Las mayores ventajas del empleo de sistemas de luz reflejada como el Lightstream, no se basan únicamente en la aplicación de los principios básicos que hemos explicado hasta ahora, sino también en el valor añadido que aporta la conjunción de todos sus componentes.
Uso de múltiples reflectores de forma consecutiva
En el ejemplo que presentamos a continuación, comenzamos con la luz procedente de un proyector de haces paralelos PB70, reflejándose en un reflector duro de gran tamaño –100 x 100 centímetros– al que denominaremos R1 y que redirige la luz. Como hemos establecido en múltiples ocasiones, redirigir la luz no modifica su carácter ni influye en gran medida en el ángulo del haz de la luz redirigida.
Llegados a este punto, se usa dicha luz en el reflector R2, que podría ser un reflector #2 –relativamente duro– y que cambia la dirección de la misma hacia el R4. Este sería un reflector más suave y agradable –con la superficie de un reflector #3 o de un reflector #4– expandiendo el ángulo de salida. Actuaría –como una luz de relleno más gentil– sobre la persona que está detrás del escritorio. Al mismo tiempo el reflector R3 –con la superficie de un reflector #3 o de un reflector #4– actuaría como una luz principal sobre esa persona.
Cabe añadir que cuando el reflector R1 se sitúa en una posición idónea –redirigiendo la luz que llega desde el nivel del suelo en la calle– es posible colocarlo de tal manera que la vista exterior –a través de la ventana– permanezca completamente libre de obstáculos, aportando posibilidades aún mayores a la hora de simular la luz natural.
Volver a reflejar la misma luz varias veces permite alcanzar diferentes áreas en el set de rodaje o en una localización específica. Se hace posible conseguir el efecto de una iluminación que llega desde diferentes direcciones partiendo de una única luminaria de origen.
La capacidad de variar la profundidad de la inserción de los reflectores –más o menos profunda dentro del estrecho haz redirigido de la luz reflejada– funciona como un regulador optomecánico de la intensidad de dicha luz –alcanzando el haz al tiempo que extrae intensidad del mismo. Todo ello depende de la superficie a la que llega la luz, convirtiéndose en un método muy elegante y convincente de determinar la cantidad de luz que vamos a usar.
Como ya hemos dicho anteriormente, el efecto de una iluminación más dura o más suave no depende directamente del ángulo de salida de la luz desde el reflector. Depende sobre todo de la superficie del reflector que estemos utilizando. Cuanto mayor sea el área que usemos del reflector, más suave será la función de la luz. Los bordes de las sombras tendrán una apariencia más difuminada y la transición será más gradual cuando usemos un área grande del reflector.
Hay que insistir, una y mil veces, en que a menudo se confunde este fenómeno con la cantidad de luz, pero la percepción de una luz suave –tal y como se muestra en la imagen final que obtengamos– depende del tamaño de la zona que está emitiendo verdaderamente esa luz.
Por tanto, para finalizar con el ejemplo que hemos tomado como referencia, contamos con un gran reflector parabólico –con una lámpara de de descarga de halogenuros metálicos (HMI) y un consumo de 1.200 W– que emite haces de luz paralelos, desde el suelo –a nivel de la calle– hacia un reflector #1 de 100 x 100 cm, situado sobre una de las ventanas de la segunda planta del edificio –pero sin tapar en absoluto la vista al exterior desde esa ventana–.
Esta configuración redirige la luz que luego se divide por medio de dos reflectores más –de 50 x 50 cm, cada uno–. El primero, situado en la parte más alta del haz, refleja de nuevo la luz hacia el reflector –proporcionando la luz de relleno–. El segundo, situado en la parte baja del haz, proporciona la luz principal sobre la persona sentada detrás del escritorio.
También podemos contemplar en este ejemplo una luminaria de diodos LED Dedolight DLED7 de 90 W –combinada con un adaptador de haces paralelos– enviando su luz directamente al reflector #1, situado perpendicularmente encima de ella.
Este reflector #1 redirige la luz hacia un reflector #2 –en el que se puede observar claramente que la luz ya se está distribuyendo con un ángulo de salida más amplio–. La luz reflejada por el reflector #2 llega a un tercer reflector –que puede ser un reflector #3 o #4– proporcionando –desde la integridad de su superficie– una luz suave y agradable con menor intensidad –como consecuencia de su ángulo de salida, aún más amplio–.
En la siguiente imagen se muestra la misma situación, marcando los bordes de los haces de luz de las luminarias de precisión de Dedolight. Se verifica con facilidad como el haz llega hasta el reflector #1, se redirige entonces al reflector #2, con mínimos cambios en el carácter de la luz –que muestra, a su vez, una reflexión con un ángulo muy superior– y llena casi la totalidad del reflector #3 –en la parte baja de la imagen– para alcanzar una reflexión más agradable.
La imagen posterior clarifica todavía más lo que ocurre, al sustituir las luminarias por un puntero láser. Todos estos ejemplos demuestran que es perfectamente posible determinar el carácter de la luz por medio de la estructura de las superficies de los reflectores del sistema Lightstream. También prueban que la formación exacta de luces y sombras –con estos componentes– no depende sólo de dicha estructura, sino principalmente del tamaño de cada uno de los reflectores en relación con la distancia que mantienen con el objeto o sujeto iluminado.
En nuestra próxima entrega comenzaremos a analizar con detalle cómo se puede utilizar el sistema Lightstream para iluminar platós de televisión en todo tipo de situaciones y en cualquier variedad de programas, reduciendo en enorme medida el consumo total de electricidad y simplificando el montaje de las parrillas de iluminación.