Netflix lleva ya un par de años intentando posicionarse como una de las compañías clave el mundo del cine, pero por ahora se ha quedado lejos de igualar sus increíbles logros con las series de televisión. No le queda otra que arriesgar con proyectos con posibilidades que las majors no terminan de ver claro o sobrepujar por aquellos que tienen más interesados. Aún le falta mucho por recorrer, pero está haciendo todo lo posible por no quedarse por el camino y acabar siendo una más.
Estos últimos días ha sido su presencia en Cannes la que está dando mucho de lo que hablar, pero lo cierto es que su último estreno ha llegado hoy a todos los países en los que está presente. Se titula ‘Máquina de guerra’ (‘War Machine’) y su principal argumento para convencer al público es que cuenta con un Brad Pitt entregado en una película orientada al público adulto. Un estimable intento por volver a un tipo de cine cada vez más inhabitual que, por desgracia, no logra ganar la batalla que propone.
Quien mucho abarca, poco aprieta
Pitt ha demostrado en varias ocasiones que le gusta transformarse y alejarse de esa imagen de galán romántico que le ayudó a alcanzar el estrellato en su momento. Aquí vuelve a tener la oportunidad de hacerlo y en todo momento se nota que disfruta dando vida al General Glen McMahon, tanto cuando la diversión es el eje de la historia como cuando su propia frustración le lleva a tomar una serie de decisiones que acaban por volverse en su contra.
Basada en un libro de no ficción de Michael Hastings, ‘Máquina de guerra’ se enfrentaba a un problema habitual de las sátiras: ¿cómo conseguir llevar la simpatía inicial a otro nivel cuando las cosas se ponen necesariamente más serias? Era David Michod, responsable de ‘Animal Kingdom’, el encargado de llevar eso a buen puerto y es por ahí por donde surgen las primeras grietas de la película.
Por lo pronto, ‘Máquina de guerra’ entra en una peligrosa deriva cuando su protagonista se ve obligado a ir en múltiples direcciones para conseguir lo que busca, entrando así en escena demasiados personajes. Soy consciente de que su presencia es hasta cierto punto necesaria, pero la película va perdiendo ese simpático dinamismo inicial para embarullarse más de la cuenta.
De esta forma, nuestro interés hacia lo que sucede va reduciéndose, pero lo realmente decisivo es que lo afilada que llega a ser la película en momentos puntuales nunca logra una consistencia real. Según avanza el metraje son menos habituales y llega un punto en el que, quizá simplemente por lo que sucedió, acaba reducida a ser una más. Sí, con un Brad Pitt de lujo y un reparto repleto de rostros más o menos conocidos cumpliendo su cometido, pero hace falta algo más.
‘Máquina de guerra’, en tierra de nadie
La cuestión es que dispersas alrededor de su metraje hay ideas jugosas sobre el sistema militar norteamericano, apuntes inteligentes sobre cómo intentar sortear la maquinaria gubernamental -y aquí entran en escenas más países- y reflexiones sobre el sinsentido de la guerra que demuestran que de aquí podría haber salido una gran película.
Por su parte, Michod parece confiar más de la cuenta en su reparto y se olvida de llevar más allá lo que muestra durante sus primeros minutos. Ya en su ópera prima incurría en varios errores que muchos pasaron en alto por la potente atmósfera conseguida, pero es que aquí no hay nada de eso, simplemente se va saltando de drama a comedia de formas cada vez menos estimulantes -simplemente no fluye- y lo único realmente digno de reseña es la fuerza de Pitt, quien, también hay que reconocerlo, a veces parece buscar más el lucimiento propio -¿o quizá sea culpa de Michod?- que la construcción de un buen conjunto.
Se podría haber ido por muchos caminos, desde destacar los delirios de grandeza -bienintencionada, un rasgo extensible a toda la película- de su protagonista hasta centrarse en lo desconcertante que fue lo que sucedió -ahí utilizar al personaje Scoot McNairy como narrador debería haber dado mucho más de sí-, pero ‘Máquina de guerra’ se queda en tierra de nadie en todo lo que propone, queriendo abarcar demasiado sin saber cómo hacer que cada una de las partes brille o se conjunte de forma adecuada con el resto.
En definitiva, ‘Máquina de Guerra’ es quizá la mayor apuesta de Netflix hasta ahora -aunque pronto llegarán otras destinadas a superarla- y ha sido una que artísticamente se ha quedado muy lejos de alcanzar su objetivo. Destaca el trabajo de Brad Pitt, sobre todo durante sus primeros minutos, pero llega un punto en el que, sin llegar a desesperarnos, simplemente queremos que aparezcan los títulos de crédito finales.