Ay, la primavera. Los campos se llenan de colores, la luz vuelve a brillar tras el triste invierno y hasta un tercio de la población del mundo se abonan al clínex, la mascarilla y los antihistamínicos. Bueno, la «primavera», porque, como muchos alérgicos habrán notado a lo largo de los últimos años, la temporada de alergias estacionales cada vez es más larga y más intensa.
Además, cada vez afectan a más personas. Según algunos expertos, las alergias estacionales crecen tres veces más rápido de lo que crecen las alergias alimentarias (que también están en alza). Durante años hemos estado buscando razones (todas ellas acertadas), pero, según parece, el gran culpable estaba delante de nuestros ojos: el cambio climático.
Un (cada vez menos) pequeño inconveniente en un mundo lleno de amenazas
Las alergias (es decir, un tipo específico de respuesta inmunológica a sustancias que el cuerpo entiende como peligrosas) son un fenómeno complejo. Enraizado fuertemente en nuestra historia evolutiva, las alergias no solo son parte de uno de los «sistemas de aprendizaje» fundamentales del mundo animal, sino que además son un pequeño peaje que tenemos que pagar por disponer de ese ejército privado que denominamos ‘sistema inmunitario’.
Las alergias son un pequeño peaje que tenemos que pagar por disponer de ese ejército privado que denominamos ‘sistema inmunitario’
Tanto es así que, salvando las distancias y medio en broma, yo suelo explicar que las alergias ocurren cuando el sistema inmune se vuelve un poco xenófobo.
El año pasado, la Organización mundial de la Alergia ya avisó que las condiciones meteorológicas y el cambio climático estaban incidiendo en el asma y en otros desórdenes alérgicos. Y la incidencia no era positiva, estaban «afectando al comienzo, la duración y la intensidad de la temporada de polen».
Como dice Leonard Bielory, inmunólogo en Alergias del Hospital Universitario Robert Wood Johnson, «el calentamiento va a continuar y cada vez más personas van a estar expuestos a estos alérgenos estacionales». La receta ideal para hacer la vida imposible a ese 30 por ciento de personas con alergia y esos 300 millones de personas con asma.
El enemigo Nº1 de los antihistamínicos
Está más que contrastado que la contaminación atmosférica, los cambios de dieta o la mejor higiene generalizada son factores fundamentales en este repunte de las alergias: pero los datos de las últimas investigaciones dejan claro que estos factores se están dando en una ‘tormenta perfecta’ impulsada por el cambio climático.
Como explicaban Rachel Becker en The Verge, hay dos formas en las que el cambio climático contribuye a este problema: por un lado, hace el clima más proclive a la floración en las zonas más habitadas por el hombre y, por otro lado, la abundancia de CO2 provee de más recursos a las plantas para que crezcan y se desarrollen.
No es sorprendente, ya sabíamos que, hoy por hoy, hay más árboles que antes gracias a estos efectos y muchos investigadores han comenzado a diseñar estrategias para minimizar los problemas derivados de esto en los espacios verdes. De lo que quizás no nos habíamos dado cuenta era de que lo que parecía una buena noticia, se trataba en realidad de un ‘caramelo envenenado’.
Lo que hasta ahora era un temor, empieza a confirmarse: en Estados Unidos la temporada de Alergias ha crecido más de diez días en la mayoría de grandes áreas metropolitanas y en zonas como California algunas alergias se dan ya durante el año entero. La fiesta del antihistamínico no ha hecho más que empezar.
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La noticia
No, no es tu imaginación: la temporada de alergias cada vez es más larga y más intensa (y lo será aún más)
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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