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miércoles, diciembre 25, 2024
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Cómo el ecommerce y los cambios sociales han impulsado la venta de juguetes y productos eróticos

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PuroMarketing

Se les puede encontrar en listas en medios populares como Buzzfeed, en artículos en las llamadas ‘revistas femeninas’, entre los productos que venden en las farmacias o en las parafarmacias online o entre lo que ofrecen tiendas online con gran poder de convocatoria, como Amazon (y en la que, como ocurre con otras muchas cosas que se venden en la tienda online, los consumidores dejan comentarios, votaciones y recomendaciones): los productos eróticos y los juguetes sexuales han dejado de estar confinados en tiendas específicas o en el fondo de las tiendas de regalos para normalizar su presencia y estar allá donde pueden estar sus consumidores. Comprar productos y juguetes eróticos se ha convertido en simplemente otra cosa más.

Esta normalización viene marcada, en parte, por ciertos cambios sociales. Los cambios demográficos han hecho que se pierda cierto puritanismo o que se deje de ver a todo lo que tiene que ver con el sexo como cierto tema tabú. Para las nuevas generaciones, ciertos clichés han desaparecido, como también la idea de que ciertas cosas son tabú. Pero este no es el único elemento a tener en cuenta.

Los cambios sociales, como pueden ser la popularización del feminismo (que ha propiciado que muchas cosas se vean de otra manera), la mejor y más fluida comunicación en temas vinculados con el sexo (que aparecen mucho más habitualmente en los medios y de una forma más cercana y menos ‘a lo escandaloso’ del pasado) o el boom de ciertas modas de consumo (como ha ocurrido en los últimos tiempos con 50 sombras de Grey y todo lo derivado), han impactado también en este terreno y en el modo en el que se compran y venden productos como Juguete eróticos, Vibradores, geles lubricantes…

Y, por supuesto, en este cambio y en esta popularización de productos y pautas de consumo ha tenido un peso muy importante internet. La red ha hecho no solo que encontrar información sea más sencillo, sino que también ha ampliado la distribución de esos productos, ha modificado el modo en el que se venden (creando por ejemplo sitios destinados sobre todo a las mujeres) y ha eliminado la sensación de vergüenza que podría quedar para algunos consumidores (y especialmente consumidoras) al comprar este tipo de productos. La red ha hecho que se pueda comprar lo que se quiera desde casa y sin que nadie pueda decir o pensar nada.

De hecho, parte del éxito de 50 sombras de Grey y del boom editorial posterior de la novela erótica estuvieron muy vinculados a esta realidad. Como explicaban no pocos analistas editoriales en su momento, el hecho de que comprar estos libros en internet dotase de cierto anonimato (anonimato al que se sumaba el poder leerlos en formato ebook, que hacía que las portadas no fueran visibles), eliminó para no pocos lectores y lectoras las primeras barreras de entrada. Fueron la primera piedra para un éxito posterior que hizo que posiblemente cayeran todas las barreras que pudiesen quedar y que hizo que muchos lectores se sintiesen ya cómodos leyendo esas novelas.

Y quizás eso es lo que puede estar haciendo ahora también internet con la compra de productos y juguetes eróticos.

Los números del mercado

Una de las últimas estadísticas sobre cuánto dinero mueven los productos eróticos ya apuntaba hacia unas cifras bastante elevadas en lo que a consumo de este tipo de productos toca. La facturación de las empresas de productos eróticos (según una estadística de Dolce Love de 2015) estaba ya en los 500 millones anuales, gracias, apuntaban entonces, a los cambios en las pautas de consumo.

La profesionalización de los sexólogos, la aparición de nuevos modelos de negocio o el boom de las reuniones de tupper sex, señalaban, había afianzado el sector. Y, por supuesto, entre los datos que habían hecho que el mercado creciese también estaba la distribución online, que había impulsado el consumo. Entonces, los especialistas detrás de los números apuntaban a que las previsiones para los años siguientes estaban en el crecimiento en cuota de mercado y en ventas.

Otro estudio de Dolce Love señalaba que las compradoras eran ya quienes estaban manteniendo el mercado. 8 de cada 10 compradores de juguetes eróticos en España (según un estudio de 2016) son mujeres, con edades comprendidas entre los 20 y los 45 años. Esas consumidoras gastaban una media de unos 60 euros por cada compra y un 15% más de media que los hombres.

El hecho de que cada vez hubiese más tiendas físicas, pero también que hubiese muchas más webs especializadas y que todas ellas tuviesen una imagen moderna y cuidada hacía, explicaban en los resultados del estudio de Dolce Love, que se comprase más y que se llegase a este nicho de mercado. Los juguetes se habían conseguido cambiar su imagen de posicionamiento a un nivel más general y habían empezado a ser vistos de forma más amplia por la población como una llave para tener una vida sexual plena.

Un 65% de todos los productos eróticos que se venden online, apuntaba otro estudio, lo compra las mujeres.

Un giro en el mercado

Y es que en los últimos años el mercado ha estado protagonizando un giro. «Nos pareció curioso que no existieran productos eróticos destinados a mujeres, así que investigamos el mercado y vimos había mucho crecimiento a nivel de pequeñas tiendas llevadas por mujeres y que estaban dando un giro al canal, ya que hasta entonces eran siempre los típicos sex shops cerrados y oscuros de toda la vida», explica Marta Aguiar, una de las cofundadoras de Bijoux Indiscrets, en El Confidencial.

Aguiar montó una empresa de productos eróticos, segmentado a mujeres, en 2006. En 2017 facturaron 2,8 millones de euros y ya vendían en 40 países en todo el mundo. Aguiar ha visto cómo han cambiado las cosas y cómo se ha reorganizado el mercado. Como señala en el artículo, «a partir de 2009 hubo un cambio de mentalidad, más tarde en 2011 apareció el fenómeno de 50 sombras de Grey, que te puede gustar más o menos, pero fue un revulsivo… y con los sex shops ocurrió lo que yo llamo el ‘efecto japo-chino’, cuando los restaurantes chinos se ‘vistieron’ de japoneses para atraer a más gente. Pues con los sex shops pasó igual: muchos de ellos cambiaron su forma de vender y presentarse al público, y esto abrió mucho el mercado».



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