En los últimos tiempos, Facebook ha estado protagonizando una serie de escándalos. La compañía lleva unos cuantos meses en los que sus movimientos son escrutados con lupa y en los que sus meteduras de pata se convierten en tema de noticia en todo el mundo, especialmente porque sus problemas son un ejemplo de los problemas generales a los que se enfrenta la red. La crisis de las malas mediciones de hace ya más tiempo o el más reciente escándalo de los hackers rusos se han convertido en paradigmas de lo que la red tiene que mejorar.
El último escándalo de Facebook está relacionado con el uso que terceros han hecho de la información disponible en la plataforma. Facebook ha protagonizado una escalada de quejas y acusaciones a lo largo de este fin de semana por, como apuntan en The Wall Street Journal, no dar más información sobre cómo una compañía especializada en datos (Cambridge Analytica) logró acceder a información personal de decenas de millones de usuarios de la red social.
Facebook ha dicho que ha suspendido a la compañía en la red social y a dos usuarios tras el comienzo de las acusaciones, señalando que habían violado las reglas del juego en Facebook. Pero estos movimientos no parecen suficientes y ya se ha anunciado una investigación en EEUU y movimientos en Reino Unido. «La pregunta es ¿quién lo sabía? ¿Cuándo lo supieron? ¿Cuánto tiempo duró esto? ¿Y qué pasa ahora con los datos?», se pregunta ahora un senador estadounidense.
Según ha reconocido Facebook, un profesor de psicología de la Universidad de Cambrigde, Aleksandr Kogan, habría pasado datos de usuarios de la red social a terceros, entre los que se incluye la compañía suspendida, Cambridge Analytica. La compañía dice que nunca violó los términos de uso de la red social sobre uso de datos por parte de terceros de lo que la red social tiene. Los ejecutivos de Facebook han intentado dejar claro también que no es exactamente una brecha de seguridad, algo que les pondría por otra parte en una posición mucho más comprometida, ya que los datos no fueron robados exactamente, sino más bien ‘mal usados’.
El escándalo ya ha, sin embargo, echado a rodar. La compañía ha tenido acceso a datos de usuarios de Facebook y ha estado, al mismo tiempo, en la campaña política de Donald Trump.
En qué consiste el escándalo
Básicamente, el problema está en cómo la compañía en cuestión accedió al social graph de los usuarios de Facebook (la información que la red social pone a disposición de las empresas, como es la lista de amigos, los intereses o los me gusta que se acumulan), que es algo que interesa mucho a las compañías que emplean la plataforma y de la que también se benefician en cierto modo los usuarios (gracias al social graph es como cuando se usa otro servicio se ve información sobre, por ejemplo, cómo tus amigos también lo usan).
La cuestión está en que, aunque Facebook pueda prometer muchas cosas, una vez que da acceso a las empresas a esa información, como recuerdan en el Journal, no tiene control real sobre lo que después podrán hacer esas terceras personas con ella.
En el caso en cuestión, el profesor acusado rompió las normas de uso tras desarrollar una app de predicción de personalidad. Los datos que consiguió con la app los compartió a posteriori con la compañía en cuestión. Así, la empresa logró acceso a los datos de unos 51,3 millones de usuarios, según las estimaciones que hacen ahora los medios. 270.000 personas se descargaron la app en cuestión, pero esa cifra se amplía con el número de amigos que estos tienen.
Por qué abre la caja de los truenos
El problema no es solo una cuestión de Facebook. Lo es de forma directa, por supuesto, pero no de forma indirecta, ya que la cuestión es una suerte de resumen de lo que se ha convertido en el gran riesgo en la época de los datos y de internet. Es justo lo que preocupa a los internautas y es lo que las compañías deberían medir con pies de plomo.
Los datos se han convertido en uno de los grandes valores del mercado, en lo que se cotiza al alza, pero también en una potencial fuente de problemas. Los grandes jugadores de la red han convertido los datos y el acceso a ellos en uno de sus grandes elementos de riqueza, lo que les permite hacer caja, pero se exponen así también a problemas como estos. ¿Qué ocurre con los datos una vez se los venden a otros? ¿Y qué responsabilidad tienen sobre ello?