La prensa de papel lleva ya un tiempo considerable en crisis. No son pocos los que echan a internet la culpa de la crisis en la se encuentra sumida, aunque lo cierto es que los estudios han ido demostrando que la red no es más que un capítulo final de un problema que viene mucho más de atrás. Durante el siglo XX, se fueron sucediendo la aparición de nuevos medios de comunicación, medios que resultaban más rápidos y más atractivos y que fueron desplazando poco a poco a los periódicos.
Pero en los últimos años las cosas se han ido agravando. La crisis en la que se encontraba sumida la prensa se fue haciendo más profunda por culpa del impacto de la crisis económica. Los periódicos redujeron tiradas y número de páginas, mantuvieron primero y subieron luego los precios del número, se pusieron a la defensiva contra internet en lugar de reflexionar sobre lo que esta implicaba (y posiblemente el mejor ejemplo de esto es el canon AEDE español) y despidieron y/o precarizaron a sus periodistas. Todo ello hizo que sus periódicos perdiesen calidad y que los lectores los encontraran menos atractivos.
Los periódicos se están hundiendo en sus propios problemas. De hecho, no hay más que comprar un periódico un domingo, especialmente si hace mucho tiempo que no se compra un diario, para comprender el estado de las cosas. El número de páginas será mucho más bajo, el precio será mucho más alto y los contenidos no serán tampoco necesariamente de una gran calidad. No sorprende descubrir que las tiradas de los diarios en España están en sus mínimos históricos. Lo que ahora mismo distribuyen los cuatro principales generalistas de Madrid es ligeramente menos de lo que distribuía el más destacado en términos de difusión de los cuatro hace 10 años.
Y si la tirada cae (y por tanto la venta directa de número también lo hace) y si los ingresos por publicidad hacen otro tanto (las cifras muestran un descenso en picado), los medios necesitan encontrar otras fuentes de ingresos alternativas.
Los medios de papel no encuentran su lugar
Internet podría ser una alternativa a la caída de la prensa de papel, pero cabría preguntarse si los medios tradicionales comprender realmente cómo funciona el formato. En cierto modo, han intentado trasplantar lo que ocurre en papel a lo que ocurre online (aunque no funciona exactamente así). Los modelos de suscripción que han implementado los medios de siempre tampoco han funcionado especialmente bien (y muchas veces sorprende descubrir cómo y qué intentan cobrar).
Si la publicidad de siempre no funciona y en internet aún no han logrado encontrar su lugar, ¿qué queda entonces?
Los lectores parecen tenerlo bastante claro cuando analizan y critican la cobertura que los medios de papel hacen de la actualidad. No hay más que fijarse en los comentarios que lanzan online (y hasta en la cobertura que se hace de algunos temas) para verlo. Los medios son cada vez más dependientes de sus grandes anunciantes, aquellas marcas y empresas que tienen un peso determinante en sus cuentas, y también de la publicidad institucional y de las campañas de subvenciones.
El peso de la subvención pública
Este último punto se ve claramente si se analiza el peso que las subvenciones de contenidos culturales tienen en el panorama de medios impresos de algunas comunidades autónomas (y se hace luego un seguimiento de lo que los medios beneficiarios de las mismas publican). En las cabeceras de un carácter mucho más local, la dependencia de las ayudas públicas puede verse de una forma clara cuando cambia el partido en la alcaldía. Si dependían demasiado de las ayudas que el anterior equipo de gobierno les daba, lo más probable es que entren en una guerra mediática contra el nuevo equipo.
En España, el que la prensa de papel tiene un problema de dependencia de las subvenciones y campañas públicas es un problema tan claro que hasta The New York Times le había dedicado un análisis (análisis, por cierto, que hizo que los medios se pusiesen a la defensiva en lugar de hacer examen de conciencia).
Un estudio de la revista Telos señalaba que en la prensa autonómica las cabeceras pueden acceder a ayudas culturales o de lengua, pero los criterios resultan borrosos y no se sabe si realmente incentivan esos contenidos o directamente son un balón de oxígeno para que esos medios sobrevivan. Pero quizás el dato más claro para comprender esta dependencia cada vez mayor está en fijarse en los datos de inversiones de organismos públicos en tiempo de crisis en los medios de comunicación. El mercado publicitario se desplomaba. Las ayudas no lo hacían.
La información se sesga
Y todo esto tiene un impacto directo sobre cómo se informa. Ya lo dice la sabiduría popular: uno no muerde la mano que da de comer. Ya sea de una forma consciente o de un modo inconsciente, se acaba moderando cómo y qué se publica. Si a eso se suma que la crisis ha tenido un impacto en las plantillas (que tienen menos tiempo y pueden trabajar en menor profundidad), se comprende mejor el panorama final. Hacer información de calidad es más difícil y que esta no se sesgue mucho más complicado.
No hay más que mirar de dónde han surgido los grandes escándalos políticos de los últimos tiempos para verlo. Las grandes exclusivas empiezan a estar ya en los digitales.
El salto a internet
El sato a internet de los medios españoles ha sido casi obligado tras años y años de inseguridades e incertidumbre. Sin embargo, los modelos de negocios en la red distan mucho de los modelos tradicionales para sobrevivir y proliferar en la nueva era digital sin recurrir a los favores institucionales. La prensa libre es mucho más difícil de mantener. Y es que ante todo, internet puede ser un indicador de la verdadera realidad de los medios de comunicación, llegando incluso a destapar las vergüenzas de muchas de las grandes cabeceras. De hecho, algunos grandes medios españoles caerían al fondo del mismo abismo si sus ediciones de papel dejaran de existir del día a la mañana. Otros sin embargo, y contra todo pronóstico, se han ganado la confianza de las nuevas audiencias digitales convirtiéndose en casos de éxito. La clave, sin duda, la fuerte convicción de un periodismo de calidad, transparente y no sujeto a los intereses de entes políticos o institucionales. El propio Ignacio Escolar, periodista y fundador del Diario.es, explica en un interesante vídeo, su modelo de negocio, sus cuentas y la filosofía de su cabecera.
Internet y los Medios para desinformar
Sin embargo, Internet no ha quedado exento de los problemas del mundo real y de la ya caduca prensa escrita tradicional. Durante los últimos años, «medios y cabeceras fantasmas» con tintes ideológicos extremos, han surgido de la nada con el único objetivo de desinformar y convertirse en herramientas de propaganda. Algo lógico de esperar, para llegar a las audiencias más jóvenes, puesto que son las que llevan ya años sin consumir prensa tradicional y para los que internet es su medio de información habitual.
Internet es un bombardero de noticias e información diaria. Minuto a minuto y casi en tiempo real, internet ofrece la posibilidad de dar la a la información un plus de instantaneidad. Pero también un medio, donde a pesar del gran volumen de información, todavía cuesta diferenciar las mentiras de la verdad. Es un hecho que la prensa tradicional está experimentando su agonía y los últimos días de gloria, pero tengan cuidado, quienes no respetan esta profesión y quienes solo tienen la intención de venderse al mejor postor, también ha decidido asentarse en este nuevo entorno digital.