Cuando aún necesitamos unas cuantas botellas de agua y un buen paquete de aspirinas para recuperarnos de la resaca que nos dejó la espectacular batalla —o barbacoa— del último episodio de ‘Juego de Tronos’, acaba de llegar un quinto capítulo que, bajo el título de ‘Guardaoriente’, ha puesto aún más patas arriba si cabe la situación a lo largo y ancho de Poniente.
Preparaos, porque esta semana, junto a los teletransportes de rigor —leitmotiv de la nueva temporada—, alguna que otra reaparición forzada, y una narrativa un tanto torpe y atropellada para lo que nos tiene acostumbrados la serie, ‘Juego de Tronos’ vuelve a hacer gala de los giros demenciales, los cruces de alianzas y los personajes carismáticos, complejos y humanos por igual, a los que nos tiene acostumbrados. Motivos suficientes para perdonar las prisas que parecen tener por contarnos quién acabará ocupando el Trono de Hierro.
Las secuelas de la batalla
‘Guardaoriente’ empieza momentos después del cierre de ‘Botín de guerra’. Jaime y Bronn salen del agua después de que el mercenario salvase la vida del Lannister en su intentona de acabar con Daenerys. Tras los despuntes cómicos de rigor en cualquier escena de este magnético dúo, ambos supervivientes se esfuman del lugar sin que ni uno sólo de los soldados de la Targaryen se preocupen de buscar a una pieza clave en la guerra como lo es Jaime.
En el devastado escenario, consumido por el fuego y ahora convertido en un cementerio de cenizas, Tyrion camina hacia su reina horrorizado por la masacre que acaba de presenciar. Daenerys, imponente bajo la sombra de su querido Drogon, da un ultimátum a los supervivientes del conflicto: o se arrodillan frente a ella, o serán ejecutados. El pequeño de los Lannister, más diplomático que beligerante, no se toma especialmente bien la sentencia, e intenta mediar infructuosamente cuando dos caballeros se niegan a servir a la Madre de Dragones.
Estos rebeldes no son otros que Randyll y Dickon Tarly, padre y hermano de nuestro Samwell respectivamente, quienes son chamuscados a la orden de «dracarys» cuando confrontan a Daenerys —que parece confundir gobernar con ser una tirana— alegando que ya tienen una reina, y que además la suya no es una extranjera que acaba de invadir Poniente. Toda una declaración de intenciones cuyos efectos intentaron ser mitigados por un Tyrion que empieza a plantearse que, tal vez, tenga parte de culpa de haber sesgado las vidas de los presentes en el campo de batalla.
Cersei: intransigencia y cabezonería
Mientras sus enemigos intentan forjar nuevas alianzas a golpe de fuego, Jaime ha llegado en un periquete —unos lo llaman elipsis, otros lo llaman teletransporte— a Desembarco del Rey para dar explicaciones a su hermana/amante/reina sobre lo sucedido después del asalto a Altojardín y de haber erradicado a los Tyrell de la faz de la Tierra de una vez por todas. Como no podría ser de otro modo, el encuentro será de todo menos agradable y productivo.
Jaime, con un visible —y comprensible— temor, trata de convencer a Cersei de que de un paso atrás y se replantee lo de enfrentarse al ejército de Dothrakis, Inmaculados y nada menos que tres dragones de la señorita Targaryen. La cabezonería de la reina, que prefiere ser erradicada a mostrarse débil hace que la templanza de su hermano sea inservible, agravando aún más la situación la revelación de que fue Olenna y no Tyrion quien mató a Joffrey el día de su boda.
Como era de esperar, la discusión no llega a buen puerto. Para Cersei sólo hay dos opciones: rendirse y morir, o luchar y, probablemente, morir también. Un razonamiento digno de la férrea gobernanta que nos dejará más adelante en este mismo episodio uno de los bombazos de la recta final de temporada que puede dar una vuelta de tuerca a lo que hemos visto hasta ahora.
¿La teoría «R+L=J» confirmada?
Atentos, porque en cuanto ‘Guardaoriente’ decide aterrizar en las costas de Rocadragón, nos regala uno de los momentos más grandes no sólo del episodio, sino de lo que va de temporada; y para ello no necesita cantidades ingentes de muerte y destrucción; tan sólo un par de personajes, una criatura alada gigantesca, y la que puede que sea la confirmación de una de las teorías más extendidas entre el fandom de la serie y las novelas.
La música épica envuelve la escena mientras Daenerys aterriza montando a Drogon cerca de un acantilado. Allí, Jon, entre aterrorizado y embelesado por la bestia, que parece algo cabreada, decide quitarse el guante y acariciar el hocico del dragón. Su reacción sorprende hasta a su propia «madre», mostrándose tranquilo y aceptando el cariño de un Rey en el Norte que, además, podría ser heredero legítimo al Trono de Hierro. Esto será reforzado más adelante por un comentario de Gilly en la Ciudadela.
Este detalle da nuevas alas a la creencia popular de que el bastardo de Invernalia es hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, habiendo encontrado así un jinete para el segundo de los dragones de Dany —¿será Tyrion el tercero?—. Sea como fuere, el momento mágico —y, de nuevo, la tensión sexual— se rompe por el primer gran reencuentro del capítulo: Ser Jorah Mormont, curado por completo, vuelve a brazos de su amada Khaleesi para servirla de nuevo. Si supiera la que se le viene encima, tal vez se lo pensaría dos veces…
El Rey de la Noche como catalizador de la acción
De vuelta a Invernalia, Bran, además de recordar eventos traumáticos a su hermana Sansa y de actuar como un maníaco, está realizando sus labores de reconocimiento como buen Cuervo de Tres Ojos que es, enviando una bandada de aves más allá del Muro para descubrir que las huestes del Rey de la Noche están a la vuelta de la esquina, y no es que sean precisamente cortas en número.
La terrible noticia viaja rápidamente a lo largo de Poniente —mediante cuervos supersónicos, parece ser—, llegando en primer lugar a la Ciudadela, donde se hacen eco del descubrimiento tomándoselo prácticamente a broma. Pese a que Sam —convenientemente en la habitación donde discuten el tema— intente convencerles de investigar y darle la importancia que se merece, los maestres le dan una palmadita en la espalda y le despachan entre carcajadas. Esto llevará al aprendiz de maestre a robar unos cuantos libros y documentos y huir de la Ciudadela cansado de ser ninguneado y de no poder usar su verdadero conocimiento.
En Rocadragón, las nuevas se reciben con un Tyrion preocupado y con remordimientos a causa de la muerte que él cree haber ayudado a provocar —o, al menos, que podría haber evitado— siendo aconsejado por Varys, quien le insta a olvidarse de justificar sus actos, lidiar con ellos, y ocuparse de hacer que Daenerys no se convierta en su padre y le escuche como la Mano del Rey que es. El resultado del aviso de Bran se traduce en un plan de lo más descabellado que, en primera instancia, no podría salir bien de ningún modo:
Nuestro grupo de aliados pretenden convencer a Cersei de firmar una suerte de armisticio y hacerla desplazar sus tropas al norte pare defender el Muro del ejército del Rey de la Noche. Para ello, Jon y Jorah Mormont viajarán más allá del Muro junto a Tormund para intentar capturar un Caminante Blanco y así mostrar a la reina Lannister que la amenaza es real. Por otro lado, Davos infiltrará a Tyrion en Desembarco del Rey para que este trate de poner a su hermano Jaime de su parte y facilite las negociaciones.
El enfrentamiento entre hermanas norteñas
Mientras se ejecuta susodicho plan, el ambiente en Invernalia puede cortarse con un cuchillo entre las dos hermanas Stark. Arya ha percibido que «Lady Sansa» parece demasiado permisiva frente a los ataques de los súbditos de la Casa que ponen en entredicho la figura de Jon como Rey en el Norte. Lejos de callarse, la pequeña le sugiere a su hermana abiertamente que, en caso de que Jon no vuelva, le vendría de perlas para hacerse con el poder que tanto le gusta.
La cosa no queda aquí, porque el siempre infame Meñique parece estar haciendo de las suyas en la capital del Norte bajo la atenta vigilancia de Arya, quién, tras un breve seguimiento, descubre que Petyr tiene en sus manos un pergamino con información sensible. Después de que la Stark irrumpa en los aposentos del señor Baelish, veremos cómo el contenido del documento le hace poner cara de pocos amigos; algo comprensible ya que, el breve vistazo que le podemos dar, revela que está firmado por Sansa.
Poniendo el plan en práctica
Con el drama de las Stark en su punto álgido, es la hora de ver cómo se empieza a desarrollar el plan maestro de Daenerys y compañía. Tyrion y Davos llegan a Desembarco del Rey gracias al poder de la elipsis; allí, Bronn conduce a Jaime a través de las catacumbas de la ciudad para dar lugar a un reencuentro tan esperado como tenso en una secuencia que nos brinda una interpretación magistral de Nikolaj Coster-Waldau.
Obviamente, esta reunión no le sienta nada bien a Cersei quien, una vez reunida con su hermano, le hace saber no sólo que era plenamente consciente de todo y que jamás aceptará el armisticio, sino que va a luchar por, atención, el hijo que guarda en su vientre. De nuevo, el intérprete danés que da vida a Jaime nos regala una reacción tan genuina como real, tornada en un gesto de temor tras una nada sutil amenaza por parte de su amante: «no vuelvas a traicionarme».
Mientras todo esto sucedía, Davos dio un paseo por el Nido de Pulgas para verse las caras de la forma más forzada posible con Gendry —si, el hijo bastardo de Robert Baratheon que lleva sin dar señales de vida varias temporadas—, quien se une sin dudarlo a la causa del Caballero de la Cebolla, acompañándole al hogar de Daenerys para, probablemente, dedicarse a forjar armas de acero valyrio en un futuro y, por el momento, ayudar a Jon en su cacería.
Tras una parada en Rocadragón para recoger a Jon y Jorah, Davos y Gendry suben a una barca dirección al Muro, donde se reúnen con Tormund y los miembros de la Hermandad sin Estandartes —a la que acompaña Sandor Clegane—, presos en las celdas de la construcción. En una escena que parece sacada de una película de John Carpenter Jon pone paz entre los antiguos enemigos presentes y termina de dar forma a un atípico grupo de héroes que deberán dejar de lado sus diferencias para combatir a un mal mayor.
Con las puertas que dan más allá del Muro abriéndose, y un plano de los que, probablemente, sean los tíos más duros de todo Poniente adentrándose en la ventisca Norteña, da cierre un capítulo tan frenético en su narrativa como reposado en el tono de sus escenas, que nos invita a un final de temporada que se antoja irrepetible. Por delante nos quedan dos episodios de nada menos que 71 y 81 minutos para finalizar una temporada que, pese a todo, está dando aún más de lo que prometía.
También te recomendamos
La guía rápida si no tienes ni idea de LoL pero quieres ver un partido entendiéndolo
Valar Morghulis: las 23 muertes más impactantes de 'Juego de Tronos'
–
La noticia
‘Juego de Tronos’ 7×05: reencuentros y revelaciones tras la gran batalla
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Víctor López G.
.