Se puede establecer cuándo empieza el verano paseando por los supermercados. Hay varias muestras claras que son pistas de que el verano o bien está ahí o está a punto de llegar. De pronto, las estanterías se llenan de productos estacionales o de aquellos que – aunque presentes el resto del año – no tienen tanta suerte a la hora de colarse en nuestra cesta de la compra. Es la época en la que los helados, por ejemplo, empiezan a tener una presencia masiva en la sección de refrigerados y también el momento en el que las cremas solares comienzan a tener su propia estantería bien repleta.
Pero esa no es la única muestra de que el verano ha llegado. Otros elementos ayudan a anunciar su llegada. El packaging de muchos productos cambia, para mostrar un aspecto mucho más veraniego y para conseguir así posicionarse de un modo mucho más vinculado a las pautas de consumo del momento. La lista de productos que ajustan el modo en el que se presentan al consumidor es muy variada y toca prácticamente todos los terrenos. Cambian desde bebidas hasta productos para niños. Todo el mundo quiere darle un toque de verano al producto.
La idea del packaging veraniego es bastante visible en las estanterías del supermercado y en producto de alimentación y bebida, pero lo cierto es que su poder y su potencial puede ir mucho más allá que simplemente este terreno. El packaging de verano puede ayudar a posicionar muchos más productos y a hacer que los consumidores se fijen en ellos. El packaging veraniego tiene, de hecho, no pocas ventajas.
Convierte a tu producto en estacional, aunque no lo sea
Una de las cosas que ocurre en verano – como ocurre también en Navidad o ahora también en Halloween – es que los consumidores se sienten tentados a comprar aquellos productos que están vinculados al momento. Por ejemplo, en Halloween se compran chocolatinas solo porque se presentan como fantasmas. En Navidad, aparecen en el supermercado muchos productos con un packaging en tonos rojizos, verdes y dorados, que dan un toque navideño y festivo.
Para muchos productos vincularse a la fecha es sencillo. Para otros muchos no tanto. Para ellos, jugar con el packaging es decisivo. No son productos estacionales – y no tendrán los problemas que estos productos tienen que afrontar – pero conseguirán sus beneficios cambiando cómo se presentan al mundo.
Te ayuda a destacar sobre los demás
El packaging veraniego tiene además un efecto llamada. En medio de toda la saturación de cosas y en el hartazgo del consumidor de haber visto posiblemente la marca y sus productos infinidad de veces, hace que las cosas se vean distintas, que parezcan igualmente diferentes. Es una manera de romper con la monotonía y, sobre todo, de conseguir que la marca destaque entre todas las demás.
Hace que el consumo se convierta en una experiencia
Pero la cuestión no está solo en que de este modo la marca y sus productos logren llamar la atención y vincularse al verano, sino que también logran con un cambio de packaging hacer que el consumo sea algo diferente. El packaging contribuye a crear una experiencia.
Uno de los mejores ejemplos de esto fue una de las campañas veraniegas de Coca-Cola. Cada una de sus botellas estaba ajustada a un destino vacacional, lo que hacía que se generase una cierta expectativa y que el beber el refresco fuese algo ligeramente diferente. Otro gran ejemplo está en Cola-Cao, que no solo ajusta cada verano su packaging sino que además añade un elemento extra, con sus diferentes ediciones de la ‘baticao’. La compra está muy marcada por ello y por la experiencia asociada a ese regalo.
Se asocia a los valores positivos del verano
Y, finalmente, un packaging veraniego tiene un efecto contagio en valores. El producto se ve salpicado por los valores positivos del verano, asumiendo sus efectos y modificando la percepción que se tiene de las cosas. A diferencia de otras estaciones, como puede ser el invierno, el verano se asocia de forma general por los consumidores a cosas positivas. Es el tiempo de las vacaciones, el descanso, la diversión y los buenos momentos. Es una época positiva, en la que el tiempo será bueno y se harán cosas no solo memorables sino también agradables, como viajar o ir a la playa. Con un cambio en sus envases, las compañías capitalizan esas cuestiones.