Uno de los formatos más odiados en la publicidad online es aquel que emerge mientras se está navegando. Los formatos pop-up han sido uno de los que los consumidores más han odiado en los diferentes escenarios y es uno que odian especialmente cuando acceden a los contenidos desde dispositivos móviles. Esto se comprende especialmente bien si se tiene en cuenta cómo se ven los contenidos desde pantallas móviles y lo que la ventana pop-up suele suponer. En la limitada pantalla de estos dispositivos, resulta casi imposible cerrarlas muchas veces haciendo tediosa la experiencia de seguir navegando con normalidad.
Los anuncios pop-up son de los más molestas y más odiados y son, por tanto, de los que se suelen posicionar de forma destacada en los planes de los medios y de los jugadores de la publicidad online cuando se habla de mejorar la experiencia de navegación de los internautas. Cuando se habla de sistemas que eliminarán anuncios o de métodos que penalizarán a quienes ofrezca una mala experiencia de navegación, este tipo de anuncios suelen aparecer de forma recurrente en los listados de las cosas que se castigarán.
Y, sin embargo, los anuncios pop-up están lejos de desaparecer y se siguen empleando de forma bastante recurrente en la red. Por un lado, están los medios y las apps que los emplean de forma absolutamente consciente y que están lejos de ser unos pocos. De hecho, posiblemente todos los internautas se hayan cruzado en algún momento, navegando desde algún dispositivo móvil por algún medio de referencia, con algún anuncio ultramolesto que ocupa la pantalla y que impide seguir viendo el contenido que se quiere ver (y ante el que en no pocas ocasiones hay que romperse la cabeza buscando la x que permita cerrarlo).
Estos medios y estas apps que los emplean lo hacen porque, en la guerra por obtener ingresos, han decidido que lo importante es lograr hacer algo de caja, aunque los consumidores no acaben pareciendo muy conformes con la situación. Para ellos, los anuncios intrusivos son una solución rápida al problema. Es imposible no verlos y por tanto es imposible no cobrarlos. Que al consumidor le molesten y que pueda acabar odiando la web en cuestión y hasta evitar volver a entrar es harina de otro costal.
Pero ellos no son los únicos protagonistas de esta debacle, ya que, y por otro lado, en los últimos tiempos se ha producido una emergencia en los anuncios online que no solo son pop-ups, sino también bastante cuestionables. Son esos anuncios emergentes que aparecen mientras se navega, prometiendo un premio o recordando que se es el navegante un millón.
Habitualmente, aparecían en páginas ‘cutres’ o poco seguras, pero ahora se han convertido en una suerte de presencia recurrente online y han empezado a afectar a más y más jugadores online. Poco importa que seas The New York Times, ya que tu cabecera también se puede ver afectada por este tipo de anuncios.
El boom del pop-up malicioso
La presencia de este tipo de anuncios ha ido en aumento en los últimos meses, como apuntan en Wired. No son exactamente un problema nuevo, pero el hecho de que cada vez sean más populares y, sobre todo, que estén presentes en cabeceras reputadas ha hecho que la cuestión sea más visible que nunca.
Como apuntan en el medio estadounidense, los consumidores están más frustrados que nunca con esta experiencia, especialmente porque aparecen cada vez más, en sites más inesperados y en terrenos más y más variados. El móvil se ha convertido en su nuevo terreno de juego. Se puede estar leyendo una noticia con todo el interés cuando, de pronto, aparecerá este tipo de contenido un poco de la nada.
Afectan también a los grandes
«Estos pop-ups no son una táctica nueva», explica un especialista en la materia al medio, «los he visto por la red por lo menos ya hace seis o nueve meses como mínimo». Los mensajes son en realidad redirecciones, el tradicional ad hijacking pero presentado de una manera que no lo parece y, sobre todo, afectando a sites tradicionalmente seguros y con buena reputación. Muchos de ellos resultan imposibles de cerrar y otros bloquean incluso el botón de ir atrás, lo que hace que la única manera de abandonar la redirección y su ventana emergente solo se pueda cerrar el navegador. «Estas cosas solían pasar en los ‘sites basura’, ahora está ocurriendo en The New York Times«, añade otro experto.
¿Por qué está ocurriendo esto?
La clave está en la publicidad y, especialmente en los marketplaces. Los medios están usando cada vez más ad exchanges y algunos de ellos se están convirtiendo en el punto de entrada para anuncios que explotan JavaScript para iniciar el proceso que llevará a servir este tipo de mensajes. Y, aunque las plataformas publicitarias más importantes y reconocidas prohíben este tipo de sistemas, no lo hacen todos los ad exchanges y por tanto no hay una barrera firme contra ellos.
Para los medios, este es un nuevo y serio problema, ya que ellos son los que se llevan el enfado del lector ante lo que está ocurriendo, mientras otros, con sus redirecciones y mensajes publicitarios basura, están haciendo la caja.