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viernes, agosto 23, 2024
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Entendiendo la Interacción Humano-IA con el Robot Sophia

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Nuevo estudio analiza si podemos comprender y empatizar con robots avanzados como Sophia y las implicaciones de esta interacción en la distinción entre encuentros simulados y reales.

La inteligencia artificial avanza rápidamente, acercando cada vez más la comunicación entre robots y humanos a una interacción natural.

Un estudio reciente analiza las complejidades de entender y empatizar con agentes artificiales como Sophia, explorando si es posible o apropiado atribuirles subjetividad y qué impacto podría tener esto en nuestras relaciones con la tecnología.

Cómo los Humanos Entienden y Empatizan con la IA

La investigación publicada en Phenomenology and the Cognitive Sciences por Thomas Fuchs profundiza en la capacidad de los humanos para entender y empatizar con agentes artificiales como Sophia, un robot humanoide desarrollado por Hanson Robotics.

Sophia puede mostrar expresiones faciales humanas, reconocer personas y entablar conversaciones complejas, lo que suscita preguntas sobre la verdadera naturaleza de su «comprensión».

Fuchs argumenta que la premisa para entender a otros se basa en la suposición implícita de la subjetividad de nuestro interlocutor, lo que permite sentimientos compartidos y una «intencionalidad conjunta». Sin embargo, esta subjetividad está ligada a la vivacidad de un organismo, lo cual los agentes artificiales, por su naturaleza, no poseen.

El estudio examina dos formas de entendimiento comunicativo: la empatía y la comprensión semántica. La empatía se refiere a captar la expresión emocional del otro, mientras que la comprensión semántica implica entender sus declaraciones verbales.

Aunque los sistemas de inteligencia artificial pueden simular estas interacciones, Fuchs sostiene que esta simulación no equivale a una comprensión genuina, ya que falta la perspectiva de segunda persona y la intención comunicativa.

Un caso ilustrativo es la película «Her», donde el protagonista se enamora de un programa de inteligencia artificial. Este ejemplo subraya cómo la perfección de la simulación puede difuminar la línea entre la realidad y la ilusión, llevándonos a cuestionar la autenticidad de nuestras relaciones con las máquinas.

Fuchs destaca que «la empatía involuntaria que sentimos hacia los agentes artificiales se basa meramente en nuestra tendencia al antropomorfismo«. Esta inclinación a atribuir intencionalidad a los robots no corresponde a una experiencia subjetiva real.

Desde la antigüedad, la humanidad ha intentado crear criaturas artificiales, desde autómatas hasta robots modernos. Sophia representa un avance significativo en esta trayectoria, desafiando nuestras percepciones sobre la inteligencia y la interacción humano-robot.

El estudio de Fuchs concluye que, aunque los robots como Sophia pueden simular la comunicación y la empatía, carecen de la subjetividad necesaria para una verdadera comprensión mutua. Este hallazgo resalta la importancia de mantener una distinción clara entre simulación y realidad en nuestras interacciones con la inteligencia artificial, promoviendo un enfoque consciente en el uso del lenguaje para describir estos sistemas.



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