Apple fue una de las primeras compañías que se lanzaron a usar a evangelistas de producto. Quizás fuese, de hecho, la primera y la que inventó la idea del ‘product evangelist’, un experto que lo sabía todo sobre el producto y que tenía como objetivo el convencer a los demás de que comprasen y usasen lo que ellos venían. Además, los productos eran nuevos, rompedores y diferentes a lo que había, con lo que no solo se trataba de dar a conocer el producto sino también de enseñar cómo usarlo y para qué servía.
«Teníamos que usar nuestro fervor y nunca el dinero para convencer a la gente para creer en esa nueva religión llamada Macintosh», explicaba hace unos años Guy Kawasaki, el segundo evangelista de producto de Apple. Todo empezó con los de Cupertino por una cuestión de filosofía. «Porque la visión de Steve Jobs era la de hacer a la gente más creativa y más productiva, en lugar de sólo vender un ordenador», apuntaba Kawasaki.
Pero, aunque Apple lleve décadas empleando a los evangelistas, el concepto no solo no está muerto sino que puede ser exportado a muchos más sectores. El evangelista se puede convertir en un aliado muy poderoso para dar a conocer los productos, facilitar que los consumidores conozcan la marca y, finalmente, hacer que estos se conviertan en fieles a ella.
De hecho, para las empresas de tecnología, el evangelista es una figura crucial, tanto que no es extraño encontrarse con un Chief Evangelist entre los directivos de las compañías en Silicon Valley. Sus funciones son muy complejas y variadas, ya que implican crear una historia inspiradora que conecte con el consumidor final, estar en pleno proceso de adaptación constante para estar a la altura de los cambios que imponen los consumidores y sus necesidades o saber comunicar de una forma efectiva sus mensajes.
Y, por supuesto, los evangelistas son los que hacen que los consumidores presten atención y empleen cosas que nunca antes habían pensado que iban a realmente necesitar o querer y sobre las que no tenían ni idea de cómo funcionan.
Son la infantería de guerra
Pero además los evangelistas de producto son figuras cruciales a la hora de captar a los consumidores en la guerra contra la competencia. Al fin y al cabo, como recuerdan en un análisis en AdWeek, los product evangelists nacieron en medio de la guerra por los desarrolladores y crecieron al calor de esta batalla por hacerse con ellos.
En la lucha por lograr captar a más compañías, productos y servicios para sus ecosistemas, Google, Apple o Facebook luchan ‘a muerte’ entre ellas y lo hacen con una armada de evangelistas a sus órdenes. Ellos son los que empujan y convencen a los otros para que jueguen ‘con ellos’. Los evangelistas son así los responsables de llevar a la compañía para la que trabajan al siguiente nivel, a acumular más mercado y más peso.
Sus propias funciones y cómo encaran esas funciones ayudan en este terreno. El evangelista no es simplemente el vendehumo del equipo de ventas, ni es quien está ‘contando de que va’ todo en el escenario en una presentación de producto, sino que funciona como una suerte de ‘amigo’ a la hora de acercarse a la compañía y sus servicios. Es como una especie de guía, como un servicio de atención al cliente premium. Y, con ello, logra captar al consumidor de un modo mucho más eficiente y efectivo de lo que lo podría captar otro miembro del equipo de marketing.