Una de las cosas que las empresas han tenido que aprender en el mundo de los datos y de cómo estos impactan en las decisiones de negocio y mejoran los resultados es que no pueden contener las cosas en silos. La información tiene que ser capaz de fluir y tiene que ir más allá del terreno en el que ha aparecido de forma original. Es decir, los diferentes segmentos de la compañía tienen que ser capaces de compartir información y de usarla de forma transversal.
Y si esa información ha empezado a verse de un modo claro en lo que toca a los datos, ¿no debería comenzar a verse también de un modo mucho más evidente en todas las áreas en las que trabaja la compañía y ser aplicada en muchos más terrenos?
Porque, al fin y al cabo, los silos no deben aplicarse ya no solamente en la gestión de los datos sino en muchos más terrenos y en muchas más áreas. En un mercado en el que los consumidores buscan cada vez experiencias más omnicanal y en el que están posicionándose de un modo mucho más amplio, en el que las cosas llegan cada vez desde más escenarios y de más maneras, no queda más remedio que enfrentarse al mismo de la misma manera.
Esto supone que cada vez hay que colaborar más entre departamentos, especialmente entre aquellos que ocupan posiciones clave y que tienen un impacto más directo sobre cómo reciben los consumidores a las marcas y sobre cómo toman decisiones de compra (y cómo estas se gestionan). Los departamentos de marketing y de ventas tienen, por tanto, que trabajar de forma conjunta y que colaborar de un modo mucho más estrecho.
La propia realidad del mercado ya ni siquiera les da opciones: como apuntan en un análisis en Warc, partiendo de lo que señalan Cassandra Stevens, directora global de comercio en Zenith, a medida que el trabajo que unos y otros tienen que hacer converge cada vez más, el papel que los responsables de marketing tienen que hacer en el terreno de las ventas es mucho mayor. Cada vez tienen que pensar más en cómo pueden mejorar los resultados de ventas. «No nos ayudamos si tenemos diferentes silos en las compañías», señala Stevens.
Un trabajo más conectado
Esa reflexión no solo recuerda la importancia de conectar mejor lo que se hace en la empresa, sino también invita a pensar cómo se debe evitar que el crear divisiones diferentes para las distintas áreas de la compañía (incluso en el terreno de ventas se subdivide el trabajo, con equipos solo para ecommerce, por ejemplo) acabe fragmentando el trabajo y haciendo que unos y otros se posicionen de espaldas a sus compañeros en un mercado en el que cada vez más se quieren experiencias omnicanal y experiencias positivas memorables en todas las etapas del viaje de compra.
Esto hace también que las fronteras entre lo que puede hacer cada equipo sean también cada vez más borrosas. Por ejemplo, los responsables de marketing tienen que ser capaces de encontrar y desarrollar nuevas áreas de crecimiento y ventas, algo que de entrada podría parecer una actividad de otros departamentos.
El mercado es cada vez más complicado y cada vez se necesita tocar más palos y posicionar las cosas de un modo más complejo. A las marcas y a las empresas no les queda más remedio que hacer que sus diferentes equipos y sus diferentes partes trabajen de forma conjunta. Al departamento de marketing le ha llegado la hora de ser un jugador de equipo.