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jueves, diciembre 26, 2024
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'La excepción a la regla', regreso y ocaso de una estrella

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La Excepcionala Regla

Warren Beatty vuelve a las pantallas, tras un periodo de 15 años, escribiendo, dirigiendo y protagonizando esta extensa crónica del periodo más oscuro de la vida del cineasta Howard Hughes. Sin embargo, la opción para narrar esa etapa de locura es construir una historia paralela, un romance entre el chófer de Hughes, Frank Forbes (Alden Ehrenreich) y Marla Mabrey (Lily Collins), una reina de la belleza de Virginia.

Marla es atraída por la tela de araña del círculo interno de un maduro Hughes y acaba cayendo en sus brazos, mientras continúa la atracción no resuelta con Frank. Sobre el papel, la trama de ‘La excepción a la regla’ (‘Rules Don’t Apply’) resulta coherente y, de hecho, durante su primera hora tiene una base estructural sobre ese triángulo amoroso extraño. Tras esa presentación inicial, la historia se va diluyendo y acaba dando vueltas sobre el elemento, en principio, más interesante de la historia: la enfermedad del magnate.

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Insulso retrato del TOC

En ese sentido, es reconfortante volver a ver a Beatty actuando y, en realidad, es uno de los puntos más decentes de la producción. El verdadero problema es su guion, pues da la impresión de que nunca decide qué relato quiere ser realmente. ¿Una comedia romántica nostálgica o una sátira sobre las consecuencias del poder y la riqueza?. ¿Un estudio de un genio atormentado o un biopic maquillado?. Todas esas películas comienzan su vuelo pero ninguna de ellas llega a salir más allá de la pista de despegue.

Hay algún elemento individual que funciona, pero con sus más de dos horas, el meridiano del recorrido se convierte en una losa que convierte la segunda mitad en una lucha. La dispersión narrativa tiene como único ancla el interés por las excentricidades de Huges, pero esa parte la vimos mejor y con más impacto dramático en ‘El Aviador’ (The Aviator, 2004). Toda la ambientación y el propósito de crear una historia por varias bandas acaba perdiéndose en un pequeño festival de indulgencia poco disimulada.

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Lo que acaba describiendo, el problema de Hughes (y probablemente el de tantos megalómanos con poder), es que faltaba alguien con los bemoles para corregirle. Quizá el caso con Beatty, en su regreso tras una ausencia tan dilatado en su carrera, tenga algo de la misma dinámica de silencio a la hora de la supervisión externa del trabajo, por lo que puede que los paralelismos entre el personaje y el creador se hagan más eco del que se pretende.

‘La excepción a la regla’: nostalgia desganada

Parte de la curiosidad que permite seguir con algo de interés el devenir la cinta es ver la actuación de Alden Ehrenreich. No sólo por ir evaluando si ha sido una buena elección para interpretar a Han Solo, sino porque había ganas de verle de nuevo tras el hilarante timing para la comedia demostrado en ‘¡Ave, César!’ (Hail, Caesar!, 2016), otra película con nostalgia de la misma época de Hollywood, en la que los hermanos Coen mostraban su sarcasmo habitual a través de los ojos de un estoico cowboy de provincias.

Pero, independientemente de su actuación, a su papel de chófer ficticio le falta vida y resulta un personaje bastante aburrido, llano. En el reparto aparecen nombres como Ed Harris o Martin Sheen, pero son prácticamente cameos. Si merecen mención Candice Bergen y Annette Bening que destaca como la madre puritana de Marla, una Lily Collins que está tan perdida en la película como Ehrenreich. Y es que, al final, todo el abanico de protagonistas se perciben como secundarios, porque lo importante es ver como Huges atormenta a sus empleados con demandas excéntricas.

Y en algún momento Beatty no capta que las adorables rarezas de un multimillonario inestable y narcisista, como humillar a sus actrices haciéndoles saltar para recoger un cheque, no resultan muy graciosas. Si a todo ello sumamos una concepción bastante estática de la puesta en escena y un montaje vago, da la impresión de que arrastra una visión del cine anacrónica y no en el sentido retro-vintage-clásico-encantador, sino en el que se evidencia una falta de contacto con la realidad del medio que da como resultado un agotador quiero y no puedo.



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