¿Qué es lo que esperan los consumidores del futuro y qué es lo que quieren que las empresas y las marcas les ofrezcan? Las compañías quieren tener todos los datos sobre qué se debe responder a esa pregunta, porque solo con esa información en la mano lograrán ser capaces de ofrecerles a sus potenciales clientes lo que les interesa y lo que buscan y convertirlos así en consumidores de sus productos y de sus servicios.
En uno de sus últimos análisis, Mintel ha estudiado cuáles son las líneas maestras que marcarán cómo cambiará el consumo en el mercado de la comida y de la bebida en 2019. Tres puntos clave modificarán las pautas de consumo en alimentación durante el año que viene. Sus conclusiones son además especialmente interesantes porque no solo ayudan a comprender qué pasará en ese entorno, sino que también permiten perfilar cómo están cambiando los consumidores en general.
Lo que comeremos y lo que beberemos y lo que esperamos de las empresas de esas industrias ayuda a comprender lo que compraremos y consumiremos en general.
El bombazo de lo verde
Puede que esto no parezca una novedad, porque la moda de lo verde y la importancia creciente del consumo ecológico han estado apareciendo en los listados de tendencias de forma recurrente. Sin embargo, lo verde – y el modo en el que afecta al consumo – sigue impactando y sigue cambiando las cosas.
Según las previsiones de Mintel, los consumidores son cada vez más exigentes y sus expectativas sobre lo que quieren de las empresas y sobre lo que esperan que estas hagan son cada vez más elevadas. Ahora ya no quieren que el producto sea verde, sino que quieren que todo el proceso lo sea. Lo que buscarán cuando compren son productos que garanticen que el ciclo de producción ha sido respetuoso con el entorno. Será una «aproximación de 360 grados».
Además, la preocupación por la sostenibilidad y el respecto al entorno no terminará cuando lo haga el proceso de lanzamiento del producto. Es decir, no se terminará cuando se vayan con el producto a casa y lo consuman. Los consumidores empezarán a buscar y a apreciar los esfuerzos a posteriori, como por ejemplo el reciclaje o los procesos para dotar de segunda vida a las cosas.
La preocupación por la edad y lo que cambia en los productos
En el análisis de Mintel lo dejan claro: la industria de la alimentación debería empezar a fijarse en lo que ha hecho a lo largo de los años la industria de la belleza. El porqué de esta recomendación es además un interesante anuncio a navegantes de hacia dónde van las cosas y cómo han cambiado las pautas de consumo.
Ahora que la esperanza de vida es más larga, los consumidores se están centrando en priorizar no solo la salud sino también el wellness. Es decir, quieren consumir aquellas cosas que les ayudarán a vivir mejor.
Esto crea un nuevo tipo de decisiones de consumo, pero también abre la puerta a diferentes tipos de productos, especialmente algunos dedicados a ciertos consumidores. Es lo que ocurre con los productos específicos para nichos de edades que se venden con efectos positivos en la salud y en ciertos problemas. El yogur para el colesterol dejará de ser una cosa exótica y se convertirá en uno de tantos.
Las cosas tienen que hacer la vida más fácil
Pero los consumidores tienen además otro tipo de necesidades y de preferencias. Quieren que las cosas sean muy buenas (no solo esperan productos más saludables, sino también sabores foodies, servicios de personalización y entregas muy rápidas) y al mismo tiempo que sean muy cómodas.
Por ejemplo, cada vez serán más habituales los servicios de comidas preparadas, los formatos que te permiten tener ‘el restaurante en casa’, los que venden por ingredientes o los kits de menús y bebidas.
Los consumidores no quieren tener que enfrentarse a cosas complicadas y complejas, sino que buscan que las compañías simplifiquen su día a día. Además, la tecnología la están viendo como la llave para acceder a todo esto. Quieren que dé más opciones y más fáciles y cómodas.
Y esta es una poderosa lección sobre hacia dónde va el consumo y sobre cuáles son las expectativas en general de los consumidores. No quieren tener que esforzarse y no quieren tener que hacer trabajo extra. Solo quieren que las empresas hagan su día a día más confortable.