A mediados del pasado mes de abril, Fujifilm anunciaba su nueva Instax Square SQ10, que trae consigo dos importantes diferencias respecto a lo que venía haciendo la compañía japonesa con su línea de cámaras de película instantánea. Por un lado, el uso de los cartuchos de formato cuadrado que Fujifilm ya había presentado el año pasado, con claras reminiscencias a uno de los formatos más populares de Polaroid. Por otro, el concepto de cámara híbrida, pues esta vez encontramos, en su interior, un sistema de captura digital, lo que permite aplicar todo tipo de filtros y ajustes antes de imprimir la copia, en línea con un público habituado a la estética de Instagram.
Se trata, este último, de un cambio significativo para las cámaras Instax de Fujifilm, que pierden esta esencia de “inmediatez analógica” para ganar en flexibilidad, y dirigirse así a un tipo de usuario habituado al uso de los smartphones y las aplicaciones móviles. No obstante, para seguir ofreciendo esta funcionalidad de instantaneidad, la Instax Square SQ10 dispone de una posición “Auto” que expulsa la copia tan pronto pulsemos el botón de disparo, como cualquier otra cámara instantánea de la serie.
Si, en cambio, seleccionamos el modo “Manual“, accedemos entonces a todas las nuevas posibilidades de edición que la nueva cámara híbrida ofrece, que son básicamente el ajuste de la compensación de exposición, el grado de viñeteo –tanto para oscurecer como para aclarar los contornos de la imagen– y la aplicación de filtros. En este modo es posible también realizar dobles exposiciones, como veremos más adelante.
Además, no es necesario aplicar estos ajustes después de cada toma, pues, como toda cámara digital, las imágenes se almacenan en la memoria –ya sea en la interna o en la tarjeta microSD– que luego podemos volver a revisar para imprimir solo las copias seleccionadas con los ajustes que deseemos. También es posible hacer uso de la Instax Square SQ10 como si de una impresora portátil se tratase, introduciendo en su ranura cualquier tarjeta con imágenes. Asimismo, existe la posibilidad de imprimir miniaturas, mediante fotocomposiciones de 4 o 9 imágenes. Lamentablemente, no dispone de ningún tipo de conexión inalámbrica para transferir imágenes, algo que seguramente encontremos en futuros modelos.
Tal como nos contaban en Fujifilm durante la presentación de prensa de la SQ10, se trata de la primera cámara de una nueva línea de “fotografía instantánea híbrida”, en la que la compañía parece depositar grandes esperanzas. No hay que olvidar que el negocio de las cámaras instantáneas –6 millones de unidades Instax vendidas a nivel mundial– es especialmente rentable, y supone nada menos que el 40 % de la facturación total para Instax Iberia, siendo nuestro país uno de los más activos en los correspondientes canales de redes sociales.
En su interior, encontramos un sencillo sensor CMOS de 1/4″ con una resolución de 3,68 Mpx, para un total de 1.920 x 1.920 píxeles. Se trata de una resolución bastante comedida, pero, tal como señalaban sus responsables, más que suficiente si tenemos en cuenta que la limitación se encuentra básicamente en el proceso de impresión –de aprox. 800 x 800 puntos de resolución–.
La óptica corre a cargo de un objetivo Instax Lens de focal fija con una distancia focal equivalente de 28,5 mm –muy similar a la que encontramos en la mayoría de los terminales móviles actuales–, con una favorable abertura de f/2,4; lo que, unido a su rango de sensibilidades de ISO 100 a 1.600, posibilita su uso en interiores sin utilizar flash. Asimismo, dispone también de un sistema de autoenfoque –AF con TTL por detección de contraste–, lo que permite mejorar notablemente la nitidez de las tomas. Además, gracias a su interesante distancia mínima de enfoque de 10 cm, es posible acercarse a la fotografía “macro”.
A nivel de diseño, la Instax Square SQ10 hace gala de un estilo sobrio –de momento solo está disponible en color negro, pero no dudamos en que otros colores le acompañarán más adelante–. Su frontal, con un disco central que recuerda a un mini CD y que sirve para encender la cámara, tiene un diseño muy simétrico, con dos botones situados a una altura de 3/4 que pueden ser configurados para ser usados como disparadores –para diestros y zurdos– o como selector de modos de disparo. También encontramos una luz auxiliar de AF, así como un pequeño flash con un alcance efectivo de hasta 8 m –según especificaciones–.
Su panel trasero, también con una evidente disposición simétrica, está dominado por una pantalla LCD de color TFT de 3″, con una resolución aproximada de 460.000 puntos y que, seguramente por una cuestión de economía de costes –entre otras razones–, no es táctil. Justo debajo encontramos la rueda de control que permite configurar todos los ajustes de la cámara, desde sus opciones básicas hasta los distintos parámetros de la toma. Su uso es muy sencillo, enfocado claramente a facilitar la operación de esta Instax.
La alimentación corre a cargo de una pequeña batería de tipo NP-50, que se puede cargar gracias a su puerto micro USB –que es, de hecho, su única funcionalidad, pues no permite transferir imágenes a través de esta conexión–. Según las especificaciones, una carga permitiría una autonomía de aproximadamente 160 impresiones, algo que no hemos podido comprobar durante nuestra prueba al no disponer de tantas copias.
En cuanto a la película instantánea, esta se carga de forma similar a la de otras cámaras Instax, introduciendo el cartucho en su interior y esperando a que saque la primera hoja de prueba que indica que dicha carga ha sido bien realizada y está lista para ser usada.
En este caso, hacemos uso de la Fujifilm Instax Square, cuyas dimensiones son de 7,2 x 8,6 cm, para una “mancha” central de formato cuadrado de 6,2 x 6,2 cm. Se trata de una “mancha” más pequeña que la original de Polaroid, que era de aproximadamente 7,65 x 7,8 cm –es decir, “casi” cuadrada–; en otras palabras, la Instax Square dispone de una superficie 1,6 veces menor.
Cada carga incluye en interior 10 copias, y aunque su precio exacto aún no se conoce oficialmente, los responsables de Fujifilm indicaron que será similar al de los demás cartuchos de Instax –unos 10 € por carga–, lo que supone un coste aproximado de 1 € por copia. No es difícil deducir dónde se realizan los márgenes en el mundo de la fotografía instantánea…
Una vez seleccionada la imagen y aplicados los ajustes deseados, el proceso de impresión se demora unos 10 segundos, al tiempo que la cámara muestra una simulación de la extracción de la copia.
Muestras
A continuación, mostramos una cuenta tomas realizadas con la Fujifilm Instax Square SQ10 y la película Instax Square. En las copias impresas –escaneadas a una resolución de 800 ppp– hemos probado diferentes ajustes de compensación de exposición, viñeteo y filtros, razón de ser, por otro lado, de esta cámara instantánea. Añadimos también los archivos digitales originales como referencia.
Tal como podemos observar en las muestras anteriores, la imagen de la copia impresa no es coincidente al 100% con la imagen digital capturada en cuando al ángulo de toma de refiere, un aspecto que habrá que tener en cuenta si no queremos que la copia haga algún recorte no deseado. En este sentido, es necesario dejar “aire” suficiente para que la escena no quede demasiado recortada.
Por otro lado, tal como comentamos más arriba, el modo Manual también permite realizar exposiciones dobles.
Gracias a la favorable distancia mínima de enfoque, podemos realizar tomas en el territorio macro.
En interiores, los resultados son bastante satisfactorios sin tener que recurrir a ningún tipo de iluminación adicional.
Por otro lado, en las veces que no hemos hecho uso de ningún filtro en particular, hemos notado divergencias de color entre las capturas digitales y las copias impresas, con tonalidades bastante diferentes en algunos casos. No obstante, no creemos que este sea un problema mayor para el target de esta cámara, donde la gran mayoría de sus usuarios se decantará posiblemente por el uso de los filtros disponibles.
Conclusiones
Con un precio de 290 €, la Fujifilm Instax Square SQ10 es bastante más cara que el resto de cámaras instantáneas de la gama Instax, debido a su naturaleza híbrida y sus costes asociados –como la pantalla digital y el sistema de captura–. No obstante, el hecho de quedar justo por debajo de la barrera de los 300 € la hace, a pesar de todo, una cámara al alcance de muchos usuarios, que apreciarán este nuevo concepto y la versatilidad que ofrece la SQ10, además de poder hacer uso del nuevo formato cuadrado de la marca.
Su uso es simple y convincente, en línea con el público al cual va dirigido, y sin ningún aspecto negativo destacable, a excepción de las diferencias de encuadre comentadas más arriba. Quizá la adición de una pantalla táctil y, sobre todo, de una conexión inalámbrica Wi-Fi serían bienvenidas, pero entendemos que habrá tiempo para ello para más adelante.