Si dijéramos que los rusos fueron los creadores de la domótica o el IoT, incluso antes de que les llamaran así, ¿sonaría muy descabellado? Tal vez, pero puede que no estemos muy alejados de la realidad, más ahora al descubrir que existe algo llamado ‘The Sphinx‘, que fue creado durante la era soviética en 1987 y que precisamente nos presenta su idea de hogar conectado.
En plena Guerra Fría, el Comité Estatal Soviético de Ciencia y Tecnología le pidió a Dmitry Azrikan, un diseñador industrial soviético, que creara una «computadora revolucionaria» para los hogares rusos. El resultado fue algo completamente espectacular, ya que presagiaba que todos los dispositivos de nuestro hogar estarían conectados gracias a una red de datos inalámbrica. Y ojo, porque estamos hablando de una idea que nació hace 31 años.
The Sphinx
Debido al éxito del concepto, éste apareció en la revista rusa Technical Aesthetics, donde se hicieron públicos los detalles de este concepto, como los dispositivos que integraban el ecosistema y funcionamiento. The Sphinx, abreviatura de ‘Super Functional Integrated Communicative System’, fue diseñado en 1987 por Dmitry Azrikan con la colaboración de A.Kolotushkin y V. Goessen, quienes crearon un complejo y elegante sistema domótico modular y altamente flexible.
La idea se concibió con el objetivo de reemplazar todas las «cajas del entorno doméstico», como grabadoras, sistemas de audio, televisores, reproductores de vídeo, equipos de radio, relojes, teléfonos o proyectores de diapositivas. Y es que todo estaría centrado en unos cuantos dispositivos capaces de hacer estas funciones y más.
Azrikan describía a The Sphinx no como un proyecto centrado en uno o varios dispositivo, sino como un sistema integrado pensando para la interacción de los consumidores, en este caso familias, y su acceso a la información.
Este ecosistema, o «complejo» como Azrikan lo llamaba, estaba integrado por un par de altavoces esféricos, pantallas desmontables, auriculares, un control remoto de mano con pantalla extraíble, una unidad de disquete con aspecto de tablet, y un procesador con tres bloques de memoria. Y, aseguraba, que todo sería fácilmente escalable y modular. Primera vez que se hablaba de estos conceptos para dispositivos electrónicos domésticos.
Según explicaban, todos y cada uno de los dispositivos de The Sphinx podrían ser usados por uno o varios miembros de la familia, ya que cada integrante contaría con su propio «bloque de memoria» donde estarían almacenadas sus preferencias. Este bloque de memoria se podría montar en cada dispositivo para ser usado sin tener que configurarlo cada vez.
Todas las señales de los medios de comunicación estarían conectadas a este sistema para transmitir tanto sus programas de entretenimiento como de información, e incluso se ofrecerían servicios de «juegos electrónicos» para jugar en familia o con amigos. Debido a la flexibilidad del sistema, cada familia podría comenzar con un pantalla y un par de altavoces, y con el tiempo ir creciendo para ampliar el ecosistema.
La pantalla plana, de un metro de altura, serviría para mostrar programas, películas y juegos, así como obras de arte, audio y hasta fotografías familiares, ya que serviría como marco cuando no se está usando. Incluso se podría configurar para realizar videollamadas, o mostrar información relevante como noticias, pronóstico del tiempo o recordatorios.
También se tendrían disponibles pantallas de menor tamaño, de 240 x 400 milímetros, las cuales estaban pensadas para actividades individuales y podrían ser usadas por hasta tres personas. Estas pantallas se podrían añadir a escritorios, altavoces, mandos, paredes e incluso integrarlas a los muebles.
El control remoto personal tendría su propia pantalla desmontable y sería capaz de operar una gran cantidad de dispositivos vía voz o a través de su teclado alfanumérico configurable. Vamos, hasta se decía que desde esta pantalla en el mando se podrían ver programas, acceder a juegos o hacer videollamadas.
Otro de los dispositivos que integraban The Sphinx era la unidad de disquete, que era una especie de mando de mayor tamaño, como una tablet a la que podríamos añadirle una pantalla, altavoces y tenía su propio auricular para hacer llamadas. Su objetivo era servir de ordenador portátil para estar conectado con la familiar cuando se estuviera fuera de casa.
Como sabemos, The Sphinx nunca se hizo realidad tal y como fue concebido, esto se debió principalmente a que en aquella época no había la tecnología para poder conectar y comunicar todos estos dispositivos entre sí. De hecho, mucho de lo que usamos hoy día en el hogar tal vez esté inspirado en esta maravilla rusa, aunque nunca lo sabremos.
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La noticia
Este asombroso concepto soviético de hogar conectado de 1987 nos muestra como los rusos estaban muy adelantados a su época
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Raúl Álvarez
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