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jueves, diciembre 26, 2024
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Las primeras ambulancias de la historia

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En el siglo XVIII, las batallas dejaban un abrumador balance de muertos. Ello se debía no sólo al mortífero armamento de la época, sino también a la tardanza con que se atendía a los heridos, quienes debían esperar que finalizara la lucha para que los recogieran, y eso sólo si habían ganado los suyos; en caso contrario, podían ser desvalijados y rematados por el enemigo o abandonados a una cruel agonía.

En plena Revolución francesa, un joven y valiente médico francés llamado Dominique Jean Larrey (1766-1842) ideó un sistema para reducir esos tiempos de espera. Formado en medicina y especializado en cirugía, en 1792 Larrey se unió al ejército revolucionario que combatía en la frontera alemana y allí se percató de la mala organización de los servicios de salud en el frente. Por ello imaginó un sistema de carros tirados por caballos que llevaran con prontitud al paciente al hospital de campaña para operarlo en las siguientes 24 horas.

Las "ambulancias volantes" de Larrey imitaban el funcionamiento de la artillería volante a caballo, que acompañaba en los ataques a las tropas de vanguardia. Pensadas para aliviar todo lo posible el traslado del soldado al hospital de campaña, consistían en una caja de madera abovedada, con paneles laterales forrados, dos ventanucos a ambos lados y puertas de doble batiente delanteras y traseras. En su interior, cuatro rodillos permitían deslizar sin problemas la base sobre la que iba un colchón forrado de cuero.

Medicina de emergencia

Las ambulancias de Larrey se utilizaron por primera vez en julio de 1793, durante el sitio de Maguncia. Un general escribió entonces que habían ayudado "a salvar a muchos valientes defensores de nuestro país". Otro joven general, Napoleón Bonaparte, se fijó en el sistema y se llevó consigo a Larrey en su campaña de Italia.

A sus órdenes, Larrey creó en 1797 una unidad de ambulancias y una escuela de cirugía en Milán. Asimismo puso en práctica el sistema de triaje, ideado por el médico Pierre-François Percy, por el que los soldados eran clasificados según la gravedad de sus heridas –y no según el grado o posición que tenían en el ejército– para atenderlos con mayor o menor rapidez.

En 1798, Larrey se embarcó con Bonaparte en la expedición a Egipto. Allí organizó tres unidades cada una de las cuales contaba con 16 ambulancias volantes tiradas por mulos o camellos, 15 cirujanos y decenas de auxiliares. Tras verlas en acción, el general corso felicitó a Larrey: "Vuestra obra es una de las más hermosas concepciones de nuestro siglo; ella sola servirá a vuestra reputación". En la batalla de Aboukir de 1799, muchos de los 800 heridos franceses, incluidos 40 amputados, lograron recuperarse gracias al rápido servicio prestado por las ambulancias y los cirujanos. No obstante, por falta de carros y problemas administrativos el sistema se limitó al principio a algunas unidades de élite y sólo progresivamente se extendió a otras capas del Gran Ejército.



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