, para comprender una realidad, la de qué es lo que los usuarios de la red social (y de las redes sociales en general) más temían. Al fin y al cabo, todos estos rumores y todas estas historias un tanto alocadas pueden ayudar a comprender el subconsciente colectivo y qué es lo que llena nuestras preocupaciones.
Y, aquí, lo que queda claro es que lo que preocupa es la información. A los consumidores lo que les quita el sueño es la cantidad de datos que Facebook (y las redes sociales en general) tienen y lo que están haciendo con ellos. La leyenda urbana puede ser una mentira completa, pero lo cierto es que la realidad no es menos preocupante por ello. Porque Facebook no es de la CIA, pero sí, como bien se ha ido demostrando a lo largo de este año, sí está metido en una especie de pantano con los datos y con cómo los ha estado empleando.
Las últimas noticias no hacen que las cosas pinten mejor para Facebook. La red social ha estado explotando los datos de los consumidores, a pesar de todo lo que ha dicho, y los ha estado usando como palanca para llegar a las empresas como anunciantes.
Los peligrosos mails británicos
El último golpe viene desde Reino Unido. Un lote de documentos que ha hecho públicos el Parlamento británico apuntan a que Facebook ha estado presionando a algunos desarrolladores de apps para darles acceso a más datos a cambio de más publicidad (y entre los desarrolladores de apps para Facebook, no olvidemos, hay muchas grandes marcas). Además, según la información que se desprende de los mails, Facebook habría permitido a algunas compañías (Netflix, Airbnb o Lift son los ejemplos que pone la prensa) a recopilar más información sobre sus usuarios de lo que le permitía a otras compañías.
Facebook ha señalado, en su defensa, que los datos solo cuentan una parte de la historia y que pueden hacer que se llegue a conclusiones erróneas sin tener todo el contexto asociado.
Pero los emails y su cobertura masiva mediática han hecho mucho más mal que bien. Han sido un golpe más en la reputación de la compañía y sobre todo uno en la de su CEO, Mark Zuckerberg, que según se desprender de los documentos, y como apuntan en The Wall Street Journal, habría estado implicado en todo esto de forma intensa y habría infravalorado todos los riesgos asociados a dar los datos a las compañías.
Que Facebook hubiese podido hacer guerra sucia a un servicio de la competencia (el Vine de Twitter) es otra de las cosas que se desprenden de los mails, pero ha quedado sepultado como una información menos relevante en medio de todo lo que es estaba desvelando. En los mails también hay otra críptica mención a listados de apps amigas, aunque no se tiene claro si simplemente se mantenían al margen de los problemas que implicaban en Facebook los cambios de normas del juego para terceros.
Facebook, un peligro para los datos de los consumidores
Esta información es una especie de puntilla para el que ya ha sido un año espantoso para Facebook, en el que parecía que no paraba de protagonizar malas y más malas noticias. El año arrancó con el escándalo de Cambridge Analytica, cuando se destapó que la compañía – especializada en análisis de datos – había empleado la información que recababa en la red social (y no con esas claras intenciones) para hacer marketing político. Sus responsables se vanagloriaban de haber impactado en las elecciones de varios países. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo.
El último escándalo simplemente ha reforzado la percepción entre los consumidores de que Facebook se ha convertido en un peligro para sus datos personales, que es una especie de agujero que hace que las cosas sean más visibles que nunca.
Su privacidad está más en riesgo de lo que habían pensado hasta ahora porque las empresas están teniendo acceso a cantidades abrumadoras de datos y de información, datos e información que no eran plenamente conscientes de que estaban compartiendo con ellos o cuyo uso en la comunicación y en los mensajes tienen un efecto que va mucho más allá de lo que esperaban.