El ser humano es curioso por naturaleza. Siempre anda buscando e indagando, ávido de información para satisfacer su deseo de conocimiento. En el mundo social en el que vive, lógicamente, esta ansia por saber traspasa, algunas veces, ciertos límites que la misma sociedad ha impuesto por norma y comportamiento ético, aún así nos vemos atraídos por entrar en el terreno personal de aquellos que nos rodean.
En algunas ocasiones, esto puede entrar en conflicto con nuestros preceptos morales y con frecuencia llegamos a hacer un juicio de valor a la ligera del uso que le podemos dar a los muchos gadgets que encontramos en el mercado para realizar labores de espionaje.
El principal mercado donde localizar estos artilugios se llama la casa del espía, la tienda del espía donde cualquiera que lo desee puede encontrar algún artículo que le vaya a resultar de utilidad en algún momento en relación a la vigilancia y control de otras personas o situaciones.
Este rincón espía proporciona cámaras, minicámaras, grabadoras, localizadores GPS… que te permitirán esclarecer situaciones en las que, por ejemplo, la legalidad de los asuntos no está clara. ¿Qué tal te parecería si un trabajador utilizase alguno de estos recursos para probar ante un juez que sus derechos están siendo vulnerados? Entonces probablemente no verías estos gadgets como algo inmoral, sino como una herramienta para hacer justicia.
Pero hay situaciones incluso más dramáticas. ¿Y si lo que queremos averiguar es si las personas que dejamos a cargo de nuestros hijos o familiares mayores están dándoles el trato que ellos merecen o están ejerciendo algún tipo de abuso de poder? ¿Acaso no solo justificarías el uso de estos aparatos, sino que lo considerarías un deber moral?
Efectivamente, las cosas rara vez son blancas o negras y según el uso que le demos a estos objetos espías podremos tener nuestras conciencias totalmente tranquilas.
Y es que existen situaciones en las que esa duda sobre lo que está bien o está mal nos puede corroer el alma. Hablamos del típico caso de desconfianza en las relaciones de pareja, cuando uno de los dos miembros sospecha que el otro le está siendo infiel.
Es cierto que el hecho de dudar ya tambalea la relación, pero para dar pasos firmes y definitivos normalmente necesitamos pruebas fiables que a veces solo vienen a través del espionaje. Dicen que cuando el río suena, agua lleva, y desgraciadamente en la mayoría de los casos así es.
Si al final resulta que estábamos equivocados y nuestra pareja no nos estaba engañando, siempre podremos confesarle nuestra inquietud y nuestras acciones acometidas para quedarnos con las conciencias más tranquilas. Si la pareja es fuerte, lo superará, pues errar es humano y que a veces nos asalten las dudas, también.
La información es poder
Si en el ámbito personal, la información y la certeza nos dan ventaja de actuación y nos permite tomar las decisiones adecuadas con mayor lucidez, qué decir del valor de la información y el conocimiento en el mundo empresarial, sabemos la gran ventaja que reside en saber a ciencia cierta cuáles son los puntos débiles y las fortalezas de nuestros competidores.
Es por eso que, para optar a un puesto de relevancia en cualquier empresa que se mueva en internet, no hay nada más seguro que realizar master ciberseguridad, pues cualquier empresario querrá tener su negocio a salvo de posibles intrusiones para poder dormir tranquilo, sabiendo que su información más confidencial o aquella que le asegura el éxito está a salvo de miradas extrañas.
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Este artículo La curiosidad nos hace más humanos fue publicado originalmente en Punto Geek.
