No hay nada nuevo tras todo lo que hemos ido presenciando en los últimso tiempos en relación a la evolución y cambios de una red social en decadencia como Facebook que en su día conquisto a millones de personas de todo el mundo para establecer nuevos vínculos y relaciones con otras personas. La época dorada de Facebook terminó. Se acabo. No importa que nos deleiten con cifras y estadísticas grandilocuentes sobre el número de personas que conectan o interactuan a diario en esta red social. Y no es solo una opinión personal de la que otros puedan discernir, pues existen demasiados indicativos e indicios que nos confirman cómo, la que fue una vez la red social por excelencia se dirige sin rumbo hacía un precipicio al abismo.
Entiendo que habrá quienes puedan pensar todo lo contrario. Quienes califiquen tales afirmaciones como sensacionalistas o sin sentido, e incluso quienes consideren que Facebook se encuentra en un momento esplendido sin posibilidad de que se desencadene cualquier tipo de crisis de identidad como red social. De hecho, teniendo en cuenta que el 27% de la población mundial está «conectada» a esta red social, puede resultar complicado afirmar que Facebook viva su peor momento. Y sí, parece que su negocio sigue arrojando cifras positivas con incrementos año tras año. De hecho, sus ingresos ascendieron a unos 40 mil millones de dólares durante el pasado año 2017.
Evidentemente, Facebook goza de una excelente salud financiera pero quizás lo importante realmente sería el analizar en profundidad, lo que antes era esta red social, en que se ha convertido y lo que algunos esperábamos de ella. En su evolución, Facebook ha sabido utilizar los mecanismos y estrategias capaces de convertir a muchos de sus usuarios en auténticos «drogadictos digitales» dependientes de sus servicios, pero dudo mucho de aquellas palabras de Mark Zuckerberg acerca de su futuro y sus nuevos cambios con el objetivo de «garantizar que el tiempo que todos pasamos en la plataforma sea un tiempo bien invertido».
Faltaría más que fuera yo quien tuviera que dictaminar como la gente debe emplear su tiempo o decidir si Facebook debe o no resultarles interesante, o dictaminar si es o no la mejor opción para establecer sus vínculos y relaciones a través de un medio como internet. La gente es libre, debe ser libre, pero este derecho no implica que para otros muchos como yo, Facebook se encuentre en un camino hacia su decadencia. Para mi Facebook ya no es lo que era y me cuesta creer en un retorno hacia sus verdaderos orígenes donde la Reina de su reino era el aclamado «engagement» más allá de los «memes» cotidianos a los que nos hemos acostumbrado.
Sin embargo, es el entorno profesional y de las empresas donde Facebook ha perdido su mayor crédito y reputación como red social de referencia. Y es por eso que como profesional ya no me interesa. También encontraremos a quienes consideren que de ser algo inútil o inservible para las empresas, sus cifras de negocio no serían las que nos revelan. Llegado a este punto, podemos contar lo que muchos dicen o lo que otros callan aunque todo termine finalmente por revelarse. Y es que la burbuja de los «social media» sirvió ante todo para que las empresas terminaran convencidas de que Facebook era la panacea de todos los males para más tarde verse obligadas a «pasar por caja» con el objetivo de dar solución a su nuevo y principal problema: la limitada penetración y la falta de respuesta y engagement en sus fan pages que sí lográbamos antaño, cuando todo funcionaba mucho mejor pero que dejaba escapar y fuera de control una parte del negocio que Facebook con todo su derecho ha terminado por apropiarse.
No han sido pocas las empresas y marcas que tras años labrando con esfuerzo una gran comunidad de seguidores, han comprobado que tras los cambios de Facebook, sus esfuerzos quedaron en vano. Fan pages y páginas de marca que apenas logran conectar con sus miles de seguidores o que han sido abandonadas debido su escaso retorno o engagement en comparación con el alcanzado en esos otros tiempos y que ahora, prácticamente se ha visto «evaporado». La única forma de ser visible en esta nueva era de Facebook, es invertir en su publicidad o en los nuevos servicios de promoción que nos venden como el «bálsamo de fierabrás» pero que a modo «off the record» todos critican por su falta de efectividad y eficacia. Pagar para conseguir en muchos casos un puñado de «me gustas» no tiene sentido.
Evidentemente el buen funcionamiento y retorno de su publicidad puede depender sobre todo del tipo de producto, empresa o anunciante. Como es lógico, su publicidad no es apta para todo tipo de empresas, pero nos queda destacar algunos detalles importantes como la huida de anunciantes hacia otras plataformas y redes sociales como Instagram o Facebook, donde se han establecido la mayoría de grandes influencers que en Facebook han visto limitadas sus aspiraciones. De hecho, la perdida de engagement de Facebook ha servido para que otras redes sociales como Twitter resurgieran con fuerza y además con unos resultados en su último trimestre que reflejaban un notable crecimiento en ingresos publicitarios. De hecho, la mayoría de expertos coinciden en señalar a ambas redes sociales (Twitter e Instagram) como las más influyentes.
Facebook también se enfrenta a un «problema de Estado». Y es que como ocurre con muchos países, el tema de las nuevas generaciones puede resultar determinante y ser suficiente para desencadenar en un problema mayor de cara al futuro más inmedianto. Y es que los usuarios más jóvenes están abandonando la red social, mientras que nuevos perfiles mayores de 55 se suman a la red social. Aunque Facebook sigue siendo la red social más popular en reiteradas ocasiones, informes elaborados por eMarketer han advertido sobre el debilitado atractivo de Facebook.
Cabe destacar que la tendencia de abandonar Facebook por parte de muchos usuarios ha sido una tendencia y constante durante los últimos meses. Muchos usuarios piensan en dejar o han dejado Facebook tras el escándalo de datos. Otros sin embargo, lo hacen simplemente por que el efecto fatiga les ha generado cierto cansancio y aburrimiento en una red social «cada vez más limitada». Sus algoritmos han sido fuente de múltiples debates y una de las razones del abandono de ciento de usuarios , empresas y marcas que llegaron a la conclusión de que la labor de una estrategia orgánica y natural dentro de la red social no tenía ya sentido. Al final muchos profesionales se encontraban ante el dilema de «Trabajar para Facebook o para su empresa». Dijeron adiós y se marcharon cerrando la puerta.
Como alternativa, Linkedin, la red social más enfocada al entorno profesional, ha visto incrementado de forma notable la actividad de sus usuarios. Muchos de ellos mantuvieron durante años una gran actividad en Facebook. Cuando los algoritmos estrangularon su engagement y limitaron el alcance de sus publicaciones, no dudaron ni un solo instante en buscar alternativas y abandonar poniendo rumbo a otras redes sociales como Linkedin, donde la interacción con profesionales a pesar de su tradicional modelo Freemium parece gustar cada día más en el mundo de los negocios dando oportunidades a todo el mundo sin excluir o dejar a ningún profesional fuera de ella. De hecho, actualmente Linkedin se encuentra en una fase de renovación de sus servicios para aprovechar esta tendencia.
Aunque Facebook siga sacando pecho de sus números y muchos se sientan cómodos dentro de esta red social, otros hemos decidido abandonarla. Ni siquiera en nuestra fan page, con más de 230.000 seguidores merece la pena malgastar esfuerzos. Facebook ha muerto para muchas empresas y como profesional ya no me interesa.