Una vez se digiere, el susto de que el mundo se acaba se suaviza un poco e incluso se va haciendo más evidente a medida que se reflexiona y piensa sobre ello. En un primer momento esa confirmación 100% científica del apocalipsis nos ha dado en la frente, pero si analizamos los últimos años de evolución electrónica encontramos pruebas de que el alzamiento tecnológico era evidente.
En cada innovación, cada boom en las presentaciones tecnológicas, hemos estado asistiendo a pistas más que evidentes de lo que se iba a producir. Y ahora que por fin se está estableciendo la dictadura el gobierno del Imperio Mecánico y asumimos que nos queda poco más que un rato en estos lares, vemos claro que nuestro desenlace correrá a cargo de los que fueron nuestros mejores amigos y ahora son nuestros principales enemigos: los dispositivos electrónicos.
1. Las Roomba no deambulaban, tanteaban el terreno
Hace ocho años (¡ocho!) o más que tenemos la amenaza en casa, así que no tenemos demasiados motivos para que el asunto nos sorprenda. Nos hacía gracia aquello de que «conoce nuestra casa mejor que nosotros«, pero gracias a los sistemas de láser y las tecnologías que incorporan los robots aspiradores han mapeado casi la totalidad de la superficie habitada del planeta, pudiendo urdir así un plan perfecto para su conquista con ayuda de otros electrodomésticos.
Porque ésa es otra: hemos estado dejando entrar el láser desde hace décadas. Ya nos engañaron con los LaserDisc, tecnología que afortunadamente no triunfó postergando nuestra existencia unos años más. Pero esta radiación se usa en gran cantidad de dispositivos, y el colofón ha sido que estos mortíferos y pulcros robots la incorporen, teniéndonos amenazados a humanos y mascotas cuales Sith.
Nos lo hemos buscado: hemos querido construir aspiradores inteligentes, lo hemos hecho y ahora toca enfrentarse a nuestra propia medicina. Probablemente de esto advertía Giacomo Marini, CEO de Neato (fabricante de estos dispositivos), cuando decía que «la gente acabará usando su robot como dispositivo de limpieza estándar», probablemente con un doble sentido muy sutil de advertencia (viéndose ya acorralado por sus propias creaciones).
2. Las lavadoras, esas mortíferas máquinas
Los animales son capaces de percibir variaciones químicas que nosotros no notamos, pudiendo anticiparse en cierto modo a los terremotos. Teniendo esto en cuenta se nos ha pasado un indicador casero de una amenaza que se ha acabado confirmando en estos días: los gatos suelen posar en el interior del tambor de las lavadoras, las cuales son otras de las protagonistas de nuestro agrio final.
No vale lamentarse porque también nos lo hemos ganado. Son varios los fabricantes que desde hace unos años se están empeñando en dotar de inteligencia a estas máquinas cuyo propósito es agilizar la colada, en un alarde de antropocentrismo enfocado a satisfacer aún más nuestra comodidad e incluso a hacerlas cómplices de nuestros excesos navideños, siendo también centros de ejercicio físico.
Las máquinas ahora se vengan; les hemos hecho inteligentes, grandes y poderosas, y vamos a pagar con creces que lavar la ropa sea algo cada vez más automático e independiente. Con asociación a esa ropa que también hemos querido dotar de «inteligencia», tenemos la amenaza en casa, sufriendo terremotos debidos a una función especialmente aterradora de centrifugado e incluso explotando.
3. Drones armados hasta los dientes: estaba claro
Desde hace unos años nos hemos dejado seducir por estos vehículos aéreos en miniatura, cada vez más económicos y capaces de capturar imágenes impresionantes en alta resolución. Pero esto tampoco debería de sorprendernos cuando aquí precisamente hemos hablado de su uso como armamento militar.
Como cabia pensar (y no hicimos), los drones se han alzado contra sus creadores y fabricantes una vez la tecnología autómata permite su fabricación sin intervención humana, y según han comunicado vía Anonymous su próximo objetivo son las cúpulas del poder como la Casa Blanca, el Kremlin o Disney World.
Cuadrucópteros con ametralladoras y lanzagranadas ya sobrevuelan las áreas a dominar, con un componente de mofa hacia las restricciones que existen hacia el vuelo de drones, mientras el resto de máquinas completa sus respectivas misiones. Mientras tanto, la lucha sigue y fuentes cercanas han confirmado a Xataka que los mejores expertos en cetrería ya están preparando un ejército de águilas para combatirlos.
4. Las neveras: las Matahari de la cocina
Nos dio la risa cuando empezaron a salir neveras con cámaras y tablets. Nos pareció incluso útil lo de ver a tiempo real su interior y actualizar la lista de la compra desde el propio supermercado, pero no pensamos en que este Gran Hermano en frigorías se nos iba a volver en contra.
Esas cámaras han ido recopilando nuestros hábitos alimenticios, así como nuestros horarios de picoteo, y al fin y al cabo determinando nuestra debilidad. Y con eso tan manido del «Internet de las cosas«, que no es otra cosa que el que todas las máquinas estén conectadas para elucubrar sádicos y vengativos planes, para que entre unas y otras tramen el plan definitivo: envenenarnos.
Por la boca no sólo muere el pez, también moriremos nosotros. Porque quién mejor que los robots de la industria alimentaria para jugárnosla lenta y deliciosamente suministrándonos sustancias fulminantes en pizzas y otros manjares.
5. Unos smartphones demasiado smart
No hemos parado con la inteligencia artificial hasta que la hemos visto en los móviles. Y aunque esto de momento todo bastante entrecomillado ha sido suficiente para que sean autómatas de manera oculta, haciéndose con la información necesaria de nuestros hábitos y ubicación para establecer el plan de ataque perfecto.
Los propios móviles lograron crear una inteligencia colectiva autómata capaz de engañarnos, de modo que parecían Google y otras empresas las interesadas en recabar datos de nuestra ubicación y de otro tipo, pero en realidad era todo cosa de los smartphones. Estos dispositivos se han pasado de listos hasta el punto de ser el elemento clave en la revolución tecnológica, dando información a coches autónomos y gran parte de los electrodomésticos para acorralarnos o directamente acabar con nosotros.
Gran parte del éxito del ataque de los móviles se ha basado en usar los grupos de WhatsApp como elemento disuasorio, de modo que se alentaba con mensajes creados de manera autónoma a que se confiase en los smartphones. Textos como «Tú tranquila y ten el móvil a mano por si hay que avisar a urgencias» o «Lo importante es que no te despegues del teléfono» se han ido colando en nuestros grupos gracias a virus informáticos y hackeos, de modo que parecía que eran nuestros contactos quienes nos lo enviaban.
6. Ese polizón llamado plancha
Igual que todo lo que sube, baja, (casi) todo lo que se lava, se plancha. Era de esperar que una vez compinchadas las lavadoras las planchas estableciesen otro de los ejércitos mecánicos que empiezan a asolar el planeta. Aprovechando los momentos en los que nos dedicamos a quitar arrugas viendo series, películas y demás, ya son numerosos los incidentes que se cuentan de centros de planchado que han provocado quemaduras de segundo y tercer grado en sus usuarios.
Bajo las órdenes del Coronel TEO, el cual se impuso el cargo una vez acabó con todos sus creadores, el robot que parecía ser un tranquilo androide experto en planchado dirigió una operación de conquista que empezaba en las tablas de planchar y acababa acorralando a los habitantes humanos del hogar. Para ello contó con la colaboración de Landroid, robot que acabó secuestrando y dejando sin una arruga a los ingenieros que aún pensaban que estaba en fase de pruebas.
7. Esos otros polizones: los juguetes sexuales
Así es la tecnología inteligente, capaz de darnos donde más nos duele. De nuevo consiguieron jugárnosla urdiendo un plan en el que el culpable parecía ser el beneficio antropológico, pero en realidad los juguetes sexuales estaban completamente metidos en el asunto, y en lo del alzamiento tecnológico también.
Tras saberse que algunos de estos dispositivos recogían información sobre los patrones de uso, la empresa Wi-Vibe tuvo que pagar un buen pellizco. Y por si aquello no fue suficiente, una vez tomado el timón de la revolución los juguetes sexuales se unieron al resto de electrónica atemorizando a los trabajadores de la línea de producción y atacando con vibraciones a todo aquel que osase plantarles cara. Un drama de proporciones víbricas.
8. El cuento más antiguo del mundo se hizo realidad: los robots, dueños del universo
Ni Elon Musk, ni Stephen Hawking, ni el resto de miembros de la asociación Future of Life nos convencieron para actuar a tiempo. Los principios en prevención de una sublevación robótica o el gobierno mundial que proponía Hawking no llegó, y a consecuencia tenemos en el despacho oval al robot de Bezos jugando con Aibo, el perro robot de Sony que volvió incorporando inteligencia artificial (otra victoria que se anotaron las máquinas).
I just got to pilot an awesome (and huge) robot thanks to Hankook Mirae Technology. Nice! #MARS2017 pic.twitter.com/MvN6ghEYFi
— Jeff Bezos (@JeffBezos) 20 de marzo de 2017
Todo empezó con la inteligencia artificial, cumpliéndose lo que Musk, el experto en IA Mustafa Suleyman de DeepMind de Alphabet y otros 116 expertos predijeron sobre que esto se nos podría volver en contra de manera letal. De hecho, incluso se ha comprobado que el propio Hawking es un robot y que fue su silla de ruedas electrónica la que acabó con él tras enviar los mensajes de advertencia, al hacer peligrar los planes del Imperio Mecánico.
Imagen | Cinemanía
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La noticia
No nos engañemos, lo veíamos venir: las 8 claves de la tecnología que vaticinaba su alzamiento
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Anna Martí
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