El telescopio espacial Hubble sigue dándonos imágenes espectaculares y muy útiles, y no hace mucho de hecho aquí recurríamos a ellas para ilustrar de alguna manera el centro de la Vía Láctea. No obstante, el observatorio tiene ya sus años de actividad y la NASA lleva un tiempo preparado su sustituto, pero el lanzamiento del telescopio espacial James Webb no para de sufrir retrasos.
Cuando hablamos de él aquí comentando las diferencias con su antecesor, estaba previsto que el James Webb (JWST) se lanzase durante este mismo año. Pero tras ello han sido ya varios lo anuncios de retrasos y al parecer la inversión ha sobrepasado de manera considerable lo previsto. ¿Por qué aún tardaremos en ver en acción al próximo coloso óptico de la NASA? Repasamos los imprevistos (o no tan imprevistos) del proyecto.
La agenda inicial
El plan para el JWST era distinto del del Hubble dadas sus dimensiones y su destino, entre otros aspectos. A diferencia del Hubble (que lo tenemos a nuestro alrededor, a unos 538 km), el JWST ha de llegar a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, concretamente a Lagrange L2. llevado por un cohete Ariane 5, durante el transporte irá plegado, ya que el escudo térmico desplegado es demasiado grande (mide casi como una cancha de tenis).
Un cohete preparado para las cargas más pesadas, si bien el JWST pesa 6,2 toneladas frente a las 11 del Hubble. Y lo que parecía definitivo es que ese Ariane despegase en otoño de 2018, pero aunque aún le queda mucho a este año lo que ya es seguro que no será el del lanzamiento del JWST.
Primer retraso: de 2014 a 2016
En la página de actualizaciones propia del telescopio James Webb (aunque con la última actualización en 2016 probablemente haya dejado de funcionar, dados ls últimos eventos) podemos ver que inicialmente se calculó su lanzamiento en 2014, según el primer boletín de noticias de julio de 2006. En ese momento se hablaba de un coste total desde ese momento hasta el lanzamiento de 2.400 millones de dólares, añadiendo 1.000 millones de dólares por cada 10 años de operación.
La cosa se empezaba a torcer cinco años después, cuando en 2011 se supo que la fecha de lanzamiento se retrasaba a 2016 como confirmaba la ESA y como reportaban The Guardian, aunque en ese momento era noticia por el coste que estaba teniendo. A las agencias espaciales les tocó actual de «salva-telescopios» dado que el sobrecoste del JWST había alcanzado casi los 5.000 millones de dólares, pasando de los 1.600 previstos a 6.500 millones de dólares haciendo que otros proyectos de investigación se quedasen sin fondos (y los enemigos del JWST crecían con esto).
De hecho, en la actualización del boletín de noticias de primavera de 2011 se hacía referencia a cambios en la fecha del lanzamiento y en el presupuesto a raíz de que el Congreso estadounidense pidiese un informe independiente (Independent Comprehensive Review Panel , ICRP). Los cambios fueron más allá de fecha y presupuesto, cambiando a algunos miembros del proyecto como el director de proyecto, que pasaba a ser Bill Ochs en sustitución de Phil Sabelhaus, que era destinado a otra misión en la agencia espacial americana.
Segundo retraso: de 2016 a 2018
No tuvo que pasar mucho tiempo para que el lanzamiento sufriese otro retraso. En el boletín de septiembre de 2012 se hablaba ya de que el lanzamiento de JWST se realizaría en 2018, sin especificar motivos, aunque al boletín anterior no puede accederse al dar error la página y puede que en ése (mayo de 2012) se expusiesen las causas.
No obstante, como reportaron en Microsiervos era ya en 2011 cuando la NASA fijaba un nuevo plazo de lanzamiento y presupuesto para el JWST: octubre de 2018 y 8.000 millones de dólares.
Tercer retraso: de 2018 a 2019
La maldición parecía cernirse sobre la construcción y los tests realizados a este futuro portentoso telescopio, cuyo halo de promesa iba virando a quebradero de cabeza a medida que transcurrían los meses. A finales de 2016 hubo que parar algunas de las pruebas de vibraciones al necesitarse tiempo para investigar los inesperados resultados que se registraron, y más tarde se dañó el parasol y se vio que la mitad de los propulsores tenían fugas, todo por error humano como detallaban en Naukas.
Durante una de las pruebas de despliegue del parasol, Northrop Grumman (contratista principal) detectaba algunas grietas en las membranas que se debían al parecer a un «error humano». También vieron que uno de los seis sistemas que posibilitan el despliegue se bloqueó y hubo que cambiar su diseño, y además de las válvulas defectuosas de los propulsores un técnico fue responsable del daño a los sensores que miden el nivel de combustible.
Tras todo aquello, en septiembre de 2017 la NASA comunicaba que el telescopio James Webb se lanzaría entre marzo y junio de 2019, posponiendo entre seis y nueve meses la fecha inicial prevista. En ese momento Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones en las oficina de la NASA en Washington, aseguraba que el retraso no era indicativo de «problemas en el hardware o en el desempeño técnico», sino que se debía a que «la integración de varios elementos de la nave» (aunque esto quedó bastante ambiguo).
En el comunicado comentaban bastante por encima que los tests de la nave realizados por Northrop Grumman ya se habían ocasionado algunos retrasos, aunque especificando que los del telescopio en concreto estaban yendo bien (en el centro espacial Johnson en Houston). También se mencionaba de manera bastante escueta el presupuesto, hablándose de que éste «se acomodaba al cambio de fecha del lanzamiento» sin especificar nada más.
Cuarto retraso: de 2019 a 2020
Quizás fue demasiado esperanzador pensar que ahí se terminaban los retrasos y que el JWST finalmente se lanzaría un año más tarde de la (tercera) fecha definitiva, en 2019. Pero el 28 de febrero de 2018 la Government Accounting Office (GAO) estadounidense (una especie de interventor general del gobierno de Estados unidos) publicaba un informe sobre el estado del telescopio en el que se concluía que de nuevo lo más probable era que el gasto volviese a exceder los cálculos y que el presupuesto en vigor se quedase corto.
Según este informe, vistos los problemas era bastante improbable que la NASA llegase a la ventana de marzo a junio de 2019, como explican en NASA Spaceflight. En concreto la Oficina reporta que la NASA sólo disponía de un mes y medio de margen de contingencia, y en el caso de que surgiesen nuevos imprevistos sería necesario retrasar otra vez el lanzamiento.
Un informe que era especialmente duro con Northrop Grumman, aludiendo a su «mala gestión de recursos humanos», que sus decisiones habían ocasionado un costes extra y que insistió en que el JWST estaría listo en octubre de 2018 cuando era ya poco probable. Y que tenía razón en lo del retraso, porque finalmente la NASA anunciaba a finales de marzo que la ventana de lanzamiento del JWST se posponía hasta mayo de 2020, al necesitar más tiempo para «probar e integrar lo componentes».
¿Será 2020 el año en el que estos nuevos ojos de la NASA y la ESA partan hacia su lejano destino? Por precedentes la duda asoma y con razón, pero la esperanza es lo último que se pierde y puede que a la cuarta vaya la vencida. Que la suerte Fuerza te acompañe, telescopio espacial James Webb.
Imagen | Ball Aerospace
En Xataka | Por primera vez podemos ver en todo su esplendor el enorme telescopio espacial James Webb, el sucesor del Hubble
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La noticia
La mala suerte (o planificación) del telescopio espacial James Webb: acabará llegando justo a la jubilación del Hubble
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Anna Martí
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