Con el estreno la semana pasada de ‘Ready Player One’ muchos volvieron a vivir esa infancia y ese sentimiento de nostalgia ochentera. La película de Steven Spielberg gira en torno a un mundo virtual en el que coexiste toda franquicia de videojuegos, fantasía, ciencia ficción, etc…
Hay, además, un doble interés ya que esta es la adaptación de la novela homónima de Ernest Cline, que en España editó Ediciones B (NOVA) con traducción de Juanjo Estrella en 2015. Libro que causó sensación en su época y que contaba la búsqueda de un huevo de Pascua que te cambia la vida por parte de un joven marginado.
Y, como pasa en todas las adaptaciones, lo que vemos puede ser o un calco del material original o algo que poco o nada tenga que ver. Así que en Espinof vamos a analizar las principales diferencias que se pueden encontrar en ambas versiones de ‘Ready Player One‘.
Comienzo el artículo diciendo que Ernest Cline es un cansino y un repartecarnés. Y si lees ‘Ready Player One’ lo notas desde el primer capítulo. La historia es, en el fondo, la típica de aventuras con el héroe, la chica, el malo y demás. Un argumento con el que podemos comulgar más o menos (yo lo hice), pero en el que su peor fallo reside en cómo está contada.
La historia está en primera persona y Wade (que en la película interpreta Tye Sheridan) es un friki y estudioso de cultura ochentera nivel DIOS: grandes charlas y elucubraciones con H y, lo peor, pega una turra insufrible al lector. Es un ejercicio de sobreexposición en el que se explica continuamente todas las referencias que pasan (y experimentan) por la cabeza de los protagonistas.
Es un continuo explicar todo lo que pasa que es absolutamente innecesario. El lector al que está destinado el libro va a pillar la gran mayoría de las referencias. El lector que no, pues tranquilo Cline que si interesa lo vamos a buscar. Esto no es como cuando a finales/mediados de los 80 empezó Cels Piñol con sus cosas y su ‘Fanhunter‘ con un millón de referencias y no era tan fácil el buscar a qué se referían.
Afortunadamente, al ser más visual esto se pierde en su traslado a la pantalla, aunque sí que a veces nombran estos guiños («¡O, es la moto de Kaneda en Akira!»). Lo que sí que comparten es repetir hasta la saciedad cómo se resuelve el desafío X. Por ejemplo, lo de que el Adventure es el primer juego con un easter egg se dice tres o cuatro veces como mínimo.
Lo que se pasa algo por encima es la naturaleza de OASIS. En la base se mantiene pero lo que no se explica (o al menos no se insiste) del todo bien es el hecho de que más que un megajuego masivo online está más pensada como un Second Life real. OASIS no es solo un lugar para evadirse, si no también para trabajar y estudiar. De hecho Wade en el libro estudia allí y la primera llave está en el «planeta instituto». Ni qué decir tiene que cambia también cómo Parzival conoce al resto incluyendo un papel más activo por parte de Ogden Morrow (Simon Pegg).
Esto aporta un nuevo tema: ya no es hablar de gente enganchada en un «videojuego» sino de gente que vive en él porque ahí está su trabajo y su educación. IOI no es (solo) una malvada empresa que está esclavizando a gente en necesidad y se está haciendo control del juego. Es la propia población la que se ha dado tan por vencida en el mundo real que su vida pasa por este entorno.
La ‘Ready Player One’ de Steven Spielberg se diferencia de la novela de Ernest Cline en que está pensado por un lado para los abuelos de la edad del director (¿’Fiebre de sábado noche’?) y para los críos que se dejan asombrar por cualquier referencia. Busca, lo cual no es malo, una horquilla muy mainstream. Bueno, en este último sentido, el libro también es un poco así.
Esto se nota, principalmente, en la naturaleza de los desafíos. Excepto el último, el de la Atari, el resto ha cambiado para un público mayoritario: son más sencillos (básicamente es encontrar una puerta secreta) y desdeña la épica de las aventuras gráficas y juegos de rol con el que se ha criado un buen sector de los chicos jugones de los años 80 (y un poco 90) con los que está fascinado el creador de OASIS.
En el libro es un constante avance dentro de la misma llave. Por ejemplo, la primera llave se encuentra al superar la campaña de La Tumba de los Horrores del Dungeons and Dragons y, posteriormente, superar una partida de Joust a Acererak. Luego para completar el desafío (es decir, hallar lo que abre esa llave) tiene que superar el ‘Dungeons of Daggorath’ y emular el papel de Matthew Broderick en ‘Juegos de guerra‘.
Claro, esto quizás es excesivo, así que el primer desafío, el de la carrera, está bien pensado: es un momento en el que la película pide mucha acción y Spielberg le da caña (aunque bueno, la resolución también es un poco tonta) y lo podemos admitir como suplente. El segundo es con el que tengo más problema. La única razón para meter ‘El resplandor‘ es para forzar un transfondo romántico… porque desde luego la cinta de Kubrick no da (o no ha querido dar) de sí.
Si decides no usar ‘Blade Runner‘ (como en la novela), era mejor meter una película que no necesitase meter peligros añadidos (¿¡zombis!?) y en el catálogo de Warner hay decenas de opciones de esa década que sean míticas y ricas como puede ser ‘Mad Max 2’. Sabemos que Spielberg decidió deshacerse referencias a sus propias películas (aunque esto no evitó que sí que hubiera) y que con el historial de Zak Penn estos desafíos no serían para tirar cohetes… pero algo de misterio e íntriga no hubiera estado mal.
Con lo que no contaba es que en la novela se transmitiese mejor que en la película toda la épica de una gran búsqueda de tesoro. Sobre todo porque aquí Spielberg es el experto. Si el libro de Cline, pese al peligro de morir por sobredosis de infodump ochentero, te transmite que esto es algo más grande que la vida, la película solo logra transmitir eso en su último arco.
Para concluir: este no es un caso de que el libro es mejor (Dios me libre de decir esto); ‘Ready Player One’ es una adaptación que funciona muy bien, es fantástica y emocionante. Hay simplemente una intención distinta a la hora de narrar ambas versiones. Yo opino que Spielberg no entiende del todo a qué tipo de público se dirige Cline y crea algo demasiado familiar y fácil de seguir incluso dentro de su filmografía similar.
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La noticia
‘Ready Player One’ y sus diferencias con la novela: de la sobreexposición a la falta de ingenio
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Espinof
por
Albertini
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