Comprar un nuevo televisor no es algo que debamos tomarnos a la ligera. Habitualmente suele representar un gasto importante para la economía doméstica y el aparato, por norma general, tendrá que durarnos unos cuantos años manteniendo sus funcionalidades. Hace un par de décadas este último punto no era muy problemático, ya que los cambios tecnológicos producidos cada año eran mínimos.
Sin embargo, en la actualidad, cada pocos meses asistimos a nuevos avances que dejan obsoletas las maravillas anunciadas con anterioridad. ¿Cómo comprar un televisor que no se quede anticuado en poco tiempo?, ¿en qué me tengo que fijar?, ¿qué características tiene que tener para que me dure unos cuántos años?
Son preguntas difíciles de responder dados los enormes cambios en servicios y características, sobre todo ahora que estamos en un punto de inflexión de varias tecnologías. No obstante, podemos reflexionar sobre varios aspectos clave que deberemos considerar bien antes de encargar nuestro nuevo modelo.
Tecnología y tipo de panel
El primer punto a tener en cuenta y quizá uno de los más complejos a la hora de decidirnos es el relacionado con la tecnología del panel del televisor, que va más allá de la resolución del mismo (UHD en la mayoría de los casos, puesto que los fabricantes ya no nos dan a elegir). Actualmente existen básicamente dos tendencias: LCD con retroiluminación LED (y sus derivadas como QLED de Samsung) y OLED. Ambas son complementarias y van enfocadas a públicos y tipos de uso bien distintos.
OLED (Organic Light-Emitting Diode) es la más nueva en el mercado, no utiliza sistemas de retroiluminación en la parte posterior del panel como LCD, sino que es capaz de encender y apagar los píxeles de forma individual, lo que se traduce en unos negros mucho más puros y realistas con un mejor nivel de contraste y unos colores que destacan más en pantalla.
También tiene mayores ángulos de visualización sin pérdida de calidad, no presenta efecto ghosting ni luces residuales de fondo ofreciendo una imagen perfecta desde cualquier punto en el que miremos la tele, tanto en horizontal como en vertical. Sin embargo, tiene varios problemas importantes que todavía no se han resuelto por completo. Para empezar, tenemos el asunto de las llamadas «retenciones o quemados» de imagen de forma similar a los antiguos modelos de plasma.
Los televisores OLED no son recomendables si vamos a usarlos como monitor de ordenador o durante muchas horas al día
En teoría, los nuevos equipos controlan relativamente bien este inconveniente, pero aun así no es recomendable dejar imágenes fijas en pantalla durante mucho tiempo. Por ello, si vamos a usar la tele como monitor de ordenador de forma frecuente, para tener abierto el navegador web, para ver canales con logotipos grandes y luminosos, dejar que los niños jueguen a la consola durante horas, etc. OLED no es para nosotros.
El otro gran problema es el relacionado con el degradado de los emisores de luz, que varía dependiendo del color y no tienen una vida útil tan grande como en el caso de LCD, por lo que no es recomendable OLED si vamos a tener la tele encendida muchas horas al día (yo diría que más de 4-6 horas diarias).
Entonces, ¿qué tecnología elijo si quiero que mi televisor no se quede anticuado ni se estropee en pocos años? Pues depende del uso que vayamos a darle. Para empezar, si queremos menos de 55 pulgadas entonces nos olvidamos de OLED, puesto que no se fabrican con menos de ese tamaño. Si queremos 55 o más pulgadas y usaremos el televisor menos de 4 o 6 horas al día principalmente para ver películas y series, echar una partida ocasional a la consola y ver algún canal de la TDT, entonces podemos apostar por OLED.
De lo contrario, si la tele es el caballo de batalla de nuestro hogar, estará siempre encendida (más de 6-8 horas al día), veremos multitud de canales de la TDT con logotipos e imágenes estáticas, la usaremos para jugar a la consola o como monitor de ordenador, entonces deberemos apostar por LCD con iluminación LED. En el caso de que el tema de los ángulos de visión nos preocupe y necesitemos que sean un poco más amplios, podemos dar el salto a los modelos QLED de Samsung, aunque son bastante más caros que la media.
HDR y sus múltiples versiones
Tras el salto a la resolución UHD, para muchos el Alto Rango Dinámico o HDR ha sido la verdadera mejora en los televisores que realmente está aportando mayor calidad en las imágenes. Su objetivo es reproducir una gama de luminancia más amplia generando más niveles de intensidad entre las zonas más oscuras y claras de una imagen ofreciéndonos un mayor nivel de detalle.
En teoría es capaz de proporcionar negros más negros con blancos más luminosos al mismo tiempo, es decir, sin que unos interfieran en los otros. El problema es que, como suele suceder en otros ámbitos tecnológicos, no ha nacido como un único estándar, sino que existen por el momento cuatro versiones diferentes que deberemos buscar en las especificaciones de nuestra nueva tele si queremos que no se quede obsoleta, o que podamos extraer el máximo partido en los contenidos de los próximos años.
Los dos primeros contendientes son HDR10 y Dolby Vision. El primero es un estándar abierto que cuenta con el apoyo de la certificación UHD y que puede ser usado en todos los televisores HDR UHD y los reproductores Blu-ray UHD. Dolby Vision, por el contrario, es un formato propietario de Dolby Laboratories más exigente a nivel de hardware y presente, por el momento, solo en algunas marcas y modelos, como los OLED de LG.
La mayor diferencia entre ambos viene dada por la profundidad de color y el brillo máximo soportado por el panel. Así, mientras que en Dolby Vision hablamos de color de 12 bits, en HDR10 la cifra desciende a 10 bits. De esta forma Dolby Vision dispone de 4.096 posibles valores RGB frente a los 1.024 valores para HDR10. En cuanto al brillo, Dolby Vision soporta un máximo teórico de hasta 10.000 nits (que en la práctica se quedan en 4.000 debido a las limitaciones de las pantallas), frente a los 1.000 nits que ofrece el HDR10.
El tercer formato de Alto Rango Dinámico en discordia es HLG o Hybrid Log-Gamma, cuya misión es acercar el HDR a las transmisiones televisivas terrestres, por cable y por satélite. La diferencia fundamental con respecto a sus antecesores es que está pensado para transportar en la misma señal un vídeo convencional sin HDR más una capa de información extra que en los receptores adecuados será interpretada para generar el vídeo con alto rango dinámico deseado.
Por último, hace unos meses surgía un nuevo contendiente de la mano de Samsung y Amazon, quienes anunciaban una nueva versión del HDR10 que han bautizado con el mismo nombre y añadiendo el símbolo «+», es decir, como HDR10+. Se trata de una nueva iteración que incorpora el denominado Dynamic Tone Mapping o, lo que es lo mismo, metadatos dinamicos que indican al televisor cómo usar el HDR escena por escena o incluso fotograma a fotograma, en lugar de codificar los datos de forma general para toda la película.
Es una función que, en teoría, estaba soportada por el modelo propietario Dolby Vision y que ahora Samsung quiere llevar al modelo abierto con HDR10+. De hecho, la marca ha anunciado que sus televisores de 2017 soportarán el nuevo estándar desde el principio y los de 2016 lo harán a través de una actualización. Lo que hará el resto de marcas es todavía una incógnita. Lo ideal sería que nuestra nueva tele soporte las cuatro versiones, pero si no, por lo menos de forma directa HDR10 (esta la suelen soportar la mayoría) y a ser posible Dolby Vision, aunque en la actualidad casi no haya contenidos compatibles.
Conectividad
Un punto muy a tener en cuenta de cara al uso del televisor en los próximos años es el relacionado con su conectividad cableada e inalámbrica. Los contenidos 4K serán cada vez más habituales y ya no es suficiente con conexiones de red a 100 Mbps e inalámbricas con WiFi N. Tenemos que intentar que los puertos Ethernet, si es que los tiene, sean Gigabit y las conexiones WiFi del tipo AC.
Si vamos a usar el móvil para reproducir contenidos musicales o sistemas de sonido externos, necesitaremos, además, conexión Bluetooth y, como mínimo, un puerto óptico para barras de sonido, receptores AV, etc. No está de más una salida coaxial digital, RCA analógica y HDMI ARC (HDMI Audio Return Channel), que nos permite reproducir el sonido de nuestro televisor en un sistema de cine en casa sólo y exclusivamente a través de la conexión HDMI.
Es importante que contemos con varios puertos HDMI 2.0b o incluso HDMI 2.1 (que llegará a finales de año) para no quedarnos obsoletos
Pero lo más importante de cara a no quedarnos obsoletos es que contemos con el mayor número de conexiones HDMI 2.x que sea posible, compatibles con el sistema de protección contra copia HDCP 2.2. La versión actual más potente es la HDMI 2.0b, con la que tendremos asegurado el soporte para las nuevas tecnologías HDR, contenido 4K a 60fps con un ancho de banda de 18Gbps y la posibilidad de manejar hasta 32 canales de audio.
Sin embargo, este año ya se ha presentado la nueva versión HDMI 2.1 que trae importantes mejoras en cuanto a velocidad y funcionalidades se refiere. Por ejemplo, será capaz de aumentar su ancho de banda hasta llegar a 48 Gbps y tratar con vídeo de hasta 8K a 60 Hz o 4K a 120 Hz. También tendrá soporte para tecnologías de refresco variable de la imagen para sincronizar la tasa de fotogramas con los dispositivos y evitar el tearing.
El problema es que no llegará hasta los televisores, reproductores, consolas como la nueva Xbox One X y cables, porque habrá que comprar nuevos cables especiales, hasta finales de 2017 o principios de 2018, por lo que habrá que esperar unos meses más si queremos estar a la última en conectividad para una larga temporada.
Por último, no debemos olvidarnos de estar bien servidos de puertos USB, si pueden ser 3.0 mejor todavía para el contenido 4K, y de asegurarnos que nuestra tele podrá decodificar los formatos de audio y vídeo más habituales para no tener que depender de un reproductor externo, aunque al ritmo que cambian dichos formatos este es un punto que tarde o temprano se quedará anticuado.
Plataforma Smart TV
Los fabricantes nos venden sus plataformas Smart TV como uno de los puntos clave de los nuevos televisores, con acceso a múltiples servicios, menús sencillos que se mueven con rapidez, control por voz, juegos, infinitas posibilidades de configuración…
Destacan por ejemplo WebOS en los modelos de LG, Tizen en Samsung y, sobre todo, Android TV en marcas como Sony con un mayor abanico de aplicaciones listas para descargar e instalar. Sin embargo, no debemos confiarnos, ya que el televisor es un dispositivo con una vida útil que habitualmente supera los 5-10 años, por lo que probablemente cualquier plataforma actual se quedará obsoleta tarde o temprano.
De todos modos deberemos asegurarnos que por lo menos tenemos acceso a los servicios en streaming actuales más destacados, como el de Netflix o YouTube y comprobar que el movimiento y navegación por las aplicaciones y menús es fluido, sin parones o ralentizaciones, ya que es algo con lo que tendremos que convivir durante años.
En este punto, los televisores de gamas medias-altas suelen ofrecer un mejor rendimiento que los más baratos, ya que el hardware interno es más potente. No obstante, tampoco hay que obsesionarse con tener una u otra plataforma de smart TV. Al final todas son similares (con sus diferencias, claro, pero muy parecidas) y si en unos años se quedan anticuadas con respecto al acceso a servicios, siempre podemos recurrir a un receptor externo, un centro multimedia, o pincho HDMI para actualizarnos.
Sistema de sonido
Es uno de los puntos que menos ha evolucionado en los últimos años. Es más, desde la aparición de televisores cada vez más delgados ha involucionado alejándose del televisor en favor de equipos externos como barras de sonido. La tendencia parece que seguirá por este camino en los próximos años, a pesar de los últimos lanzamientos que apuestan por integrar el sonido directamente en el panel.
Es el caso por ejemplo del nuevo televisor OLED de Sony o de los paneles de LG que emiten el sonido desde la pantalla. Pero no nos engañemos, salvo que haya algún descubrimiento espectacular en la ciencia sonora en los próximos años, incluso estas tecnologías seguirán necesitando de un subwoofer adicional para complementar las bajas frecuencias.
Es por ello que una opción cada vez más frecuente es considerar los altavoces del televisor como un sistema de sonido auxiliar válido para el uso cotidiano de la TDT o series que deberá ser complementado por una barra de sonido o receptor AV al visualizar películas de más categoría. ¿Y los formatos de audio envolvente que están llegando a las nuevas teles más caras como Dolby Atmos?
Pues tampoco hay que obsesionarse con este asunto, ya que extraer audio surround desde los pobres altavoces integrados en un televisor es poco menos que una utopía, aunque se acompañen de una barra de sonido. ¿Que la tele es compatible con Dolby Atmos y DTS:X? Pues estupendo, pero si no, no pasa nada, ya que son formatos pensados para sistemas de cine en casa completos formados por un receptor AV más 7, 9 o 11 altavoces instalados por paredes y techos y no para ser escuchados desde una única fuente como el televisor.
Sintonizador digital de nueva generación: DVB-T2/S2/C2 y ATSC 3.0
Un tema que en principio parecería de suma importancia es el del sintonizador de televisión digital. Desde hace algo más de cuatro años se perfilan nuevas versiones de los sistemas de TDT actuales, como DVB-T2 para Europa (actualización del actual sistema DVB-T) o ATSC 3.0 para gran parte de los países americanos (por ejemplo Estados Unidos, Canadá, México, Honduras o El Salvador, pero también llegará a Corea del Sur).
En teoría aportan ventajas como una mayor robustez, flexibilidad y al menos un 50% más de eficiencia. De esta forma se puede llegar a soportar calidades SD, HD, UHD y TV móvil así como cualquier combinación de ambas. De hecho, por ejemplo ATSC 3.0 puede emitir en 4K, con HDR Hybrid Log Gamma, altas tasas de fotogramas por segundo (60 o más fps) y sonido multicanal.
El problema es que su implantación se retrasa año tras año, o por lo menos eso es lo que está pasando con DVB-T2 en Europa, ya que requiere fuertes inversiones por parte de las cadenas y por supuesto que los televisores lo soporten. No está de más asegurarnos que nuestra nueva tele es compatible con dichos estándares, ya que aunque la mayor parte de modelos fabricados a partir de 2015 lo son, todavía hay aparatos más antiguos a la venta que no los soportan.
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Qué hay que mirar al comprar un televisor para asegurarnos de que va a tener las tecnologías de los próximos años
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por
Paco Rodríguez
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