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Rayos X portátiles, el invento de Marie Curie que salvó a miles de soldados en la Primera Guerra Mundial

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Cuando en el año 1914 los alemanes avanzaban hacia París, Marie Curie, una de las científicas más reconocidas de la historia, decidió que su prioridad era poner a salvo el trabajo de toda su vida para evitar que fuese destruido o cayese en malas manos.

Reunió todo el radio del que disponía, lo metió en un contenedor especial y se lo llevó a Burdeos, donde lo dejó en una caja de seguridad de un banco local. Con su trabajo a salvo, Curie, de armas tomar, caviló el modo de poner sus manos y su conocimiento al servicio del esfuerzo colectivo para ganar la guerra.

«La tarea principal impuesta a todos en aquel momento era ayudar al país en cualquier forma posible en aquel momento de crisis extrema», escribió años después en su libro La radiología y la guerra.

No se dieron instrucciones concretas sobre esto a los miembros de la universidad, era cosa de cada uno tomar su propia iniciativa y modo de acción.

Rayos X sobre ruedas

Pero en vez de tomar las armas optó como cuenta The Conversation por ayudar a salvar vidas y para ello tiró de lo que ya por entonces se sabía sobre los rayos X, un tipo de radiación electromagnética que permitía ver el interior del cuerpo humano. Por eso se empezó a utilizar en seguida en medicina, como una forma de orientar a los cirujanos.

El problema es que en los años de las Primera Guerra Mundial, las máquinas de rayos X eran caras y aparatosas,y por eso solo se encontraban en los grandes hospitales. Allí de nada servían a los miles de soldados que eran atendidos en los hospitales de campaña junto a los campos de batalla.

«Durante la rápida sucesión de eventos de agosto de 1914, quedó claro que había graves fallos en la organización del Servicio de Salud». El público francés estaba escandalizado por la cantidad de vidas que se perdían transportando a los heridos a hospitales cercanos.

Esto llamó particularmente mi atención, y así encontré un campo de acción que, una vez dentro, absorbió la mayor parte de mi tiempo y esfuerzos hasta el final de la guerra, y también durante un tiempo después.

Curie solucionó el problema inventando el primer aparato de radiografías móvil. Se trataba de un coche con un equipo de rayos X, una sala oscura para revelado y una dinamo para generar toda la electricidad necesaria para hacerlo todo funcionar a partir del motor de gasolina del coche.

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Otras mujeres vinieron en su ayuda

La idea era buena, redonda. Pero Curie necesitaba ayuda: hacía falta financiación, hacían falta más coches y hacía falta personal entrenado que supiese utilizar la maquinaria.

Harta de esperar una respuesta del ejército francés, la científica se dirigió a la Unión de Mujeres de Francia. Esta organización puso los fondos. Los coches que sirvieron para crear varias decenas de pequeñas Curies (así se bautizó a estos automóviles) fueron donados por mujeres ricas francesas, y también las operarias de los equipos, unas 150 en total, fueron mujeres que ella misma formó.

A los mandos de su ‘pequeña Curie’

Por aquel entonces, Curie era la jefa del Servicio de Radiología de la Cruz Roja Francesa. Normalmente, cuando un hospital de campaña preveía que iba a recibir muchos heridos, avisaba a este servicio y ella, normalmente junto con su hija, acudía hasta allí a instalar los equipos, ponerlos en marcha y ayudar a atender a los heridos.

Una tarea para la que tuvo que aprender a conducir (rondaba ya los 50 años), cambiar ruedas y algunas lecciones de mecánica básica. No solo eso: nunca había operado personalmente con rayos X, así que tuvo que aprender ella misma a utilizar los aparatos, además de estudiar anatomía para ser de ayuda sobre el terreno en caso de ser necesario.

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Así entró la radiología en el diagnóstico médico

El resultado de su iniciativa perduró más allá de la guerra, ya que muchos de los equipos se quedaron en los hospitales de las zonas donde fueron enviados durante el conflicto, y ella misma se encargó de enviar el gas radón necesario para hacerlos funcionar.

En total se estima que 1,2 millones de heridos fueron examinados en las pequeñas Curies o en las unidades de rayos X que Curie ayudó a instalar en los hospitales de campaña, y en los dos últimos años de la contienda se realizaron más de 900.000 exámenes rutinarios con ellos.

Este impulso fue básico en el establecimiento de la radiología como una herramienta del diagnóstico médico,

Un lugar que le corresponde por lo que puede ofrecer no solo en tiempos de guerra, sino también durante la paz, concluía Curie.

Imágenes | Wikipedia
En Xataka | El cuaderno de Marie Curie que, aun hoy, puede matarte

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La noticia

Rayos X portátiles, el invento de Marie Curie que salvó a miles de soldados en la Primera Guerra Mundial

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Rocío Pérez

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