En una sociedad saturada por lo mediático e inmediato, por la fragmentación y el alarmismo social, el pánico se desata a velocidades de récord. Con todas las consecuencias que han tenido y siguen teniendo los medios de comunicación en este estado de tensión constante, no podemos ignorar la espectacularización social que ya diseccionó Guy Debord y que hoy está más vigente que nunca.
Fake news, clickbaits o brutales campañas de acoso, entre otros inconcebibles hechos, están a la orden del día. Es en estas sociedades, en las que el dinamismo y lo frenético y la sobreinformación reinan, donde más fácilmente se tambalean sus cimientos. Bajo esta línea en sus villanos, pero con ciertos aires de modernidad y renovación, ‘My hero academia’ presenta un mundo con significativas diferencias al nuestro (más del 80% de la población tiene superpoderes), sin embargo, está muy cerca de este clima de tensión.
La voz de alarma de una sociedad acostumbrada a la calma continua resuena con facilidad y provoca, a niveles casi de plaga, que el orden y el statu quo se desmiembren por el miedo de sus miembros. La desestabilización social, que en el pasado provocó algunos de los momentos más oscuros de la historia contemporánea, es lo que buscan los villanos más terribles, sean reales o ficticios.
En la ficción, probablemente, el mejor ejemplo es el Joker, antagonista por excelencia del universo de DC, uno de los más emblemáticos personajes del imaginario de la viñeta y, gracias a Jack Nicholson y Heath Ledger, también del celuloide.
Esa gigante sombra de la civilización, la encarnación del mal, y, sobre todo, la pelea contra estos, engloban las preocupaciones más primitivas que llevaron a los inicios del cómic de superhéroes: no hay más que ver al Capitán América como icono de la paz y de la lucha patria contra el mal.
Los gigantescos universos que se han configurado en torno a las figuras superheroicas, y que además son una maquinaria económica de fuerzas mayúsculas, se han convertido en parte del imaginario colectivo de nuestra actualidad. Si bien la normativización es la de superhéroes de raíces estadounidenses, el abanico se ha ampliado conforme ha pasado el tiempo.
Se han representado también otras realidades diferenciadas como la cuestión racial, así como creaciones fuera no sólo del comic estadounidense, sino de la esfera occidental. Hay otros héroes que, sin ser super, son tanto o más conocidos en el mundo desde su difusión: todo el mundo sabe de quién hablamos cuando nombramos a Goku o Naruto, incluso Luffy en los que han profundizado más.
El origen y la historia de ‘My Hero Academia’
Hace ya algunos años, cuando acabara la publicación del manga de Naruto, uno de los más populares en el shonen reciente, un fan realizó una llamativa viñeta en la que la triada de historias de corte juvenil de la revista Shonen Jump (‘One Piece’, ‘Bleach’ y ‘Naruto’) se unían para dar ánimos a un pequeño personaje relativamente desconocido.
De pelo revuelto y con pinta de llorón, Midoriya Izuku recibía los ánimos de Naruto entre lágrimas. Unos años más tarde, se confirmó la adaptación al anime del manga ‘Boku no hero academia’, traducido como ‘My Hero Academia’, que lanzaría una primera temporada de doce capítulos con una acogida muy positiva.
La historia de ‘My hero academia’, y, por extensión, del joven Midoriya, es un batiburrillo de la experiencia del cómic de superhéroes aplicadas a la cultura nipona y con una serie de diferencias bastante marcadas por los propios códigos del manganime.
Aprovechando, en primer lugar, la premisa del superpoder, que aquí se traduce como singularidad, ‘My hero academia’ presenta un contexto bastante diferente al habitual: la mayoría de la población tiene habilidades especiales, de manera que las singularidades están normalizadas.
Esto también tiene como consecuencia que las tasas de crímenes estén en bajísimos niveles, en una especie de calma permanente donde ser héroe es un trabajo más. Hay agencias de héroes a las que se encargan diversas tareas, así como gran diversificación de las funciones del héroe según sus habilidades.
Y todas estas aptitudes se aprenden en diferentes escuelas de héroes que nos recuerdan a la escuela de Charles Xavier, donde destaca la UA, la más prestigiosa donde estudió el héroe número 1: All Might.
Este sonriente, musculado y vigoroso héroe se ha erigido como símbolo de la paz, donde vemos reminiscencias claras a Capitán América no sólo por sus características sino también por su atuendo y la americanización de muchas de sus frases y coletillas. El mantenimiento del orden pasa directamente por la acción de los héroes, los contenedores de la cohesión social.
Pero esta calma es frágil, máxime cuando descubrimos el lamentable estado en el que se encuentra All Might, que por culpa de antiguas heridas tiene una escuchimizada y esquelética forma.
De cero a héroe
En busca de un nuevo símbolo que pueda ayudar a mantener la calma y la tranquilidad de una sociedad acostumbrada a lo estable, All Might se encontrará con Izuku Midoriya. El joven es el clásico inadaptado que, para más inri, está entre los extraños casos de personas sin singularidad, lo que frustra el mayor de sus sueños: ser el más grande de los héroes.
Este patetismo descarnado, sumado al encanto geek que desborda Midoriya, será el que lleve a All Might a considerarlo digno de ser su heredero. Más allá de los estereotipos más estandarizados del shonen, así como otros problemas que aún sigue arrastrando el anime (en especial el fan service), ‘My hero academia’ brilla por su interesante combinación de géneros.
Otra de sus grandes bazas es el diseño y concepto de sus personajes (mención especial para Uraraka, Bakugo y Todoroki) así como los firmes valores que éstos mantienen, y su original diseño artístico en lo que se refiere a las singularidades: control de la gravedad, niebla, cintas que salen de los codos…
Gracias a esto también sobresale la fluida animación en las escenas de acción, donde más se lucen los superpoderes. Aquí se deja ver el trabajo de Studio Bones, conocido por adaptar ‘Fullmental Alchemist’ o ‘Fullmetal Alchemist: Brotherhood’. Mientras que está claro que la trama se sirve de historias recurrentes de personajes de los que esperar un gran arco de evolución según vayan madurando, asistimos también a la cotidianeidad de los personajes en los animes escolares, otro de los géneros por excelencia de la industria japonesa.
La construcción de los villanos, donde destaca Shigaraki Tomura, el particular Joker de nuestra historia, y también Stain, permite plantear las diatribas y fallas del contexto que nos presentaban. Enfrentando, para el primero, la sensación de calma social y su fragilidad, y para el segundo, la burocratización de los héroes frente al verdadero heroísmo, es donde el contexto que se nos presenta de inicio, siempre en cierta sintonía con nuestra realidad y el alarmismo social contemporáneo, se resquebraja.
El enfrentamiento de los nobles ideales, que pecan incluso de ingenios en los jóvenes aspirantes a héroes, y esta nueva hornada de villanos que buscan destruir la sociedad tal como la conocemos, nos brinda fuentes de conflicto constantes. Si bien no hay una gran profundidad en el tratamiento de estos conflictos, la historia los desarrolla de forma superficial para hacer hincapié en, al menos, la importancia que los problemas de nuestra sociedad actual, aquí reflejados.
En este deslizar continuo entre una y otra línea, con la marcada multidimensionalidad de los shonen contemporáneos -que quizá pecan de justificar en exceso a sus villanos y profundizan poco en los grises de sus protagonistas-, ‘My hero academia’ se erige como un disfrutable entretenimiento con un planteamiento menos maniqueo de lo que podríamos esperar.
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La noticia
‘My Hero Academia’ es un peculiar y disfrutable anime con superhéroes
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Espinof
por
Antonio R.Jiménez
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