¿Se puede convertir limitar el acceso a los contenidos en la herramienta que los responsables de cuentas en redes sociales pueden usar para asegurarse una audiencia entregada y para conseguir así saltarse los problemas que las propias redes sociales imponen? La cuestión parece cuando menos paradójica.
Al fin y al cabo, lo que más desean los responsables de páginas es llegar a audiencias millonarias y que sus contenidos tengan el más amplio alcance posible. Limitar el potencial de los mismos y hacer que sus contenidos lleguen a pocos usuarios no parece la manera más efectiva de lograr esos datos. Y, sin embargo, ya hay quienes están usando esa idea. Ya hay quienes están limitando quiénes pueden ver sus contenidos y a quiénes llegan las cosas que publican para hacer que estas logren cuajar mejor entre su potencial audiencia y, sobre todo, tener un mayor retorno.
Por ahora, las marcas no se han entregado a este tipo de comportamientos, aunque viendo los resultados que le están reportando estas acciones a los jugadores que ya están experimentando con ellas no parece que sea una cuestión que deban desechar o que no deban tener en cuenta. Quienes han probado a limitar el alcance de sus contenidos para así conseguir mejores resultados son ciertos perfiles con tirón en el mundo de las redes sociales, las cuentas humorísticas que son nidos de memes.
Eso es lo que han empezado a hacer ya algunas de las cuentas más populares en inglés de memes en Instagram. Como explican en The Atlantic, algunas de estas cuentas muy populares y con muchos seguidores han echado el cerrojo y se han convertido en cuentas privadas. Si se quiere saber lo que están publicando, no queda más remedio que pedirle a sus administradores acceso para seguirlos.
El movimiento no ha despertado muchas simpatías entre los potenciales followers y entre los usuarios de las redes sociales, pero a los gestores de las cuentas en cuestión sí les está saliendo más o menos redondo. Como apuntan en el medio, convertir la cuenta en privada es el medio que los gestores de estos perfiles (que viven de ellos) han encontrado para ser capaces de seguir sobreviviendo en el mercado saturado de las redes sociales y de los contenidos en las mismas. A los gestores de redes, la táctica les cunde.
Más followers de este modo (y más control)
«La gente se pasa a privado porque consigue más followers cuando un seguidor envía un post a un amigo y el amigo tiene que seguir la cuenta para verla. Es así de simple», explica a The Atlantic un experto, reconociendo que es una «técnica rara» pero que alguien la descubrió un día y ahora muchos la usan.
De este modo, los creadores de estos contenidos logran en cierto modo forzar lo que ocurre con ellos. Hasta ahora muchos lo veían, pero no todos esos espectadores se convertían en una audiencia fiel y seguían a la cuenta. Además, una vez que se hace privado un perfil, a los seguidores les cuesta más dejar de seguirlo. No es una cuestión de técnica (Instagram no lo hace más complicado) sino psicológica. Dado que la red social pregunta si realmente se quiere dejar de seguir y recuerda que una vez que se de ese paso habrá que volver a pedir entrada, el usuario acaba simplemente dejándolo estar.
A los gestores también les sale a cuenta a la hora de ritmo de crecimiento de seguidores. Como explica uno de los gestores, antes de convertirse en perfiles privados esas cuentas de memes pueden crecer a un ritmo de 10.000 nuevos seguidores a la semana. Cuando son privados, se puede empezar a crecer a un ritmo de 100.000.
Pero, además, el movimiento es una suerte de posición frente a los riesgos de la red social y sus cambios de algoritmo. Hasta ahora, muchas de estas cuentas usaban el que sus contenidos se colasen en la pestaña de Explorar para llegar a nuevos seguidores. Sin embargo, a medida que cambian las normas (y la opacidad de Instagram hace que sea imposible saber cómo y por qué) es más complicado entrar. De este modo, pueden saltarse la necesidad de comprender las reglas del juego para crecer y llegar a nuevos usuarios.