Transparencia
es en la actualidad,
sin duda, una de las palabras asociadas íntimamente
al proceso de comunicación
corporativa. Si bien se ha ligado
principalmente al
ámbito de las Administraciones
Públicas,
con el paso del tiempo esa exigencia de
transparencia se ha ido extendiendo al de la empresa privada, dada
la regulación del sector privado
a través del sector público.
El entorno digital global en el que se mueve el sector de los
negocios ha multiplicado de manera exponencial la búsqueda y
necesidad de obtener información, tanto por parte de los proveedores
de bienes y servicios
como de sus clientes. Y ante este nuevo entorno, ¿cómo debe actuar
la empresa?; la transparencia, ¿es posible en el ámbito del
sector privado?,
¿en qué grado?; de
serlo, ¿es un riesgo o una oportunidad comercial?
La
comunicación es una de las herramientas más eficaces
y productivas para conseguir los objetivos estratégicos y
comerciales de toda compañía,
entendido
este proceso comunicativo desde un espectro
amplio que abarca todo tipo de información generada por la
firma,
así
como la recibida
de sus
propios clientes o
de su entorno.
A
su vez, tanto
más importante es el uso adecuado que se hace de toda esa
comunicación que se genera en torno a cualquier empresa, es
decir, cómo se utiliza el
potencial de esa
herramienta.
Evidentemente
no se le puede exigir a la empresa privada el nivel de transparencia
que actualmente
se está requiriendo al sector público,
dado que un exceso de información podría poner en
riesgo
el propio funcionamiento de la compañía y situarla en desventaja
frente a competidores. Sin embargo, la tendencia actual es la de
apostar por la transparencia, dentro de ese porcentaje de información
que es susceptible y necesaria de ser comunicada (tanto a nivel
interno como externo).
La
infomación es la llave que abre la puerta de la confianza de los
clientes, además de ser una de las claves de su
fidelización. Claridad comunicativa que se debe extender a las
relaciones propiamente comerciales (empresa / cliente / proveedores)
como a las corporativas (empresa / medios de comunicación /
administraciones).
Cualquier sombra de ocultación -por muy leve o inocente
que sea- puede echar al traste la legítima política comercial de
una empresa, o convertirse en una grave crisis de imagen que afecte
negativamente a su negocio. Tampoco
hay que
olvidar que no tener una adecuada transparencia informativa en el
ámbito de la comunicación interna puede provocar tensiones
innecesarias dentro de la propia estructura de la compañía. Por
tanto, la clave está en saber qué se puede comunicar, así como la
manera en que se deben
difundir esos mensajes para que los receptores le?itimos (clientes,
proveedores,
medios,
administraciones, etc.) vean satisfechas sus necesidades
informativas. Esa satisfacción reduce los riesgos para
la
empresa y abre
muchas posibilidades
futuras de actuación y negocio.
Incluso
si nos enfrentamos de
facto a
un entorno de crisis (especialmente de imagen o marca), la
comunicación y la transparencia deben ser parte importante de la
estrategia
corporativa para solventarla. Si
en una época de crecimiento y desarrollo conviene apostar por la
información amplia y clara, en los momentos de crisis esta apuesta
debe redoblarse. De lo contrario, se
puede caer en un
pozo
del que será muy difícil salir y, si se logra, será de nuevo en
parte
gracias a una buena estrategia comunicativa. La empresa debe concebir
a su capital humano, a sus clientes, a sus proveedores, a los medios
de comunicación e, incluso, a las Administracions
Públicas
como partes indisolubles del engranaje comunicativo. Tener una
transparente estrategia informativa
permite crear
y aprovechar sinergias con todos estos actores, lo que
redunda en beneficio de la actividad
económica y comercial.
Evidentemente,
esta labor requiere una especialización,
una experiencia y un conocimiento exhaustivo del ámbito de la
comunicación. Por lo tanto, es necesario disponer de un equipo de
profesionales capaces de llevar a cabo esta estrategia. Especialistas
senior en el ámbito de la comunicación (periodistas, técnicos
de marketing,
creadores y gestores de contenidos, diseñadores, creativos,
desarrolladores, etc) que conozcan su labor, tengan claramente
definida la estrategia a desarrollar,
y sean capaces de implementarla con la calidad necesaria y la
transparecia exigida. Porque la profesionalidad no solo no solo
reside en el conocimiento. Evidentemente mantener una estructura
comunicativa dentro de la empresa es algo que no muchas empresa
pueden permitirse desarrollar,
por lo que se hace necesario externalizar dichos servicios hacia
agencias
MARCOM
como DRV Sistemas
que aseguren una estrategia comunicativa
360 grados. Una
inversión altamente
rentable en sí misma,
que
facilita conseguir la
rentabilidad deseada
en
el resto de inversiones de la empresa.