Pese a su desbordante imaginación Philip K. Dick no podría haber calculado que, en el futuro, su obra acabaría influyendo en Alejandro Amenabar, que se inspiró en ‘Ubik’ para rodar su segundo largometraje, ‘Abre los ojos’, en 1997.
Tampoco Amenabar imaginaba que aquella película acabaría convertida en un remake titulado ‘Vanilla sky’ (2001). Una producción de presupuesto disparado dirigida por Cameron Crowe y protagonizada por Tom Cruise, una de las mayores estrellas del cine mundial.
Parece que su errática trayectoria vital conecta hechos improbables; a autores y lectores dispares que adoran su obra alrededor de todo el planeta. La influencia de Dick es trazable pero imprevisible.
El ‘Universo Dick’ atrae hacia sí un cumulo de influencias, anécdotas y personajes diversos conformando un espacio único de creación que se expande hasta iluminar las obras más dispares.
Algo tan raro como que ‘Ubik'(1969) y ‘Fluyan mis lágrimas, dijo el policía'(1974), dos de sus referentes más importantes, no hayan sido adaptadas todavía a la gran pantalla.
La influencia de Philip K. Dick
La obra de Dick comienza a forjarse a finales de los años 50 cuando el género es considerado por la crítica como un género poco más que ínfimo. Daba igual que H.G. Wells, Stanislaw Lem o George Orwell -entre otros- hubieran utilizado el género literario para hablar de cosas tan importantes como la lucha de clases o los sistemas dictatoriales.
El género no era considerado apto para la alta cultura, para transmitir argumentos trascendentes y, en general, la industria daba un trato displicente a lo que consideraba «arte menor» (eso incluía al cómic). Los autores concebían su trabajo como algo alimenticio.Escritores, dibujantes y guionistas pensaban que era indigno trabajar para un nicho de consumidores jóvenes que solo quería entretenimiento.
En resumen: publicaciones de bajo coste impresas en papel barato y producciones cinematográficas de ínfima calidad técnica y bajo presupuesto que, sin embargo, rendían buenos beneficios.
La realidad, sin embargo, se alió con la ciencia ficción. El mundo que emergió después de la explosión de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y los espectaculares avances tecnológicos que se desarrollaron tras el final de la II Guerra Mundial necesitó a visionarios como Philip K. Dick para ser entendido.
El nuevo mundo repleto de nuevos sueños, nuevos retos, nuevas fronteras y también nuevas amenazas parecía ser más complejo y, por lo tanto, merecía de puntos de vista más personales y sutiles. Aquel torrente de imaginación puesto al servicio del avance de la humanidad necesitaba del estilo ágil de los géneros que se había alimentado, siempre, de esa imaginación.
La idea de que la Humanidad «mutaría», conquistaría otros planetas, se autoaniquilaría o entraría en contacto con otras civilizaciones extraterrestres necesitaba de otro lenguaje y de otra sensibilidad más intimista, de otro plano de comprensión.Un rasgo que conectaba a la Ciencia Ficción con la «contracultura» norteamericana.
Aldous Huxley (‘Un mundo feliz’, 1932), Arthur C. Clark (‘2001, una odisea del espacio’ se publicó en 1968 pero está inspirado en un cuento titulado ‘El centinela’ de 1951) o Ray Bradbury (‘Crónicas marcianas’, 1950) son los precursores de la ciencia ficción utópica.
Philip K. Dick fue uno de los primeros en hablar de la incomodidad ante un futuro que parece que ha escapado a nuestro control y de una realidad que parece arrollarnos. Dick Es el lado tenebroso, la ucronía, la pesadilla distópica, es la irrupción violenta en tu organismo de una anfetamina de alta potencia que te grita que los malos vienen a por ti.
Es un autor influenciado por el Bradbury pesimista que en 1953 publica ‘Farenheit 451’, Orwell, su amigo Robert Heinlein (‘Starship troopers’), Por ‘Soy leyenda’ de Richard Matheson (1954) y por ‘El almuerzo desnudo’ de William S. Burroughs.
Dick dota a la ciencia ficción de la personalidad del autor y la conecta con el caudal de la contracultura, de la teología, de la filosofía etc. No es el primero que tiene una obra distópica o una mirada pesimista pero, al menos, es al primero al que la crítica reconoce su «presencia», la incorporación de sus vivencias, de sus pensamientos complejos e íntimos.
Ya no se trata de leer algo ligero, una novela barata que se compra en una estación de autobuses para aligerar el aburrimiento de un viaje que narra la vida de un funcionario que tiene como mascota una oveja eléctrica (Una de las cosas que Scott no llevó a su ‘Blade runner’). Se trata de ahondar en los terrores del autor, en sus experiencias, en su visión.
Su influencia sobre el género fantástico y sus subgéneros es determinante para entender su desarrollo posterior. Sin Dick nada sería igual. De forma consciente, o no, es un intelectual multidisciplinar que encuentra en el lenguaje de la CI-FI una forma óptima de comunicación.
Una forma de expresar sus conocimientos y de plasmar una biografía marcada por el consumo de drogas, las enfermedades mentales y los complejos. Hechos que lastrarían la regularidad de su trabajo.
Sus vivencias, entre lo real y lo imaginado, entre lo cómico y lo trágico. Philip K. Dick es un chiflado, oficialmente chiflado, que supo trasladar su caótico mundo interior a su obra, y convertir la incoherencia en la mejor forma de imaginar otros mundos.
Solo en un cerebro estructurado sobre la idea de que el caos es una forma más del equilibrio. Solo ahí podría larvarse una obra que se ha extendido hasta convertir a su dueño en el autor de Ciencia Ficción más adaptado de todos los tiempos.
Para entender mejor a Dick y su influencia en cientos de obras y autores hacemos un repaso sobre sus cinco adaptaciones más importantes. La lista de adoradores de Philip K. Dick es inmensa.
Incluye a George Lucas, Kathryn Bigelow, Hunter S. Thompson (otro que se ayudó de estar mal de la chaveta para trascender), Stephen King, Alan Moore… El resultado es un vasto panorama repleto de referencias, algo así como un reflejo de una pequeña parte de lo que este gran autor tiene que ofrecernos.
Las mejores adaptaciones de Philip K. Dick
BLADE RUNNER (Ridley Scott, 1982)
Obra: ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ (1968, novela)
La adaptación: Pese a lo poco que se parecen la película de Scott y la novela original hay que decir que fue determinante para popularizar el cyberpunk. La ciudad donde siempre llueve, la imagen de la geisha proyectada sobre un edificio, la construcción de unos androides que deciden vivir como humanos porque no saben lo que son. Una estética que se ha convertido en universal.
El logro más retorcido y sorprendente de Scott es usar todas las influencias de Philip K. Dick pero rueda una adaptación libérrima y parcial de una obra de Dick que parece que no acaba de convencerle nada más que en espíritu. Si Dick se pasó toda su vida preguntándose sobre la naturaleza de su propia existencia, Scott llevó esta pregunta hasta sus últimas consecuencias: ¿Y si Deckard fuera solo un androide que tiene sospechas sobre su propia naturaleza?
Su influencia: La interpretación de Scott del «Universo de Dick» influye directamente en obras manga como ‘Akira’ (Katsuhiro Otomo) y ‘Ghost in the shell’ (Masamune Shirow). La primera adaptada al cine en 1988 (aunque parece que habrá nueva versión) y, la segunda, primero como serie de TV y, después, como largometraje.
‘Brazil’ (Terry Gilliam, 1985) no solo está influenciada por la estética grandilocuente de Scott -a la que se une la grandilocuencia chatarrera de Gilliam- si no también por el espíritu alucinado de Dick que inspira a ese seriecito funcionario protagonista arrastrado por la duda de si cazar terroristas antisistema o unirse a su causa.
Obras como ‘El quinto elemento’ (Luc Besson, 1997) ahondan no solo en la estética si no en la idea de un mundo desquiciado por la tecnología. ‘Ex Machina’ (Alex Garland, 2014) o la española ‘Eva’ (Kike Maíllo, 2011) son reflexiones sobre la naturaleza de un androide con conciencia de sí mismo y autonomía propia.
DESAFÍO TOTAL (Paul Verhoeven, 1990)
Obra: ‘Podemos recordarlo a usted al por mayor’ (1966, relato).
La adaptación: Mucho más fiel al original que ‘Blade Runner’, capta a la perfección la paranoia de Dick que, durante muchas etapas de su vida, no era capaz de diferenciar lo real de lo imaginario.
Con un salto diferencial importante: existe la posibilidad de que lo que soñamos sea un recuerdo suprimido y lo real sea solamente una ficción construida para mantenernos ausentes. El fundamento de la paranoia es la base de la película de Verhoeven.
Verhoeven maneja a la perfección un guión que traslada esa idea al espectador y a la que añade una de sus mejores cualidades: hacernos creer que no se toma en serio.
Su influencia: ‘Matrix‘ (Lana y Lilly Wachowski, 1999) ahonda mejor que nadie en eso de hacernos la pregunta de si estamos despiertos o dormidos. ¿Nos la están jugando? ¿Es todo real o somos solo peones de un malvado plan? ¿Existe un héroe en nosotros que ha sido convenientemente adormecido?
Se podría citar a Dick como una de las influencias que el propio Verhoeven manejaría para adaptar ‘Starship troopers’, una novela de Robert Heinlein (amigo personal de Dick), cuya matriz original es un serio, y apasionante, cuento militar que refleja la visión del estado de Heinlein (la idea grecorromana de acceder a la ciudadanía -y a cargos públicos- solo si se ha servido en el ejército…sin diferenciación de sexos).
El director holandés aligeró la obra de Heinlein hasta convertirla en una sátira sobre los totalitarismos con el aspector de un episodio de serie de TV juvenil. Un punto de vista cómico y alucinado propio del ‘Universo Dick’.
La novela de Chuck Palahniuk ‘El Club de la lucha’ -y la adaptación cinemoatográfica de David Fincher estrenada en 1999- recibe la influencia directa más oscura de Dick, su descarga más violenta, donde los desequilibrados ya no son asustados esclavos de su paranoia si no parte activa de su propagación.
‘El show de Truman’ (Peter Weir, 1998) y las dos películas de Christopher Nolan ‘Memento’ (2000) y ‘Origen’ (2010) juegan con esa duda de si estamos dormidos o despiertos, de si tiene más valor lo que recordamos que lo que han obligado a hacernos olvidar.
Por cierto, Arnold Schwarzenegger tituló su biografía como ‘Desafío total: mi increíble historia’.
MINORITY REPORT (Steven Spielberg, 2002)
Obra: ‘El informe de la minoría’ (1956, relato)
La adaptación: Spielberg hizo una adaptación mucho más fiel de este relato de Dick que la que llevaría a cabo con ‘Los superjuguetes duran todo el verano’ de Brian Aldiss en ‘Inteligencia Artificial’ (2001). Consigue transmitir toda la fuerza de la historia original y toda la tensión con la sorpresa final de alterar el relato y de añadirle bastante ternura al asunto (si no hay un poco de azucar, no hay Spielberg).
Como saben la historia gira alrededor del detective John Anderton, que trabaja para el Departamento de Precrimen. Una fuerza policial que usa una tecnología basada en la explotación de unos mutantes llamados «precogs» que son capaces de ver imágenes del futuro.
La influencia: Los fans de la tecnología dicen que ‘Minority Report’ es una de las películas con más gadgets y avances electrónicos que, ahora, son una realidad pero que en 2001 solo estaban en la cabeza de Mr. Spielberg (y seguramente en los departamentos de desarrollo de muchas empresas).
Si bien todavía no tenemos un departamento policial que detenga a delincuentes antes de que estos cometan los delitos ya contamos con pantallas táctiles, coches que conducen solos, controles de voz, tiendas online que nos permiten probarnos la ropa virtualmente etc.
En el terreno de las influencias cinematográficas y literarias tenemos ‘Al filo del mañana’ (Doug Liman, 2014), también protagonizada por Tom Cruise, en la que un soldado se convierte en un «precog» potencial cuando acaba atrapado en una línea temporal que tiene que resolver para liberar a la Tierra de una invasión alienígena o ‘Looper’ (Rian Johnson, 2012) donde esta vez son los asesinos a sueldo los que usando los viajes en el Tiempo son capaces de alterar el futuro.
A SCANNER DARKLY (Richard Linklater, 2006)
Obra: ‘Una mirada a la oscuridad’ (1977)
La adaptación: posiblemente una de las mejores adaptaciones de una obra de Philip K. Dick. A Linklater no le tembló el pulso y se puso manos a la obra para transmitirnos toda la irregularidad narrativa del novelista y ponerla al servicio de una historia chiflada de traficantes y consumidores de droga chalados, disociados hasta el punto de no saber si son, en realidad, adictos o agentes de policía que persiguen a otros adictos. Para darle a todo un tono más irreal y pesadillesco el director texano rodó la película con actores reales y luego dibujó digitalmente encima del material. El resultado es un mal viaje de considerables dimensiones.
La influencia: Sin duda ‘Enter the void’ (Gaspar Noé, 2009) está muy influenciada por la película de Linklater y la novela de Dick. Noé nos propone un viaje hacia los estados alterados y la forma en la que estos cambián nuestra percepción y nos llevan a otros mundos dentro de otros mundos que van desde la bajona hasta el conocimiento personal. ****
En esta línea de drogas que sirven para conocernos mejor y desarrollar nuestras capacidades está ‘Lucy‘ (luc Besson, 2014) y ‘Sin límites‘ (Neil Burguer, 2011) que son un contrapunto al estado opresivo propuesto por Dick.
‘Puro vicio’ (Paul Thomas Anderson, 2014) es la adaptación de la novela de Thomas Pynchon, ‘Vicio propio’ (otro de los escritores que se mueven siempre entre lo real y lo irreal en sus narraciones y que parecen haber dado un nuevo sentido a la etiqueta de «realismo mágico» adaptándola a la novela anglosajona).
Esta novela de 2012, y por ende la película, están directamente influenciadas por ‘A scanner darkly’ y su invitación a darnos un paseo por el lado más drogado de la vida.
THE MAN IN THE HIGH CASTLE (Frank Spotnitz, 2015)
Obra: ‘El hombre en el castillo’ (1962)
La adaptación: pese a los problemas que Amazon TV tuvo para sacar adelante el proyecto, finalmente, el público (soberano pero, a veces, excesivamente picajoso) le ha dado su «OK» a esta serie que adapta una de las mejores obras del escritor estadounidense y que juega amargamente con el término «distopía», es decir, una utopía negativa.
En este caso: Qué sería de los Estados Unidos si hubieran perdido la II Guerra Mundial y hubieran sido divididos en dos zonas de influencia manejadas por las dos potencias ganadoras, el Japón imperial y la Alemania nazi.
La influencia: es muy pronto para decir si esta serie, que ha estrenado solamente su primera temporada hace tan solo dos años, influirá en obras futuras. Como obra literaria, fue la ganadora del Premio Hugo de 1963 y el primer éxito de ventas de su autor,marcó un antes y un después en la producción literaria de género influenciando a autores de toda índole.
Lo que sí sabemos es que ‘El hombre en el castillo’, la novela, influyó directamente en autores como Kurt Vonnegut, y su ‘Matadero Cinco’, en ‘V de Vendetta’ (Alan Moore), en ‘Hijos de los hombres’ (P.D. James), ‘Divergente’ (Veronica Roth), ‘Perseguido’ (Stephen King), ‘La fuga de Logan’ ( William F. Nolan y George Clayton Johnson) etc. que han sido adaptadas al cine.
‘THX 1138’, la ópera prima de George Lucas del 71, ‘Doce monos’ (Terry Gilliam, 1995) o ‘Gattaca’ (Andrew Niccol, 1997) fueron directamente influenciadas por esta novela de Philip K. Dick.
En Espinof | Todas las películas y series que han adaptado a Philip K. Dick, ordenadas de peor a mejor
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La noticia
Philip K. Dick, el escritor más influyente en el cine de los últimos 30 años
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Ángel Ramos
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