En esta entrega del proceso de preproducción en cinematografía seguimos hablando del equipo humano, en concreto del foquista y del Técnico de Imagen Digital (DIT).
El foquista
Una vez que se aproxima el inicio del rodaje, la siguiente sugerencia –de cara a la contratación– debería ser la del mejor foquista que podamos permitirnos. Infravalorar la importancia de un foquista con experiencia es uno de los errores más garrafales que se pueden cometer en cualquier producción. Si las tomas están llenas de rascados de foco evidentes, cuando se vean en pantalla grande no hay donde esconderse… aunque siempre cabe la posibilidad de ganar el Oscar a la mejor fotografía si convences a los votantes de que el conjunto de desenfoques más descarado no es más que un sentido homenaje a los musicales clásicos –que no presentaban ninguno de esos rascados para empezar–.
El foquista nos asistirá a la hora de establecer una lista de equipos concienzuda pero asequible y puede iniciar la labor de preparar el material para el rodaje. El trabajo conjunto, con la persona que ocupe este puesto, permite al director de fotografía generar listas preliminares de paquetes de cámara y ópticas para consultar con diferentes empresas de alquiler. Según vayan evolucionando tales listas, los productores y directores de producción ganarán confianza en los presupuestos y el apoyo que van a recibir. Una vez que las listas se hayan depurado lo suficiente –tanto por parte de producción como por parte de las empresas de alquiler– como para establecer una definitiva, se habrá establecido un buen nivel de confianza entre ambas partes. A su vez, la confianza del director de fotografía y de su foquista en el material les dará más seguridad durante el rodaje.
Cuando los departamentos de eléctricos, maquinistas y cámara empiecen a trabajar, las listas de equipos para alquilar comenzarán a intercambiarse entre los mismos. Resulta imprescindible colaborar constantemente con los productores y el director de producción a lo largo de este proceso. Es primordial mantener los costes del alquiler de material dentro de los parámetros marcados por su departamento. Puede que hacer películas, o series, o publicidad, o video-clips sea un arte. Puede que haya ocasiones en las que resulte ser arte y ocasiones en las que no. Pero lo que nunca puede dejar de ser es un negocio, que necesita generar beneficios para seguir existiendo. Dejemos las masturbaciones mentales para las charlas de bar e intentemos llevar a buen puerto el proyecto que tenemos entre manos. Alfred Hitchcock –quizá uno de los directores que mejor supo combinar el aspecto técnico y comercial en su obra– aseguraba, cuando le preguntaban qué era el cine, que era “una sala de cuatrocientas butacas que hay que llenar“.
Durante esta parte del proceso, es esencial prestar atención a ese aspecto del trabajo. No cabe duda de que –en el pasado– ha habido algunos casos puntuales y notorios de productores “de copa y puro”, cuyo único propósito era estafar a trabajadores y espectadores por igual. Alguno que otro aún sigue suelto. Pero la realidad es que este tipo de sinvergüenzas es cada vez más anecdótico. Por regla general, estamos utilizando el dinero de personas que deciden invertir su capital y su confianza en nuestra habilidad para sacar adelante una historia contada de manera visual. Personas que –en ocasiones– llegan a hipotecar su propia casa para conseguir financiar esa aventura, cuando podrían centrarse en cualquier otro sector mucho menos arriesgado e incierto. La industria entera se sustenta sobre su valentía o su –relativa– locura. Lo menos que podemos hacer es avanzar en la misma dirección.
Se pueden incorporar las listas generadas por los departamentos de iluminación, maquinistas y cámara al guion técnico y al correspondiente calendario, que elabora el primer ayudante de dirección. Como hemos mencionado anteriormente, el material específico –como grúas, fuentes de iluminación especiales, ópticas extremas, filtros poco comunes o cuerpos de cámara adicionales– se debe alquilar sólo para las escenas y tomas que lo requieren, evitando el gasto inútil de mantenerlo en el set una jornada tras otra criando malvas.
El Técnico de Imagen Digital (DIT)
El Técnico de Imagen Digital (DIT) ayuda a los directores de fotografía a delimitar y facilitar el flujo de trabajo, decidir qué sistemas de grabación y monitorización utilizar, así como manejar el aspecto que quieren obtener a partir de las cámaras de cinematografía digital.
A menudo, el DIT controla los ajustes de tales cámaras para conseguir manipular –de forma creativa y/o técnica– la imagen, según las premisas marcadas por el director de fotografía. Puede que también entren, dentro de sus responsabilidades, las de transferir, manejar y archivar los datos digitales, tanto para crear dailies a partir del metraje en RAW como para preparar las imágenes para su postproducción, aunque estos menesteres son parte de las funciones del Data Wrangler que, cuando el presupuesto permite esas alegrías, debería ser un puesto aparte.
La posición de técnico digital de imagen es relativamente reciente dentro de un set de rodaje y desde hace más de una década existe un debate permanente sobre el departamento al que debería pertenecer. Parece lógico, no obstante, que el departamento en cuestión tendría que ser el de cámara. El director de fotografía necesita sugerir la contratación de la persona que vaya a ocupar el cargo y encargarse de entrevistarse con los posibles candidatos, ya que durante el rodaje dirigirá a ese profesional –que responde directamente ante aquel sobre la dirección que debe tomar su trabajo– y precisa contar con su absoluta confianza. El puesto de DIT se creó como respuesta a la transición desde un medio basado en el soporte fotoquímico –cuyo origen coincide con los del propio cine– al de la cinematografía digital. La tarea del DIT es trabajar con el director de fotografía y asistirle en todo lo referente a monitorizar la exposición correcta, la creación y los ajustes adecuados de las look-up tables (LUT), los parámetros de cámara y la manipulación y manejo del metraje.
En la medida de lo posible, todos y cada uno de los proyectos narrativos basados en sistemas de cinematografía digital deben contar con un profesional a cargo de la labor de DIT. La narrativa cinematográfica implica que el director de fotografía afronte numerosos retos en todo momento. Ese par de manos extra es siempre útil y –cuando nos hallamos en situaciones de estrés o cuando los elementos técnicos del flujo de trabajo fallan– resulta imprescindible.