Hay una de esas frases célebres que se suelen repetir cuando se habla del mundo de la moda y de cómo son en realidad las personas elegantes. Dice algo así como que antes de salir de casa siempre se quitan algo. La idea suele aparecer en artículos, análisis y demás espacios en los que se dan consejos sobre cómo vestir ‘bien’. La idea de base es que las personas que son elegantes suelen apostar por lo simple y que recargarse o mostrar todo lo que se tiene no sirve para tener un aspecto bueno.
¿Qué tiene que ver un consejo de la industria de la moda cuando se está hablando de networking y de presencia profesional en redes sociales? A primera vista podría parecer que nada, pero lo cierto es que ese consejo de sacarse algo antes de salir de casa se podría aplicar a algunas redes sociales y a algunas estrategias a seguir en ellas ya no para mantener una buena marca personal sino más bien para crear una óptima relación de redes.
Es decir, si se quiere que la presencia en redes sociales – especialmente en algunas – tenga valor y aporte realmente algo a quien está en ellas, aplicar el consejo de la industria de la moda en lo que a relaciones toca puede ser bastante valioso. Es también algo similar a lo que se apunta cuando se dice que quien tiene un amigo, tiene un tesoro: no hay que tener miles de amigos, sino amigos valiosos.
Eso es lo que ocurre en LinkedIn. La red social es un entorno profesional y uno en el que las conexiones son lo que importan. Es la red para conocer a gente y para tener contactos. La lógica hace casi pensar que lo más importante es tener muchísimos contactos y una audiencia brutal.
Al fin y al cabo, eso es lo que se busca de otras redes sociales. Lo importante en Twitter, por ejemplo, parecía durante un tiempo el tener una amplia masa de seguidores. Era lo que las empresas querían y buscaban y era también a lo que aspiraban los profesionales, que buscaban demostrar que eran un elemento de referencia en su entorno esgrimiendo sus cifras de audiencia. Las empresas aprendieron hace ya algún tiempo que la cantidad no importa tanto como la calidad y el engagement. Quizás ha llegado el momento también de que los profesionales asuman esta realidad.
Lo importante no es tener una gran masa de amigos y una aparente red de contactos muy amplia, sino que esa red de contactos sea de verdad y sea relevante. Si los contactos no sirven para nada o no aportan nada, todo ese trabajo que se ha hecho – o no tan trabajo, ese más bien aceptar todas las invitaciones recibidas – no ha servido para nada.
¿Qué debe hacerse y qué no debe hacerse entonces en LinkedIn a la hora de generar una red de valor? Un análisis en FastCompany, para el que han partido de recomendaciones desde dentro de LinkedIn, ayuda a perfilar cuáles pueden ser las líneas maestras para tener una buena red en LinkedIn y no simplemente spam en la lista de contactos.
Hay que establecer una estrategia de crecimiento desde el primer momento
Cuando se abre un perfil en LinkedIn y se empiezan a publicar contenidos o a establecer relaciones, se siente un cierto pánico al vacío. Es el efecto de lo que se podría llamar el miedo a los tres amigos. No se quiere ser el perfil que tiene muy pocos contactos o el que no llega a una gran masa de potenciales redes. Por ello, se tiende a enviar invitaciones casi sin ton ni son y a aceptar todo lo que venga por el camino.
Sin embargo, esa no es la estrategia más correcta. Como apuntan en el análisis, hay que establecer una estrategia de crecimiento desde el primer momento. Hay que arrancar con la gente a la que se conoce y con aquella que se confía, ya que solo así se crea una base real para el perfil y una útil. En vez de pensar en crecer y crecer, hay que asentar el perfil en aquellas zonas en las que se domina o se conoce. Cuando se esté asentado es el momento de dar el salto a hacer nuevos contactos y a conocer a gente nueva.
Lo importante no es la cantidad, ¡es la calidad!
Y ahí es donde viene el siguiente consejo clave: lo importante en LinkedIn no es tener 30.000 amigos, sino tener una cifra que resulte valiosa. No tienen que ser muchos ni pocos. Tienen que ser de calidad. De hecho, recuerdan en el análisis, ni hay que aceptar todas las invitaciones de amistad ni hay que hacerse amigo de todos los perfiles que parecen relevantes. A los segundos se les puede seguir. A los primeros se les puede ignorar – y no es un drama terrible – o pedir educadamente más información sobre por qué quieren conectar antes de hacer el clic final.
Alimenta tu red y mantenla activa
Otro de los elementos que demuestran que LinkedIn no es solo un espacio para acumular y acumular más amigos está en lo que hay que hacer con ellos. Como apuntan en el análisis, no se trata solo de enviar y recibir invitaciones de amistad, sino también de alimentar la red. Hay que crear y mantener conversaciones y participar en las que generan otros, publicar contenidos o llevar los contactos fuera de la red social. Quedar para tomar un café con alguien que te interesa en tu campo puede ser, recuerdan, un elemento de valor.
No pasa nada por hacer purgas
Y, finalmente, no pasa nada por hacer purgas. Si al principio aceptamos a todo el mundo o si simplemente se ha cambiado de carrera o de ámbito y los primeros contactos son solo ruido, se puede analizar la lista de contactos y purgar a aquellos que ya no nos interesan o no aportan nada de valor.