Durante su presentación en Londres el pasado mes de septiembre, ya tuvimos ocasión de realizar una primera toma de contacto de la nueva Canon sin espejo de “formato completo”, la EOS R; ahora, unos días antes de su salida al mercado, hemos podido contar con una unidad definitiva para realizar una prueba de campo más completa.
La EOS R llega, quizá con cierto retraso, como respuesta al auge adquirido por Sony en el mercado de cámaras sin espejo con sensor 24×36 mm y ópticas intercambiables. Recordemos que hasta este momento ninguna otra marca que se había decidido a entrar en este segmento –a excepción de Leica– que ahora se anima con la aparición de las Nikon Z y el reciente anuncio de las Panasonic Lumix S.
Parece que por fin Canon se ha tomado en serio el sistema y ha creado una nueva cámara partiendo de cero, con nueva montura acompañada de nuevos objetivos que prometen crecer en número y posibilidades de elección.
Para la presente prueba de campo utilizamos el zoom RF 24-105 mm f/4 L IS USM, así como el impresionante –por tamaño y prestaciones– objetivo de focal fija RF 50 mm f/1,2L USM. Además, puesto que la nueva EOS R incluye de serie el adaptador para las ópticas EF, usamos el pancake EF 40 mm f/2,8 STM que, por tamaño y ángulo de visión se nos antoja perfecto compañero de la nueva sin espejo.
Diseño y manejo
Nada más tomar entre las manos la nueva EOS R causa muy buena impresión. Bastante más pequeña – 13,6 x 9,8 x 8,4 cm aproximadamente– que la réflex que podríamos considerar su competidora directa en el catálogo de Canon, la 5D Mark IV, supera ligeramente en dimensiones a su rival sin espejo, la Sony α7 III; aunque apenas unos pocos milímetros que no han de resultar determinantes a la hora de elegir, al menos en lo que al cuerpo se refiere.
Otra cosa sucede cuando montamos los objetivos utilizados para la prueba. Si con el 24-105 mm, aunque nada pequeño, podemos hablar de cierto equilibrio, cuando la equipamos con el 50 mm f/1.2, el conjunto pierde el atributo viajero pues a los aproximadamente 600 g del cuerpo hay que añadir aproximadamente 1 kg del objetivo.
Cierto que el agarre no supone ningún problema gracias al buen tamaño de la empuñadura que facilita el manejo, no sólo con los objetivos reseñados, sino incluso con otros objetivos EF de mayor tamaño que hemos montado sobre la EOS R.
Fabricada en aleación de magnesio y policarbonato con piezas en fibra de vidrio, transmite sensación de calidad y resistencia pues se muestra compacta y robusta. Protegida contra la intemperie, anuncia resistencia a temperaturas extremas, así como alta humedad.
En apariencia no presenta ningún punto vulnerable y las conexiones están protegidas por portezuelas gomosas que cierran herméticamente por presión.
En cuanto a manejo presenta novedades interesantes como, por ejemplo, el panel deslizante a la altura del pulgar o el anillo multifunción que incorporan los nuevos objetivos creados ex profeso para la serie R y que también podemos encontrar en uno de los adaptadores que se ofrecen como opción para los objetivos EF.
Sin embargo, echamos en falta el –ya casi imprescindible– joystick que, si la memoria no nos falla, estrenó Canon por primera vez en sus 5D y que –en vista del acierto y de su gran utilidad– fueron incorporando cada vez más modelos de otros fabricantes. No entendemos por qué desaparece en una cámara de estas características, pues rastrear el punto de enfoque deseado sin el mencionado botón ralentiza la tarea.
Del mismo modo, nos ha resultado algo incómoda la posición del botón “AF-ON”; demasiado pegado a la derecha, obliga a flexionar en exceso el pulgar para accionarlo incluso con manos no muy grandes.
Salvo estos dos inconvenientes, agrada comprobar que todos los botones son configurables. Esta gran ventaja implica un tiempo previo de familiarización con el equipo y algunas instantáneas perdidas hasta que nos acostumbremos a la nueva disposición de nuestros menús favoritos. Tiempo que, a la larga, jugará a nuestro favor.
También hemos necesitado un tiempo de adaptación al anillo multifunción. Aunque reconocemos sus múltiples ventajas, más de una vez hemos movido el foco o el zoom queriendo accionar dicho anillo o hemos girado este queriendo cambiar el zoom. Nada grave, como decimos, que no se pueda solucionar con un poco de entrenamiento.
Así mismo, supone una gran ayuda el panel LCD superior donde encontramos toda la información necesaria para la toma. En el mismo panel se visualizan también los modos pues ha desaparecido la rueda con el formato habitual. En su lugar, el dial trasero realiza esta función pulsando el botón correspondiente y el programa elegido se muestra en el mencionado panel.
Desplazándonos por las opciones encontramos, además de los habituales, un nuevo modo denominado FV en el que podemos elegir las prioridades: diafragma, obturación o ISO combinadas a nuestro gusto. Se agradece ver en el mismo lugar tres programas configurables por el usuario.
La pantalla LCD de 8 centímetros tiene una resolución de 2,1 millones de puntos. Igual que en gran parte de los modelos de Canon se puede abatir en todos los ángulos, lo que resulta de gran utilidad no sólo a la hora de grabar vídeo sino también para tomas fotográficas desde puntos de vista diferentes.
Se puede manejar con el tacto tanto al navegar por los menús como durante la toma –para elegir el punto de enfoque o disparar– o durante la reproducción –pase de fotos o ampliación de detalle–. Desde nuestro punto de vista posee una sensibilidad perfecta; sin accionamientos involuntarios y sin dudas cuando se pulsa.
Uno de los puntos fuertes de la EOS R lo encontramos, sin duda, en el visor electrónico. Puesto que una de las metas de Canon consiste en convencer a los usuarios de réflex que hay vida más allá del espejo, se ha puesto mucho empeño en ofrecer una experiencia de visión equiparable a la óptica. Desde nuestro punto de vista, no sólo se ha conseguido, sino que se ha superado.
De ello se encarga un visor OLED de 0,5” con una resolución de 3,69 millones de píxeles y una cobertura de visión del 100 % con un factor de ampliación del 0,76x. La velocidad de refresco, la ausencia total de espacios en negro entre disparos, la posibilidad de simular la exposición, elegir la información a mostrar o visualizar las fotografías con total discreción y sin molestias solares consiguen que resulte fácil encandilarse con este visor electrónico.
Tras un punto positivo, seguimos repasando el aspecto externo con otro negativo: la ausencia de doble ranura de tarjeta –algo que también podemos achacar a uno de sus principales competidoras, las Nikon Z–. Aunque se pueda alegar que con las múltiples opciones de transmisión que ofrece la cámara no hacen falta dos ranuras, nos hemos acostumbrado –y nos gusta–, encontrar en cámaras de más de dos mil euros la posibilidad de realizar una copia de seguridad simultánea o disponer de memoria extra cuando se acaba la principal sin necesidad de cambiar de tarjeta. Sus principales competidoras tienen esa opción y este dato puede pesar en contra a la hora de elegir.
Finalizamos el aspecto externo hablando de las conexiones: mando a distancia, entrada de micrófono, salida de auriculares HMDI y USB 3.1 con una alegría para quienes trabajan en estudio con la cámara enchufada al ordenador: junto al conector, una rosca para fijar el cable sin riesgo de extracciones involuntarias.
Rendimiento y calidad de imagen
La Canon EOS R incorpora un sensor CMOS de “formato completo” (24×36 mm) que ofrece una resolución de 30,3 megapíxeles con filtro de paso bajo incorporado. A continuación, mostramos unas cuantas tomas a resolución nativa realizadas con la en combinación con los objetivos anteriormente mencionados.
Se trata de los archivos JPEG originales de la cámara con todas las opciones de corrección óptica desactivadas. Es importante reseñar, no obstante, que a las correcciones habituales en otros modelos de Canon se añade en esta ocasión la posibilidad de corregir la difracción y de optimizar digitalmente el objetivo. Probablemente los amantes de la óptica pura lo vean como un paso atrás en la búsqueda de esta integridad pero, nos guste o no, las tendencias van por este camino y, en definitiva, el archivo resultante se verá beneficiado.
De esta tarea y el resto del procesado de imágenes se encarga el DIGIC 8 que ya estrenara la EOS M 50 a principios de este 2018. Gracias a él se consigue, entre otras funciones, alcanzar una sensibilidad máxima nativa de ISO 40.000 con unos resultados muy favorables de relación señal ruido, al menos en condiciones de luz favorables, como puede observarse en las muestras adjuntas.
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La franja de valores de ISO se puede ampliar para llegar con forzados desde IE 50 hasta IE 102.400. Como se puede intuir, este último extremo sólo podrán utilizarse en caso de necesidad, pero ahí queda la posibilidad.
La EOS R, como ya viéramos en la 5D Mark IV, incorpora el Dual Pixel RAW. Esta opción, que se puede activar o desactivar a voluntad, permite captar dos imágenes desde ángulos ligeramente distintos. Cuando el archivo resultante se procesa con el software de Canon Digital Photo Professional –único software disponible a fecha de realización de esta prueba para editar los archivos RAW de la EOS R (1)–, se pueden realizar diversos ajustes sobre la imagen, tales como variar ligeramente el bokeh o adelantar o atrasar el foco aunque sin llegar a corregir desenfoques.
Este mismo píxel dual sirve para el enfoque del mismo modo que llevamos viendo en otros modelos de Canon desde hace varios años. Así hemos comprobado que funciona muy bien, especialmente en situaciones complicadas.
El fabricante lo anuncia como el más rápido del mundo. En una prueba de campo resulta difícil comprobar la certeza de esta afirmación, pero sí podemos asegurar que no nos ha dado ningún problema ni con sujetos en movimiento ni en escenas de escasa luminosidad, escenario en el que muestra su supremacía frente a otros modelos probados. No en vano, anuncia una capacidad de enfoque de hasta -6 EV. Convirtiéndose, si la memoria no nos falla, en la cámara más “búho” que ha pasado por nuestras manos.
Funciona por detección de fase y dispone de puntos distribuidos por prácticamente toda el área del sensor –88 % horizontal y 100 % vertical– con múltiples opciones de configuración de zona, incluida detección de cara, pero no de ojos.
Como ya comentado previamente, cuenta con botón de AF-ON para facilitar el trabajo con sujetos en movimiento; tarea que la EOS R realiza razonablemente bien, sobre todo teniendo en cuenta que no se trata de una cámara orientada al deporte –aunque pueda enfrentarse a esta función sin problemas–. Al enfoque, por tanto, sólo le podemos poner el mencionado inconveniente de la ausencia del joystick. Si optamos por trabajar con el foco manual, la EOS R dispone de focus peaking como ayuda.
Nada más comenzar a usar esta cámara nos llamó la atención la acción silenciosa del obturador en modo normal. Unido a que –obviamente– no se aprecia el momento en que se levanta el espejo cuando se toma la foto, apenas si éramos conscientes de que habíamos disparado. Si, además, activamos el modo silencioso, la cámara resulta de total discreción para su uso en espectáculos. El rango de tiempos disponibles oscila desde 30 s hasta 1/8.000 s.
Nos sorprendió también gratamente el hecho de que, cuando se desmonta el objetivo con la cámara apagada, el obturador se cierreº, protegiendo así al sensor. Eso sí, no debemos descuidarnos pues el obturador no deja de ser otra pieza sensible del equipo…
Quienes busquen cifras récord en el disparo en ráfaga tendrán que mirar hacia otro lado pues la R no destaca en este aspecto. No hay que despreciar, no obstante, los 8 fps que consigue cuando se utiliza el enfoque simple, aunque se ven reducidos a 5 fps si pasamos a enfoque de seguimiento. Eso sí, utilizando la cámara en situaciones reales y grabando siempre los archivos en RAW + JPEG nunca se nos llenó el búfer.
La EOS R carece de flash integrado, como suele ser habitual en la mayoría de los modelos de gama media alta. Quisimos probar su funcionamiento con los flashes Speedlite de Canon para verificar la perfecta compatibilidad sin necesidad de actualizar el firmware de éstos. Con la importante ventaja, ya vista en otros modelos de Canon, de poder controlar por completo los flashes desde el menú de la cámara.
Otra buena noticia para los usuarios de cámaras Réflex de la serie EOS es que utiliza la batería LP-E6N que encontramos en casi todos los modelos de gama media y alta de Canon. Lamentablemente la autonomía no se puede comparar con los modelos con espejo ni siquiera con la líder en autonomía del mundo sin espejo –Sony α7 III– pues anuncia menos de 400 disparos. Eso sí, durante nuestra prueba hemos comprobado que, como suele ser habitual en la práctica, estas cifras se pueden estirar considerablemente. De hecho, en nuestro caso particular, después de los mencionados cuatrocientos disparos aún disponemos de casi la mitad de la carga en la batería.
Dispone de Wi-Fi y Bluetooth para enviar las imágenes directamente al ordenador –Utilizando la última versión de EOS Utility– o al teléfono –con la aplicación Camera Connect–. Como ya nos ha pasado más veces con otros modelos de Canon, la primera vinculación resulta bastante engorrosa pero una vez que se consigue, las siguientes conexiones se realizan con rapidez y sin problemas, sobre todo con el teléfono. La misma conexión permite subir imágenes directamente a la nube, aunque esta opción no la hemos comprobado.
Una de las críticas que más se han escuchado hacia la Canon EOS R se basa en la ausencia de estabilizador de imagen en el cuerpo. Efectivamente, esta cámara carece de esta función para las fotos, pero sí dispone de un estabilizador digital de 5 ejes –Dual Sensing IS, según Canon–. Al probar esta función durante una grabación de vídeo a pulso hemos verificado que no llega a suplir la necesidad de un estabilizador externo, pero sí evita un exceso de trepidaciones grabando con pulso firme.
Graba vídeo en 4K –aunque con recorte del sensor, pues no utiliza toda la superficie de este– y también dispone de intervalómetro incorporado para la realización de time-lapse con esta resolución. Permite, además, la extracción de imágenes fijas de 8 Mpx a partir de secuencias de vídeo.
Utilizando una grabadora externa, a través de la salida HDMI, permite registrar imágenes en 10 bits con código de tiempo integrado para facilitar la edición posterior. En este sentido, admite además la configuración de Canon Log para aumentar el rango dinámico y conseguir un contraste neutro.
Como ya anticipamos, la EOS R viene acompañada de una nueva familia de objetivos con montura específica –RF– que, entre otras ventajas, agiliza la comunicación entre cámara y óptica al disponer estas de un microprocesador que se comunica con el del cuerpo. Pueden comprobarse en las muestras adjuntas los resultados satisfactorios con estos objetivos.
No obstante, se incluye de serie un adaptador para monturas EF y quisimos probar como se comportaba la EOS R con uno de estos objetivos. Elegimos, como ya indicamos al principio, el pancake 40 mm por estimar que emparejaba muy bien con el tamaño de la cámara. Los resultados nos han parecido tan satisfactorios como con las ópticas nativas: no hemos apreciado falta de respuesta en el foco y la nitidez lograda equivale a la que ofrece este mismo objetivo en cámaras réflex.
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Además del adaptador incluido de serie se ofrecen dos adaptadores más, uno que incorpora el anillo multifunción de los objetivos RF y otro con portafiltros. Así mismo, la gama de ópticas disponibles se completa con las dos utilizadas para esta prueba más un potente 28-70 mm f/2 y un práctico 35 mm f/1.8 que, se nos antoja buen compañero de esta R.
Comparado con…
El enemigo duerme en casa. Una de las batallas que tiene que lidiar esta EOS R es convencer a los usuarios de cámaras réflex que una sin espejo puede resolver igual o mejor las situaciones a las que se enfrentarán. Los continuistas que quieran pasarse al formato completo pensarán primero en una 6D por precio o en una 5D Mark IV por prestaciones.
Los 1.600 € por los que se puede encontrar ya la primera de ellas son un argumento suficiente para no seguir leyendo aunque a riesgo de perder muchas de las innovaciones que incorporan los otros dos modelos.
Aunque la 5D ya ha bajado bastante desde su aparición, aún se acerca peligrosamente a los 3.000 €; tiene menos puntos de enfoque, una ráfaga más lenta, carece de Bluetooth… aunque a favor ofrece más autonomía, GPS y doble ranura de tarjeta.
Los fieles clientes de Canon habrán visto el cielo abierto con la aparición de esta cámara. Sin embargo, para quienes no miran el logotipo, la EOS R tiene la dura tarea de competir en el mundo sin espejo con un mercado creciente.
Empezando por la Sony α7 III, muy consolidada en el mercado, que vive su tercera revisión –con las consiguientes correcciones de errores que eso implica–, con un amplio elenco de ópticas y accesorios y, lo que determinará muchas decisiones, unos 300 € más barata. Andan muy parejas ambas cámaras en casi todas las funciones y habría que mirar punto por punto para decidir cuál es la ganadora, pero la abrumante autonomía de Sony también inclina mucho la balanza a su favor.
La nuevas Nikon Z, eterno rival de Canon, también harán dudar a algunos usuarios. El estabilizador en el cuerpo, mayor velocidad de ráfaga y 300 € menos puede que jueguen a su favor. Aunque probablemente, no cambie demasiado el escenario y preferirán este modelo los fieles de la marca.
Conclusiones
La Canon EOS R nos ha convencido. No podemos negarlo aunque no todo sean virtudes. Los casi 2.600 € que hay que pagar para disfrutarla obligan a sopesar cada aspecto concienzudamente. Más aún si tenemos que añadir los casi 1.300 € que cuesta el objetivo propuesto como kit, el 24-105 mm f/4 utilizado para esta prueba.
La primera duda que nos asalta se refiere al tamaño. Aunque las cámaras sin espejo aportan cada vez más ventajas, la inicial hacía referencia a la reducción de tamaño y peso algo que en el caso que nos ocupa no resulta tan llamativo.
Cierto que si comparamos esta EOS R con una 5D de última generación nuestra mochila se reduce, pero no en exceso. Por otra parte, las leyes de la óptica mandan; sabemos que una óptica de calidad ha de ser grande y pesada, pero para viajar ligero de equipaje con la EOS R agradeceríamos algo menos de tamaño.
Aunque estos inconvenientes se pueden minimizar desde el momento en que decidimos decantarnos por una cámara con sensor de “formato completo”, máxime si priorizamos la calidad a otros factores. Mucho más nos han molestado las ausencias del joystick y la doble ranura de tarjeta. Quizá también inconvenientes menores, más aún para los clientes que vengan de otros modelos que ya carecen de estas características.
Nos atrevemos a anticipar que la EOS R animará las ventas de Canon pues muchos entusiastas de la marca respirarán aliviados al no tener que cambiar a la competencia para vivir sin espejo. Aunque lo más importante es que por fin esta marca abre un camino que, en vista de lo que hemos tenido entre manos estos días, se adivina animado.
(1) En las actualizaciones de Lightroom presentadas durante la conferencia MAX 2018, Adobe ha incluido la compatibilidad de la Canon EOS R en su motor de revelado.