El día de ayer continuó con las presentaciones de las muestras que conforman la vigésima edición de PHotoEspaña. Los dos protagonistas fueron esta vez el cineasta y, aunque menos reconocido en esta materia, fotógrafo Carlos Saura y el suizo Karlheinz Weinberger, con sendas exposiciones en el marco del festival.
Carlos Saura es de sobra conocido por todos. Su obra cinematográfica destila personalidad y, por ende, también sus fotografías. El Museo Cerralbo de Madrid acoge hasta el próximo 3 de septiembre España, años 50, una retrospectiva compuesta por imágenes que el autor oscense consiguió entonces, cuando apenas contaba con 20 años de edad. Su afán por retratar la sociedad española de aquella época le llevó a recorrer numerosas ciudades y pueblos de la geografía de nuestro país, empatizando así con una sociedad apesadumbrada por la Guerra Civil, la pobreza y la falta de libertades que imponía el régimen franquista. Saura demuestra con esta exposición que es capaz de retratar esa pobreza, pero también la dignidad y la elegancia de aquellas personas, en una obra fotográfica muy cercana al documentalismo.
Por otra parte, toca cerrar el círculo de las exposiciones comisariadas por Alberto García-Alix con En un Círculo de Rebeldes, la exposición del suizo Karlheinz Weinberger que acoge el Museo del Romanticismo de Madrid hasta el próximo 17 de septiembre. Weinberger no era un fotógrafo profesional, pero la pasión por este mundo le llevaba a invertir todo su tiempo libre en fotografiar lo que se ponía a su alrededor. Weinberger retrató a jóvenes rebeldes –que pertenecían a un movimiento cultural estrechamente ligado a la cultura rocker– cuya vestimenta desafiaba el concepto de masculinidad y feminidad, con ropas personalizadas por ellos mismos. Su obra fotográfica empezó a publicarse en la revista ‘Der Kreis‘, convirtiendo sus imágenes en un altavoz del movimiento homosexual en la Suiza de los años 40, 50 y 60.
“Karlheinz Weinberger usaba la cámara para escapar de su realidad, una realidad opaca.”
Alberto García-Alix
Sin duda, dos exposiciones que, sin ser demasiado extensas, nos permitirán descubrir la faceta menos conocida de Carlos Saura y el trabajo de un excepcional autor que no fue reconocido hasta su muerte en el año 2006.