Durante absolutamente toda la proyección de ‘Deadpool 2’ tuve, sentado muy cerca de mi sitio a un fan del mercenario bocazas que se tronchaba con absolutamente todos los chistes de la película. No tengo ningún problema con eso: las comedias son para reírse, y yo encantado de que la gente disfrute, por muy enérgicamente que vocalice su satisfacción. Pero me llamó profundamente la atención que no hiciera distinción en sus carcajadas entre los chistes buenos, los malos y los infectos, que de todo hay en ‘Deadpool 2’ por una cuestión de mera estadística, ya que en ese sentido es una ametralladora.
Lo que está claro es que es el público ideal para ‘Deadpool 2’: alguien que encuentra gracioso el mero concepto de embutir referencias y parodias sin freno en una película disfrazada de ficción superheroica, por encima de la calidad de esos chistes. Es decir, alguien que encuentra gracioso que un héroe enmascarado haga cosas poco habituales en el género (sea irrespetuoso, sanguinario, malhablado e irreverente) sin entrar cualitativamente en lo que hace.
Nuevamente, no juzgo. Pero que Deadpool llame a Josh Brolin «Thanos» o «John Connor» no es exactamente un chiste. Es un examen entre los listos de la clase, para ver cuántas referencias se pillan o cuántas veces se cita a personajes de la competencia (que cada vez es menos competencia, por otra parte; ¿es posible que un Deadpool cada vez más blanco acabe siendo una -otra- franquicia de Disney-Marvel-Fox?)
Hasta aquí puede parecer que ‘Deadpool 2’ es como una de esas máquinas que lanzan pelotas de tenis, pero con chistes malos con coartada de referencia pop. Vamos, una ‘Deadpool Movie 7’. Y no. Al menos, no todo el rato: ‘Deadpool 2′ es genuinamente graciosa muy a menudo: la formación de X-Force, sus momentos en la mansión de Charles Xavier… cuando ‘Deadpool 2’ es muy tonta pero funciona, funciona mejor que nunca. Por ejemplo, cuando roba una ridícula motocicleta para perseguir un camión de alta seguridad. Por alguna razón, la imagen del superhéroe implacable en una motito es graciosísima.
Del mismo modo también es graciosísimo cómo están escritos algunos personajes secundarios (Domino, Yukio, Peter…), y alguna que otra subtrama (de nuevo, X-Force y su casting de superhéroes, que aunque no original al cien por cien -‘Mystery Men’, cuánto os debemos-, arranca más de una carcajada; o los desmanes de Deadpool con los X-Men). O, sin ir más lejos, una secuencia post-créditos que obviamente no vamos a desvelar aquí, pero que aglutina toda la mala baba y el humor corrosivo que se echa de menos el resto de la película.
El mercenario bocazas, más bocazas que nunca
Sin embargo, ‘Deadpool 2’ quiere ser una película de verdad, y hay un par de subtramas dramáticas que, pese a estar disfrazadas de ironía, van muy en serio. Deadpool, no lo olvidemos, es un personaje de trasfondo trágico, que en los experimentos de Arma-X sufrió lo indecible hasta perder el juicio, y por eso en la más bien ridícula ‘X-Men Orígenes: Lobezno’ era un personaje serio. Su biografía permite plantearlo como tal. Aquí tenemos dos ejes dramáticos que no funcionan: el primero es previsible y muy similar al de la primera (y aún menos equilibrada) parte de la serie.
El segundo de estos ejes viene de un personaje inesperado, Firefist, un niño mutante de considerables poderes y que argumentalmente hace bien su función de engranaje a través del que encajan piezas, personajes y situaciones: muchos elementos dispares de la película conectan a través de él. Lo que no conecta tan bien es el trasfondo dramático que otorga al personaje de Deadpool, endeble incluso desde una perspectiva paródica. Los responsables de la película han decidido que la película será muy gamberra pero un huérfano es un huérfano, por muchos chistes sobre gordos que le encasquetes.
‘Deadpool 2’ ni siquiera es todo lo brillante que debería ser en términos de puro espectáculo, y muchos menos estando firmada por David Leitch, director de una película brillante en ese sentido como ‘Atómica’. Determinadas secuencias de acción, como el asalto al orfanato o la visualización de los poderes de Domino tenían un potencial que nunca llega a explotarse de todo. No debería ser un inconveniente grave en una parodia, pero es que ‘Deadpool 2’ no quiere dejar en ningún momento de ser también una película de superhéroes.
Quizás ese sea su gran problema: aunque a nivel de personajes (gracias en buena parte al carisma de Cable, Domino y los X-Force) va unos pasos por delante de la película precedente, siendo una producción algo más libre, ‘Deadpool 2’ no se atreve a quitarse del todo el manto de película superheroica con (muchos) chistes. En ese sentido, y aunque no lo parezca, es menos atrevida y corrosiva que, por ejemplo, ‘Thor: Ragnarok’, que tiene alma de auténtica comedia y da unas cuantas patadas a las convenciones del género, además de estar comandada por alguien que conoce a la perfección los resortes del humor. Por eso, ‘Deadpool 2’ tan a menudo no es más que una recopilación de guiños como los del resto de las películas de héroes Marvel. Aunque el recadito venga con retranca.
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‘Deadpool 2’ funciona incluso mejor que la primera, pero sigue siendo menos gamberra de lo que ella misma piensa
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Xataka
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John Tones
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