Desde que surgiera la vida en nuestro planeta, la naturaleza siempre ha sido un lugar inhóspito caracterizado por un premisa básica: "adaptarse o morir". La historia de la vida es una historia de supervivencia, de competición y de crueldad intrínseca. Por poner un ejemplo, ya desde sus comienzos, las plantas se vieron obligadas a librar dos batallas: la que en superficie se lucha por la luz; y la que bajo tierra tiene lugar por un palmo de terreno del que obtener los nutrientes y el agua necesaria para medrar en un mundo en el que, si no tomas rápido lo que necesitas, te lo quitan de las manos. O en este caso, de las raíces.
En el reino animal las cosas tampoco fueron muy distintas. La lucha de los animales se libró y se libra en distintos frentes. Uno de ellos es el de amoldarse al medio en el que viven, desarrollando las herramientas necesarias para sobrevivir, ya sea en forma de mecanismos de defensa o de adaptación a un tipo concreto de alimentación, hábitat o condiciones climáticas. Otro de ellos atiende a la competencia entre especies, lo que de forma coloquial se traduce en "comer o que te coman". Y todo ello sin olvidar la propia lucha que se desarrolla entre individuos de la misma especie por reproducirse y transmitir a la siguiente generación su preciada carga genética: lo que es al fin y al cabo, el objeto último de la vida.
No obstante, aunque la naturaleza puede ser sobrecogedora, en su misma dureza se encuentra gran parte de la belleza de la que hace gala y que es capaz de maravillarnos en sus más mínimos detalles. Y no obstante, del mismo modo, entre tanta adversidad, la naturaleza es capaz de sorprendernos con las escenas más bellas: con los momentos de la más extrema ternura o con situaciones tan inverosímiles que habría resultado imposible que formaran parte de cualquier guión.
Y mostrar este otro lado de la naturaleza es precisamente el objetivo del Comedy Wildlife Photography Awards, una competición anual de fotografía que fundada por los fotógrafos Tom Sullam y Paul Joynson-Hicks, que desde hace 4 años premia las imágenes más graciosas del mundo animal. Todo ello con el apoyo de la asociación Born Free Foundation y con el objetivo último de transmitir de una forma diferente, la importancia de conservar el mundo en el que vivimos y los seres que en él habitan.
Posados imposibles, situaciones hilarantes y escenas en las que podemos imaginar un diálogo de lo más humano, son algunas de las estampas recogidas en las fotografías que este año forman parte de la selección final del certamen. Y todo resulta de apretar el botón de la cámara en el momento correcto.