Anunciados a finales de febrero durante la CP+ de Yokohama, los Sigma Art adaptados para la montura Sony E (FE) ya están finalmente aquí. Si bien ya pudimos realizar una primera toma de contacto desde Japón a los pocos días de su presentación, hemos asistido también a la presentación oficial en nuestro país de algunas de las primeras unidades ya comercializadas.
Recordemos que se anunciaron un total de 7 ópticas –14 mm, 20 mm, 24 mm, 35 mm, 50 mm, 85 mm y 135 mm–, focales ya existentes para las cámaras réflex de montura Canon y Nikon, adaptadas para las mirrorless de montura Sony E, a las que se sumaron dos nuevas referencias –70 mm Macro y 105 mm– que en este caso no existían anteriormente en el catálogo de Sigma. Del 70 mm, el primer macro de la serie Art, ya realizamos también una primera toma de contacto en su momento.
Cuatro de las primeras ya han empezado a comercializarse en nuestro país, y poco a poco irán llegando el resto; para las dos últimas –las nuevas referencias–, habrá que esperar un poco más todavía, seguramente hasta la próxima Photokina, que se celebrará a finales del próximo mes de septiembre.
Calidad de imagen a la altura de las expectativas
¿Y qué tal se comportan estas nuevas ópticas Sigma Art adaptadas a la montura Sony E? Teniendo en cuenta que parten de los modelos para réflex ya existentes, no teníamos muchas dudas al respecto; su calidad de imagen está a la altura de las expectativas. Así pues, los usuarios de Sony ya pueden optar por una gama de ópticas de focales fija con una excelente relación precio/calidad para sus cámaras sin espejo de “formato completo”.
Durante el encuentro con los responsables de Reflecta –distribuidor oficial de Sigma en nuestro país–, pudimos comprobar de primera mano el rendimiento de estas ópticas, en particular con el trío de teleobjetivos de la serie: el Sigma 85 mm f/1,4 DG HSM, el Sigma 105 mm f/1,4 DG HSM y el Sigma 135 mm f/1,8 DG HSM.
En el caso del 105 mm, el denominado bokeh monster –literalmente, “monstruo” del bokeh, aunque aquí se ha traducido como “maestro” del bokeh–, aún no estaba disponible en montura Sony E, con lo que tuvimos que probarlo con el adaptador MC-11 para montura Canon EF. Sigma tiene grandes expectativas puestas en este objetivo, tal como ya pudimos deducir de nuestras primeras impresiones que tuvimos con el mismo en Japón.
Casi sellados
Especial hincapié se hizo entonces de los nuevos materiales empleados para su construcción, el TSC –Thermally Stable Composite–, que permiten mantener proteger el objetivo a los cambios de temperatura y conseguir un tamaño razonable, cuyas dimensiones son de por sí bastante elocuentes. Debido a las grandes dimensiones de su parasol, el clásico plástico ABS se ha sustituido por un polímero de tipo CFRP –Carbon Fiber-Reinforced Polymer– que ofrece robustez sin aumentar el peso de la óptica.
A pesar de que las ópticas de Sigma Art para Sony E no están “formalmente” selladas, si disponen de juntas tóricas que le confieren un alto grado de protección contra el polvo y la humedad. En el caso del 105 mm, ésta es incluso más evidente, con el objetivo de conseguir una mayor estanquidad. Se trata, en todo caso, de una mejora con respecto sus equivalentes para cámaras réflex, que no disponen de junta alguna.
Un tamaño “polémico”
Por supuesto, otro de los temas abordados fue el del considerable tamaño de estos objetivos, sobre todo cuando se comparan con los cuerpos de cámaras a los cuales van destinados. En este aspecto, es necesario aclarar algunos puntos, algunos de los cuales ya discutimos con Mr. Kazuto Yamaki, CEO de Sigma, durante la entrevista que mantuvimos con él en la pasada CP+.
El primero de ellos es la finalidad de estos objetivos, que no es otra que conseguir la mejor calidad posible sin compromisos en lo que respecta a su tamaño. Hay que tener en cuenta que, a excepción de las dos focales más extremas –14 mm y 135 mm– junto con el 70 mm macro, todas estas ópticas de la serie Art disponen de una apertura máxima de f/1,4, lo que implica forzosamente un cierto tamaño cuando se trata de cubrir sensores de “formato completo” (24×36 mm). Más aún cuando se quiere conseguir un diseño de tipo telecéntrico, donde los rayos incidentes son prácticamente perpendiculares al plano focal para maximizar el rendimiento de las microlentes del sensor.
Ello redunda en la calidad del propio conjunto óptico, que depende menos de las posteriores –y en muchas ocasiones, abusivas– correcciones ópticas por firmware que se suelen realizar cuando se quiere abaratar el coste de los objetivos. Por supuesto, estas últimas son necesarias para encontrar un buen equilibrio entre tamaño, precio y prestaciones, pero en su justa medida, tal como nos sugería acertadamente Kazuto Yamaki.
Autoenfoque satisfactorio, pero solo con los últimos modelos
Por otro lado, y tal como se podría deducir en un primer momento a la luz de la forma de los nuevos objetivos adaptados para Sony E, estos no llevan simplemente un adaptador MC-11 acoplado. Cuando se desarrolló este último, no se disponía de las mismas informaciones compartidas con Sony a raíz del acuerdo entre ambas compañías, por lo que sus prestaciones a nivel de autoenfoque no son equiparables –la calidad de imagen, sin embargo, apenas se ve afectada–.
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Su forma “similar” se debe a la necesidad de ajustar la distancia de registro de las ópticas Sigma Art ya disponibles para cámaras réflex a la correspondiente para la montura Sony E –bastante más corta–; en este aspecto, es coincidente con las dimensiones del mencionado adaptador. Pero en su interior, su rendimiento es totalmente diferente, en especial en cuanto a su capacidad de enfoque por seguimiento (AF-C).
Lamentablemente, ello es cierto solo para los más recientes modelos de las mirrorless de Sony, como las Sony α7/α7R III o Sony α9. Solo en estos casos pudimos obtener unos resultados acordes a las exigencias, mientras que, si optamos por modelos más antiguos, el rendimiento del autoenfoque deja mucho que desear.
Las futuras ópticas nativas
Por supuesto, hubiera sido posible diseñar estas ópticas sin partir de los modelos ya existentes para cámaras réflex. ¿Implicaría ello un menor tamaño? Sí, pero solo en algunos casos. Como ya nos avanzó el CEO de Sigma en su momento, solo las ópticas más angulares –14 mm y 20 mm, y quizá el 24 mm– se aventajarían de un diseño desde cero, mientras que para el resto apenas tendría influencia.
De hecho, el propio Kazuto Yamaki era partidario de partir de un nuevo diseño –no tanto preocupado por su tamaño, sino por las capacidades del AF–, pero sus ingenieros le convencieron de lo contrario: le prometieron que eran capaces de encontrar una solución partiendo de las referencias ya existentes, con la ventaja de no repercutir a los clientes finales el sobrecoste de hubiera implicado un diseño partiendo de cero.
¿Significa ello que no habrá ópticas nativas? No; de hecho, ya están trabajando con ellas. Pero, según la información que ya se ha adelantado, no se tratará de hacer competencia a las ópticas Sigma Art ya adaptadas para Sony –al menos, en un principio– sino de aprovechar las características propias de los sistemas sin espejo para ofrecer ópticas más compactas y… con una luminosidad menor.
En otras palabras, si Sigma no cambia su hoja de ruta en el último momento, aquellos usuarios de las cámaras mirrorless de “formato completo” de Sony que quieran optar por un juego de ópticas de alta calidad y luminosidad –a precio razonable– deberán decantarse por las actuales ópticas de la serie Art para Sony E, mientras que las futuras ópticas buscarán dar respuesta a aquellos que necesiten de más compacidad, pero con un rendimiento inferior.