El cine de Adam Sandler despierta pasiones, pues lo más habitual es ser un fan de sus películas o que poco menos que te horroricen. El punto intermedio no es algo muy habitual, pero lo cierto es que a lo largo de su carrera ha hecho tanto buenas películas como auténticos desastres, teniendo también títulos bastante aceptables para pasar el rato y otros que no llegaban a serlo pero tampoco eran una absoluta pérdida de tiempo.
En mi caso sí que creo que lo negativo ha tenido más peso que lo positivo a lo largo de su carrera, por lo que voy con pies de plomo siempre que estrena un nuevo largometraje. En esta ocasión ha sido el turno de ‘Sandy Wexler’, tercer título de su muy exitosa colaboración con Netflix y en el que no tenía apenas esperanzas. El resultado ha sido sorprendente, ya que, pese a ciertos problemas, se trata de una producción bastante digna y con cierto encanto.
Una propuesta diferente sin serlo realmente
Los problemas de madurez siempre han sido una constante en los personajes interpretados por Sandler, estando en la forma de abordarlo la clave para que la película fuera más o menos interesante. En mi caso hace ya tiempo que me cansé de sus perdedores “entrañables” que acaban demostrando ser mucho más de lo que parecen a simple vista para acabar conquistando a la chica.
En ocasiones puntuales le ha funcionado, pero lo ha desgastado tanto que suena al peor tipo de más de lo mismo. En ‘Sandy Wexler’ es algo que se mantiene en cierta forma, pero aquí lo que busca no es una celebración de sí mismo, sino una fiesta en la que homenajea a sus amigos en general -la película está repleta de apariciones especiales con rostros populares dándose vida a sí mismos- y a a Sandy Wernick, el representante de Sandler durante muchos años, en particular.
Por ello, ‘Sandy Wexler’ huye por completo de ese toque escatológico que tan mal le sentaba a ciertas películas lideradas por Sandler para buscar un tono cariñoso y hasta cierto punto ingenuo, pero sin por ello perder el necesario enfoque cómico. Digamos que sí, el actor opta por la parodia para encarar al protagonista -y en algunos detalles hasta se ensaña un poco con él- y eso es algo que de entrada puede resultar incluso repelente, pero todo tiene un motivo que juega un peso notable en la evolución de la historia en lugar de ser un simple chiste alargado.
Demasiado larga pero con motivo
No menciono lo de alargado por casualidad, ya que precisamente el mayor problema de ‘Sandy Wexler’ es que dura demasiado, siendo la primera película liderada por Sandler que supera las dos horas de metraje. Siendo justos, no hay ninguna trama que se estire artificialmente, por lo que quizá habría que recurrir a prescindir de las historias de algunos de sus clientes.
Dejando a un lado la principal, las únicas que considero imprescindibles por lo bien que funcionan son las centradas en Kevin James y Terry Crews -muy divertido como un luchador de wrestling en una trama que además recupera a una vieja gloria del ‘Pressing Catch’-, pero es cierto que el conjunto aporta una efectiva variedad. Además, ‘Sandy Wexler’ no deja de ser un canto de amor más preocupado por eso que por cualquier otra cosa.
‘Sandy Wexler’, un canto de amor de Adam Sandler
Eso es algo que también refuerzan las escenas en las que muchos rostros conocidos dan sus impresiones sobre Wexler, incidiendo en sus peculiares métodos sin llegar nunca a faltarle al respecto, hablando además desde un cariño probablemente real hacia Wernick. Todos estos detalles van sumando metraje y hacen que su visionado pueda resultar un poco cuesta arriba a priori, pero es que ‘Sandy Wexler’ se vendría abajo si se centrase más de la cuenta en la relación entre los personajes interpretados por Sandler y Jennifer Hudson.
De hecho, es dicha relación entre Wexler y Courtney la que más cerca está de descarrilar la película, principalmente por la definición de ella. Tampoco es algo que me sorprenda, porque los personajes femeninos rara vez están a la altura en el cine de Sandler, pero aquí es fruto de que esa ingenuidad que sobrevuela en todo momento alcanza un nivel mayor, llegando un punto en el que cuesta un poco creérsela, tanto por su propia naturaleza como por la adición de más elementos relacionados con el mundo del espectáculo.
En líneas generales sí que resulta curioso ver a Sandler tras bastidores, ya que los singulares métodos de Wexler ayudan a que todo resulte más curioso, logrando incluso controlar ciertos excesos que podrían haber caído en un caricatura errónea, aniquilando así la credibilidad del personaje. Aquí algo me dice que es más mérito del propio actor que de Steven Brill, director de ‘Sandy Wexler’ y colaborador habitual de Sandler -suyas son también ‘Little Nicky’ o ‘The Do-Over’-.
Más allá de eso no hay que suspender la credibilidad mucho más que en la mayoría de películas, pero sí que hay escenas que remarcan tanto su función narrativa –pienso por ejemplo en el cameo de cierto hilarante músico- que evitan que ‘Sandy Wexler’ sea algo más que una propuesta estimable pese a sus limitaciones. Porque sí, esto sigue siendo una película de Adam Sandler, pero con un tono más cercano al de la encantadora ’50 primeras citas’ (’50 First Dates’) que al de la horrible ‘The Ridiculous 6’.
En definitiva, ‘Sandy Wexler’ es un canto de amor de Adam Sandler a su antiguo representante -aunque también tiene su puntito cruel- y a muchos de sus amigos. Esto último no es algo raro en su cine, pero normalmente era algo que desequilibraba sus películas sin llegar a aportar algo que lo justificase. No es el caso, pero tampoco esperéis algo que no es la película, porque si nunca habéis conectado con el cine de su protagonista, dudo mucho que vayáis a hacerlo aquí por primera vez.