Ha vuelto. O eso dicen. El estreno de ‘Múltiple’ (Split, 2017) parece haber traído a esta década al director que nos sorprendió con películas como ‘El sexto sentido’ (The Sixth Sense, 1999), ‘Señales’ (Signs, 2003) o ‘El protegido’ (Unbreakable, 2001), el mismo que perdió su mojo progresivamente hasta que cada una de sus nuevas películas era recibida prácticamente con pitorreo.
Ahora que está más contenido, y que ha ganado el favor de la crítica y público, repasemos los mejores momentos de humor involuntario en las películas menos afortunadas de su filmografía; para recordar, desde el cariño, su etapa más oscura y, por qué no, divertida. Dado que estamos hablando del rey de los giros finales (casi una patología) los SPOILERS de este pequeño repaso corren salvajemente.
- Debate con el ficus
‘El incidente’ (The Happening, 2008) suponía la visión del director del cine apocalíptico tan de moda en los 2000 con una idea interesante: el suicidio colectivo por causas inexplicables como amenaza. El gran problema de la película no es que los personajes lleguen a conclusiones sobre las causas en cuestión de minutos, el gran problema son los personajes en sí. El gran momento increíble de la película es cuando el protagonista trata de hablar con una planta de plástico. Entre absurdo y dadaísta.
- Los Pañales
¿Qué decir de ‘La visita‘ (The Visit, 2015)? Es una broma de mal gusto, o sencillamente el director tratando de pasárselo bien sin importarle tomarse en serio su propia premisa. Es tramposa como pocas pero hay que reconocer que divierte en sus momentos de terror. Pero el momento en el que el abuelo restriega sus pañales llenos de mierda al insufrible niño protagonista, nos desconcierta. Pertenece a un tipo de humor escatológico que hace gracia en el bar, pero, incluso en una película tan loca como ‘La Visita’, resulta chocante.
- Shyamalan el profeta
Hay muchos, muchos momentos en ‘La joven del Agua’ (Lady in the Water, 2006) que la convierten en una maravillosa comedia involuntaria. Desde su propia mitología, los intentos de recrear a un grupo de personajes pintorescos o ese final resuelto gracias a una caja de cereales.Pero uno de los momentos verdaderamente insufribles y ridículos es ver como el director y guionista interpreta a un alucinado escritor que posee todas las respuestas al convertirse en profeta. Sus apariciones deberían redefinir la palabra mesiánico.
- El diálogo del reclutamiento
Puede que ‘Señales’ (Signs, 2002) sea la película más contenida del director, pero eso no la libra de algunos desvaríos extrañisimos. Cuando Merrill (Joaquin Phoenix), un jugador de Beísbol fracasado intenta alistarse en el ejército, y el oficial (Ted Sutton) se da cuenta de que fue un jugador de la liga, comienza un diálogo con una exposición, desde el principio, mal escrita. Pero la escena se pone peor cuando el hombre empieza a soltar un monólogo sobre la carrera de Merrill que acaba con una frase con menos sentido aún. “Por qué no llegaste con los profesionales, haciendo pilas de dinero y teniendo a todas las mujeres más guapas lamiéndole los pies?”.
- El giro de El bosque (The Village, 2004)
Algunos dicen pillarlo a la primera, a otros les coge por sorpresa, pero casi nadie lo compra. ¡Oh! ¡Es la época actual! Es un momento que resume la adicción a los giros finales del director hasta el punto de plantear toda una película alrededor de una premisa increíble. En nuestros corazones deseamos que funcione, pero que un grupo de profesores recreen una vida de puritanos destrozando la vida de sus hijos y jugando a traumatizarlos en un parque nacional es una idea demasiado, demasiado, estúpida.
- Jarabe para la tos
No podemos abandonar una de sus películas más gloriosamente ridículas sin recordar el monólogo sobre el jarabe para la tos, para dar celos a su mujer, del protagonista de ‘El incidente’. La cara de Mark Wahlberg lo dice todo, pero las expresiones de Zooey Deschanel (¿Es su personaje autista?) aquí y en el resto de la película no tienen parangón.
- El final de Múltiple (Split, 2017)
Es muy típico de Shyamalan. Toda la película habla de la bestia, la personalidad oculta y más temida del loco interpretado por James McAvoy. Cuando finalmente aparece confirma toda la teoría de los cambios físicos a través de los cambios mentales con la que nos han machacado durante dos horas, pero la conclusión ,cuando la bestia está a punto de coger a la “final girl”, es solo comparable al ya épico “Martha” de ‘Batman v Superman: el amanecer de la justicia’ (Batman v Spuerman: dawn of justice, 2016). El monstruo decide no comerse a su víctima porque, oh, ve que tiene marcas por todo el cuerpo y decide que, seguramente, lo más probable, es por que han abusado de ella, como hicieron con él. Es pura. Claro. Uno de los finales más caprichosos y forzados del cine fantástico reciente.
- El “Airbending” loco
‘Airbender, el último guerrero’ (The Last Airbender, 2010) indignó a los fans del anime por su perversión de la idea original y las actuaciones desastrosas de la mayor parte del reparto. Aunque no es tan terrible como la pintan, sí que atesora bastantes momentos que dejan con el culo torcido. En especial las escenas en las que el “Airbending” de la serie es representado con una serie de ridículos bailes tribales en los que solo se echa en falta a Steven Segal haciendo su ya míticos pases de lezginka.
- Jaden Smith en ‘After Earth’ (2013)
Todo en ‘After Earth’ está en la franja de lo momentos más bajos de Shyamalan, pero la actuación de los Smith, padre e hijo, resulta especialmente ridícula. Especialmente absurdos son el monologo del padre en el que explica como venció sus miedos y la mayoría de momentos en los que el muchacho tiene alguna frase sobredramatizada suficientemente por el guión. Un ejemplo orientativo, el “no soy un cobarde” que es carne de meme.
- Muerte a los críticos.
Siguiendo con su exposición narcisista, ‘La joven del agua’ incluye un bonito manifiesto contra los críticos de cine, justo después de que estos despedazaran ‘El Bosque’. Para ello, incluyó en su trama, de forma completamente arbitraria, a un crítico repugnante, arrogante y gilipollas que muere de forma ridícula y horrible, después de
Recitar un monólogo metafílmico sobre lo que le está ocurriendo que hace subir los colores.
Una pataleta en la que se dibuja como un rebelde fuera de los convencionalismos e incomprendido por la crítica. No Sr. Shyamalan a la crítica dejaron de gustarle sus películas por detalles caprichosos, autocomplacientes y sin gracia como estos.