El escándalo protagonizado por Cambridge Analytica en los últimos días está teniendo un efecto directo en la percepción que los usuarios tienen de Facebook. La historia comenzó con un escándalo sobre privacidad, se ha alargado como un ataque directo al mercado de los datos y podría continuar como una pérdida directa de usuarios para Facebook justo en el momento en el que esto le conviene menos (la red social ha acusado en los últimos tiempos una caída en el tiempo de permanencia de sus usuarios en sus servicios y contenidos). Facebook, a pesar de ser la red social con más usuarios en el mundo, no puede permitirse perder clientes y, sin embargo, el efecto que podría tener este escándalo podría ser justamente este.
Y es que sus usuarios se han lanzado ya, hashtag mediante en Twitter, a anunciar que abandonan Facebook y a motivar a otros usuarios a que lo hagan. El golpe de gracia ha estado en aquellos mensajes que parecen llegar casi desde dentro (aunque no lo sean exactamente), como el tuit de uno de los cofundadores de Whatsapp señalando que había llegado el momento de borrar Facebook. Whatsapp, no lo olvidemos, fue vendida hace años por muchos millones a Facebook.
Según algunos datos, el hashtag #DeleteFacebook se compartió en solo dos horas durante el miércoles más de 10.000 veces y en todo el martes lo hizo en 40.398 veces. No parecen datos muy abrumadores si se tiene en cuenta que Facebook tiene cientos de millones de usuarios, pero muestran una pauta de comportamiento, especialmente si se tiene en cuenta que además el escándalo y la percepción de las cosas ha ido escalando en los últimos días. La gente está especialmente enfadada, como apunta un columnista de The New York Times. Y el enfando se traduce en un abandono del servicio.
El abandono de los usuarios de Facebook – o al menos los mensajes y los artículos en los que se habla de cómo lo han hecho – pueden leerse además a otro nivel. Tras años y años de una red con servicios gratis en los que los consumidores asumían que tenían que prescindir de cierta privacidad, las cosas empiezan a verse de otro modo. Sí, parecía importarnos poco ceder una poca información sobre nosotros a estas empresas (y finalmente a los anunciantes) para poder acceder a los servicios sin coste. Ahora, la idea ya no nos parece tan positiva. En una columna en FastCompany, de hecho, quien escribe habla de que hizo un pacto con el diablo.
Los consumidores empiezan a cansarse de que compañías como Facebook se laven las manos de lo que pasa con los datos una vez que salen de sus circuitos y de que el peso de la información sea cada vez mayor en cada vez más cosas (y más sensibles). Se están – parafraseando las declaraciones del periodista de FastCompany – desencantando con Facebook. El escándalo de Cambridge Analytica ha sido, simplemente, la gota que colma el vaso.
Dejar Facebook no es tan sencillo
Sin embargo, y a pesar del enfado que puedan sentir estos usuarios, abandonar la red social no es tan fácil. Por un lado, está la parte subjetiva, lo difícil que resulta para los internautas dejar un elemento que se ha convertido en una parte fundamental de la vida cotidiana y que sirve para la comunicación ya de un modo tan importante. Por otro lado, está la parte práctica, ya que muchas cosas que hacemos y que empleamos están en Facebook.
Y, finalmente, está la propia realidad del darse de baja. En realidad, la cuestión no se debería terminar simplemente cuando le decimos a la red social que no queremos estar más tiempo ahí. Nuestro pasado ya ha dejado un rastro y nuestra presencia en Facebook ha estado interconectada con muchas otras cosas. Y, de hecho, aunque abandonemos Facebook Facebook no nos abandonará del todo a nosotros, porque su presencia está ya entrelazada con la red fuera de sus propios dominios.
Como apuntan en un análisis en Vox, Facebook ha hecho que dejarlo sea prácticamente imposible. Dejar Facebook podría ser como decir que uno va a no dejar que un huracán llegue cuando está en una zona en su ruta, ejemplifican, algo imposible de realizar. Por un lado, Facebook está integrado con muchísimas cosas, desde apps a plataformas en las que es imposible tener una experiencia completa si no se vincula con una cuenta de Facebook o de Google. Por otro lado, Facebook se ha convertido en una suerte de pegamento para muchas comunidades y para muchos grupos de personas. Y, finalmente, Facebook se ha convertido en una parte más del trabajo o de la educación de otras.
Facebook lo ha ido tomando prácticamente todo sin que nos demos cuenta.