Una de las grandes guerras en las que están empezando a sumirse ya las empresas de internet y que se espera que dominen el panorama de las batallas empresariales en el futuro inmediato es la que enfrentará a los diferentes jugadores por el dominio del mercado de los contenidos. Los contenidos se han convertido en la nueva moneda de cambio, en el elemento que todos los grandes de la red quieren controlar y en el que jugadores de nuevo cuño se han convertido en dominantes.
Los contenidos en vídeo para consumir bajo demanda se han convertido en el terreno en el que todos quieren posicionarse. Por un lado, la crisis de la tele y el crecimiento de estos formatos de contenido se han convertido en una de las razones cruciales para asentarse. Por otro lado, el consumo se ha convertido en algo global (como demuestra que los contenidos de Netflix, por ejemplo, salgan en todo el mundo al mismo tiempo). Quienes empezaron como pioneros en el mercado, como Netflix y Hulu, están intentando mantener sus posiciones, al tiempo que los nuevos jugadores – que en realidad son gigantes de internet y de tecnología de siempre, como Apple – están intentando hacerse su hueco y las grandes de la televisión tradicional están intentando comprender qué es lo que el cambio impone.
Y en esas listas siempre está presente Amazon. Amazon empezó a producir sus propios contenidos muy pronto y hay quienes lo meten en el mismo saco que meten a Netflix, como uno de los pioneros del mercado del VoD. La compañía ha intentado reordenar su estrategia en los últimos meses, ya que hasta ahora no ha sido capaz de lanzar ningún bombazo.
Sus series han llegado a nichos muy concretos e incluso han empezado a ser reconocidas por la crítica y por los premios televisivos (como le ocurrió a su último gran estreno, La maravillosa Sra Maisel) pero no ha logrado tener una de esas series que se convierten en referentes globales y que tienen un tirón impresionante, infiltrándose en la cultura popular (como Netflix sí ha logrado ya con algunos de sus grandes éxitos). Amazon ha empezado a meter dinero en sus series y ha cambiado su estrategia para conseguir tener su Juego de Tronos (que, posiblemente, sea la versión en serie que va a hacer de la obra de Tolkien).
Por qué Prime Video no cuaja
Pero ¿está Amazon quedándose descolgado? ¿Se ha convertido en simplemente algo que está ahí y que no es un objeto de deseo para sus espectadores? Preguntando rápidamente a varios usuarios que en España tienen el acceso a Prime Video (que viene de serie con la cuenta Prime), señalan que en realidad ven muy pocos contenidos en la plataforma. Un estudio en EEUU que solo el 14% de los espectadores que ven Prime Video en EEUU no ven ni Netflix ni Hulu. Un 85% de estos usuarios sí tienen y ven Netflix, como recogen los datos de MoffettNathanson.
Las razones por las que los usuarios siguen empleando Netflix (y Hulu) en EEUU cuando tienen Prime Video están en que no creen que haya una selección suficiente de contenidos en Prime (44%) o porque creen que la calidad del contenido no es buena (28%). Además, Prime Video tiene un problema serio con dos grupos demográficos en especial. Por un lado, las mujeres de un modo general están poco satisfechas con su catálogo. Por otro lado, los suscriptores de entre 18 y 34 años tampoco están contentos con lo que Prime Video ofrece.
Amazon se gastará, como señalan las previsiones, unos 4.500 millones de dólares en contenidos en 2018. Será la mitad de lo que gasta Netflix. Además, Amazon quiere tener series con tirón a lo Juego de Tronos, lo que hace que estén trabajando en unas cuantas grandes producciones, algo que lleva tiempo de desarrollo y que no estará de una forma rápida. Mientras esto ocurre, Netflix ya se ha consolidado en EEUU como la opción por defecto a la que echan mano los consumidores cuando se suscriben a un servicio de VoD.
Un problema para Amazon
Y esto es un problema para Amazon. Lo es no solo porque Amazon podría estar quedándose descolgado en el mercado del VoD, sino también porque los contenidos son parte de su estrategia a un nivel mucho mayor. Amazon los usa para hacer que su servicio Prime – de pago – sea más atractivo y para justificar que sus usuarios tengan que pagar por ello (y en algunos países puede ser la llave para justificar las subidas de precio).