Han pasado unos cuantos meses desde nuestro primer encuentro a pie de feria en la pasada Photokina y algo menos desde las muestras tomadas con equipo de preproducción desde Niza. Ahora probamos en primicia una de las pocas unidades finales Fujifilm GFX 50S disponibles para prensa.
La GFX 50S supone la entrada de Fujifilm en el sector de formato medio digital, en busca de un nuevo target ubicado entre las cámaras de captor 24×36 mm de alta resolución –Canon 5DS R, Sony A7R II– y el hasta ahora intocable sector de representado por Hasselblad y Phase One.
Quizá el equipo más comparable en términos de precio sea la Pentax 645Z, que sigue siendo fiel a la configuración réflex tradicional, pero conceptualmente su comparación más evidente sea con relativamente reciente Hasselblad X1D, que comparte su diseño mirrorless. Ciertamente el concepto de diseño es aquí clave, pues no veremos una total revolución en esta GFX 50S pero sí grandes avances de cara al futuro, sobre todo si tenemos presente la modularidad que aporta la elección sin espejo de cara a las ópticas compatibles mediante adaptador y otros accesorios.
Aunque se parte de un captor personalizado, es probable que no tardaremos en ver un equipo de Sony con idéntico sensor, estrategia que ha venido siguiendo con otros muchos fabricantes, como Nikon o Pentax. No olvidemos que esto es solo parte de la ecuación y que, en términos de calidad, el procesado de la señal es un porcentaje muy alto del resultado final. Por ello compartir captores, visores EVF u otros recursos no garantiza un mismo rendimiento.
Ergonomía y manejo
La sensación de solidez está presente en todo momento, y si bien no es un equipo pesado, elude disminuciones de su volumen en pos de una mayor presencia y continuidad con el diseño “réflex”, aunque no lleve espejo en su configuración interna. Vemos aquí que se trata de una apuesta diferente a la de la X1D de Hasselblad, donde el grosor y el volumen han sido reducidos a la mínima expresión, en detrimento, claro está, de la ergonomía y manejo de la misma.
A nivel de diseño, la pantalla articulada de la GFX 50S sigue sin convencernos demasiado, y aunque parece lo suficientemente robusta como para aguantar el ritmo diario, el mecanismo escogido para desplegar todos sus giros y basculamientos nos parece un poco enrevesado.
Por otro lado, la empuñadura es generosa y eficaz, con una buena ergonomía, capaz de manejar perfectamente los aspectos fundamentales del equipo con una mano –configuración tradicional para diestros– mientras con la otra se atiende a las labores de enfoque, focal y diafragmado, en el reparto natural de acciones entre óptica y cuerpo de cámara.
Toda la botonería se ha diseñado realizando un ejercicio de escalado y reubicación de otros modelos de la Serie X de Fujifilm, tal como ya pudimos comentar en su momento con los ingenieros responsables de la firma. Comparte –por lo tanto– la forma y posición de muchos de ellos, mejorando en algunos casos su acceso o manejo, como puede ser la convergencia de las caras superiores de las ruedas moleteadas, que reciben el dedo que las maneja de una manera cómoda y segura.
La nueva batería –modelo Fujifilm NP-T125– presenta unas dimensiones generosas, la de mayor amperaje de la Serie X –1.250 mAh–. En nuestras pruebas, aguantó sin queja todas las sesiones fotográficas a las que nos hemos enfrentado.
En conjunto, el set de trabajo usado –Fujifilm GFX 50S junto con Fujinon GF 63 mm f/2,8 WR– nos parece bien equilibrado en tamaño para el segmento de formato medio, pudiendo trabajar durante largas jornadas con él sin sentir una rémora de peso o volumen.
Muestras
Dado que un equipo de esta categoría tiene sus propios nichos laborales, hemos tratado de aproximarnos a ellos todo lo posible para dar mayor realismo a esta prueba de campo, ofreciendo una serie de imágenes para cada tipología fotográfica, común en el segmento de formato medio digital actual.
En tomas de arquitectura o reproducción, no hemos visto distorsiones geométricas notables y el contraste y latitud del sistema son muy buenos, incluso desde los JPEG directos de cámara –quizá algo sobreprocesados, como viene siendo norma en todos los últimos modelos de la compañía–.
No obstante, podemos ver como el sistema de procesado en cámara hace un gran trabajo con la reducción de ruido electrónico en altas sensibilidades, sin empastar el detalle y respetando fielmente la temperatura de color. En el revelador RAW usado –última versión de Adobe Lightroom 2015.9, compatible con los archivos RAF de esta Fujifilm FGX 50S–, observamos, sin embargo, que estos aspectos parecen estar por aún por pulir en sensibilidades altas –cuestión de algoritmos seguramente–. Veremos más detalles relacionados con la relación señal/ruido de en otras imágenes, tomadas ad hoc.
El equipo invita en este proceso a usarse como una cámara de placas, componiendo con toda la calma que este proceso impone, trípode, niveles y encuadre mandan, una opción de entrada al mundo del formato medio digital por lo tanto para muchos usuarios que requieran pleno control de la imagen.
Sin embargo, gracias a los buenos resultados obtenidos a altas sensibilidades, si por una u otra razón “toca correr” y usar el equipo cámara en mano, como si fuera una réflex o sin espejo convencional, podemos subir sin problemas hasta 3.200 o 6.400 ISO con plenas garantías de calidad, donde tendremos detalle incluso en las zonas más subexpuestas de la imagen, con un ruido electrónico muy armonioso.
El nivel de detalle y la calidad del bokeh de este nuevo Fujinon está fuera de toda duda, por lo que forzamos hasta su mínima distancia de enfoque a un valor intermedio para provocar el foco selectivo, con unos resultados muy convincentes.
A valores más cerrados, pero sin aún entrar en difracción, entre f/11 y f/16, tendremos un recorrido muy uniforme de calidad en todo el plano de imagen, desde el centro del fotograma hasta la esquina.
A continuación, y como prometimos más arriba, mostramos unas cuantas imágenes comparativas a diferentes índices de sensibilidad, desde ISO 100 a ISO 12.800, el tope máximo de esta Fujifilm GFX 50S. Empezamos con una primeras muestras en en rango ISO 100-1.600, comparando tanto los archivos JPEG directos de cámara como los obtenidos de la conversión RAW.
Como podemos observar, la relación de calidad es muy buena para todos los JPEG directos de cámara, especialmente en su capacidad para reproducir correctamente el color, así como procesar el ruido electrónico sin empastar el detalle.
En cuanto a los archivos JPEG obtenidos de la conversión de RAW, estos muestran más apertura en la latitud, especialmente en las áreas de sombras e igualmente respetan de manera muy notable la nitidez en todo el rango de sensibilidad disponible. Sin embargo, tal como ya vimos un poco más arriba, observamos ciertas desviaciones en la temperatura de color de estos últimos ficheros –cierta dominante verde–, sobre todo a sensibilidades mayores –ISO 3.200 a 12.800–, debido seguramente a la relativa juventud de los algoritmos del revelador RAW utilizado, y que entendemos que desaparecerán por completo en futuras actualizaciones del software.
Los 50 Mpx de este captor de Fujifilm consiguen arrancar detalle hasta en las zonas más pequeñas, revelando “interesantes” acontecimientos dentro de nuestras imágenes, que pueden ser fácilmente descubiertos ampliando la siguiente imagen.
Si bien creemos que los modos de emulación de película no sean muy necesarios en cámaras de este tipo, los que más nos han interesado han sido los de la emulación de la película “Velvia” y la monocromática “Acros”.
En sesión de retrato con luz de destello el equipo se comporta perfectamente, desplegando todo el potencial de rango tonal y nitidez.
Los archivos RAW son muy maleables y admiten mucho sobreprocesado posterior, siendo un excelente punto de partida para el trabajo de postproducción, totalmente cosido a este entorno profesional de formato medio digital en todas sus disciplinas, arquitectura, paisaje, fotografía de producto, moda o retrato.
Entendiendo que el entorno natural de este equipo será la edición avanzada de sus archivos RAW, otorgamos para su comparación unas propuestas de edición sobre la imagen original para que se pueda valorar su elasticidad y posibilidad de sobre procesado.
En busca de un nuevo usuario
La Fujifilm GFX 50S se podría calificar como una cámara de entrada para el formato medio digital, muy versátil y modular gracias a la omisión del espejo –múltiples opciones de ópticas mediante adaptador, inclusive cámara de placas–, con un precio ajustado dentro del mercado y con posibles opciones de evolución a sensores de mayor resolución –las ópticas Fujinon GF están diseñada para aguantar hasta 100 Mpx o incluso más–.
Por supuesto, nos asaltan dudas razonables sobre la viabilidad o existencia de ese nuevo usuario al cual estaría dirigido el sistema GFX de Fujifilm, entre las actuales réflex de gama alta y el formato profesional de fotografía social, moda y arquitectura. En este sentido, habrá que ver cómo evoluciona este mercado tras la incursión inminente de Sony con su equipo propio, algo que tarde o temprano tendrá que ocurrir, como ya ha hecho –y con cierta rotundidad– con el formato 24×36 mm y su cada vez más presente serie A7.