David Hockney (1937) es uno de los grandes pintores de la actualidad. Es uno de los grandes innovadores del mundo de la pintura. Hoy en día reconoce sin tapujos que pinta con la ayuda de una tablet. En 2001 publicó «El conocimiento secreto: El redescubrimiento de las técnicas perdidas de los grandes maestros» donde demuestra que, a partir del siglo XV, los maestros pintaban con ayuda de la cámara oscura.
Es una teoría alocada, casi tanto como su aspecto pop. Y por ello desgraciadamente tenida muy poco en cuenta en los prestigiosos círculos académicos. Nada más publicarse el libro (y el documental homónimo) se reunieron 25 eruditos en Nueva York para debatir la interesante propuesta del pintor inglés. Y aunque tiene una base científica, y contó con el apoyo de Charles Falco (profesor universitario de de la Universidad de Arizona), pocas veces la verás reflejada en los libros.
No podemos olvidar que David Hockney es un hombre humanista, es decir, domina muchas manifestaciones artísticas, y entre ellas está la fotografía. Muchos recordamos sus joiners, esos collages fotográficos con la intención de dar una segunda oportunidad al cubismo picassiano con la ayuda de una Polaroid. Es un hombre que sabe y mucho de óptica y perspectiva fotográfica.
La teoría de David Hockney
No es fácil encontrar hoy en día el citado libro de este maestro. A lo mejor en las librerías de viejo, en las estanterías del fondo se encuentre algún ejemplar lleno de polvo. Yo lo vi en su momento, pero nunca lo compré, ni leí. Y me arrepiento. Sí he tenido la suerte de ver el documental. Y me consta que lo podemos encontrar buscando un poco por Internet.
El conocimiento secreto no trata sólo de las técnicas perdidas de los grandes maestros. También trata del presente y del futuro. Nos habla de cómo vemos, arreglamos y construimos imágenes hoy en día en una época de manipulación informática. A través de una búsqueda constante, cuestionando las ideas y la práctica heredadas, y sin dar nada por supuesto, Hockney nos abre los ojos y nos hace ser conscientes de la manera en que percibimos y representamos el mundo.
La teoría de David Hockney es sencilla: Explica el ingenio de los maestros pintores desde el Siglo XIV y nos sitúa a nosotros, los fotógrafos, en un punto dulce. En cierta manera reconforta descubrir que desde Van Eyck, hasta llegar a Vermeer o Canaletto, todos se sirvieron de la óptica y la cámara oscura para crear sus obras inmortales.
Ellos no calcaban, como bien defiende el propio Hockney, pero tenían ayudas para la perspectiva y el detalle de sus increíbles e influyentes cuadros. La cámara oscura y otros artilugios eran meras herramientas para alcanzar la perfección. Os puedo prometer que hacer el famoso cuadro del Matrimonio Arnolfini es imposible por mucha cámara oscura que uses si no tienes la mano del maestro. Pero es verdad que facilita la labor a quien tenga el don.
Yo puedo tener las mismas zapatillas que Usain Bolt, e incluso tener los mismos estudios biomecánicos que él, pero jamás alcanzaría sus marcas. A esto me refiero. Esta teoría no supone desprestigio alguno, sino que explica cómo, a partir de 1450, los pintores del norte revolucionaron la técnica para mejorar su representación de la realidad.
¿Y qué tiene que ver esto con la fotografía?
Que los pintores utilizaran instrumentos ópticos para crear sus obras maestras demuestra que la historia de la pintura es la prehistoria de la fotografía. Ni más ni menos. Son lenguajes distintos, pero tienen la misma cuna. Siempre se dice que la bella historia de la caverna de Platón es la primera referencia a la fotografía. Pero si vemos con otros ojos los cuadros de los maestros renacentistas del norte de Europa, podemos decir sin vergüenza que ahí están los antepasados de los grandes retratistas del siglo XX como Richard Avedon o Irving Penn.
Y que la fotografía no data del Siglo XIX. Ya en el XV un creador de imágenes sintió la necesidad de reflejar con más precisión la realidad que le rodeaba. Como era incapaz de fijarla por medios químicos, empleó la pintura de su taller. Y esto lo conservó en secreto, como con la alquimia.
Pero esos autorretratos que llenan las paredes sagradas de los museos salieron de la mente de aquellos genios a través de una cámara oscura, el espacio negro que toda cámara que se precie tiene en su interior para formar una imagen perfecta de la realidad. Y es un hermanamiento entre la pintura y la fotografía.
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La noticia
¿Pintaron los maestros renacentistas con la ayuda de una cámara oscura?
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Xataka Foto
por
Fernando Sánchez
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