En las últimas horas, decenas de artículos han inundado la red sobre los problemas de seguridad inherentes al diseño de los procesadores de Intel. Algunos medios ya lo han bautizado como el error más grave en seguridad de los últimos años puesto que, según los primeros análisis, la solución al problema implicaría una disminución del rendimiento de los ordenadores afectados que llegaría al 30%.
De ser esto cierto, las consecuencias serán realmente nefastas para la compañía que hoy equipa la mayoría de ordenadores –de sobremesa y portátiles– del mundo, pues una pérdida de prestaciones de tal magnitud sería difícil de asumir por los usuarios, que verían que sus tareas diarias –desde las más simples hasta las más complejas como la edición de vídeo– necesitarían más tiempo para ejecutarse, sin contrapartida alguna. Además, el problema afectaría a todo tipo de sistemas operativos, incluidos Microsoft Windows, Apple macOS y Linux.
El revuelo es, por tanto, más que comprensible. De hecho, tal como reporta tom’s Hardware, la bolsa ha reaccionado ya a estos primeros análisis con pérdidas para Intel superiores al 7% de su valor bursátil, mientras uno de sus competidores más inmediatos, AMD, veía como sus acciones subían un 10%.
No obstante, estas primeras reacciones parecen ser un tanto desproporcionadas, como suele ocurrir en muchos otros casos cuando salen a la luz este tipo de noticias. De hecho, muchos de estos resultados negativos se centran en pruebas de laboratorio poco susceptibles de encontrarse en la realidad, y análisis más contrastados indican que la pérdida de rendimiento no sería tan importante para la mayoría de usuarios. Algunas de las actualizaciones de software ya publicadas mostrarían conclusiones similares.
Asimismo, al parecer este problema de seguridad, mediante el cual se podría acceder a datos cifrados como contraseñas, no afectaría solo al diseño de los procesadores de Intel como se pensaba al principio, sino que otros fabricantes tales como AMD o ARM podrían también sufrir de los mismos problemas.
Es lo que se deduce del comunicado oficial de Intel, hecho público hace apenas unas horas, en el que reconoce dicho problema, pero a la vez desmiente ciertas de las informaciones publicadas por algunos medios, especialmente aquellas referentes a la grandes pérdidas de rendimiento o la capacidad de poder modificar el código –según la compañía, solo se podrían leer datos, pero en ningún caso modificar o borrar–.
Quedan, de todos modos, muchos puntos aún por esclarecer, sobre la naturaleza del error en sí, pero también sobre las consecuencias reales que tendrá encontrar una solución al problema. Intel se ha comprometido a dar más detalles al respecto en los próximos días, en los que se esperan que las demás compañías implicadas también se pronuncien.
Por el momento, las fluctuaciones de bolsa sobre las acciones de Intel y AMD ya se han revertido, recuperando la primera parte de lo que había inicialmente perdido y viceversa…
Más información en la nota de prensa oficial.