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30 años de 'Robocop': así se creó una película irrepetible

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Robocop

Mientras el tiempo, inexorable, avanza sin dar un sólo instante de respiro y haciendo evidentes los achaques propios de la edad sobre un considerable número de largometrajes, hay obras que, independientemente de las décadas que acarreen a sus espaldas, se mantienen jóvenes, lozanas y absolutamente impecables.

‘Robocop’, referente indiscutible del cine de ciencia ficción y una de las obras cumbre del realizador holandés Paul Verhoeven, es buena muestra de ello. Pese a acabar de cumplir la treintena, las aventuras del agente Alex Murphy y su compañera Lewis siguen tan frescas como el primer día, manteniendo imperecedero ese genio narrativo, su tratamiento de violencia y esa sátira sociopolítica que la convirtieron en una película irrepetible.

Paul Verhoeven: el holandés migrante

Paul Verhoeven1

El nacimiento de la ‘Robocop’ que hoy celebramos se corresponde a uno de esos momentos «mágicos» en los que los astros se alinean y dan lugar a acontecimientos excepcionales, en este caso en forma de largometraje; siendo el primero de los ingredientes del cóctel de causalidades la recepción del cine de Paul Verhoeven en su país natal.

Los tres últimos trabajos firmados por el cineasta en Holanda —‘Los señores del acero’, ‘El cuarto hombre’ y ‘Vivir a tope’— no sólo padecieron una discreta recepción en cuanto a público se refiere, sino que suscitaron duros ataques hacia Verhoeven por los sectores más moralistas del país, tildándole de fascista, homófobo, misógino y una suerte de lindezas varias que se tradujeron en un comprensible hartazgo.

Paul Verhoeven2

Junto a esta situación, que trascendía lo estrictamente cinematográfico hasta afectar a lo personal, la idea de que Hollywood podría resultar favorable en aspectos estrictamente económicos llevó al bueno de Paul a hacer las maletas y cruzar el charco para instalarse en la ciudad de Los Ángeles con un proyecto bajo el brazo titulado ‘Robocop’, sobre el que tenía no pocas reticencias.

Antes que viajase a Estados Unidos, la produtora Orion Pictures, que había triunfado notablemente con ‘Terminator’ en el 84 y buscaba un nuevo éxito de similares características, ofreció a Verhoeven dirigir la historia de un hombre reconvertido en robot que lucharía contra el crimen. El holandés, a priori desganado al no ser especialmente devoto de la ciencia ficción, aceptó la oferta después de la insistencia de su mujer, quien encontró por casualidad el tratamiento del filme y decidió echarle un vistazo. El resto, como suele decirse, es historia.

‘Robocop’: maravilla multireferencial

Si Paul Verhoeven terminó ocupando el asiento de director después de una serie de oportunas coincidencias, la gestación del relato obedece también a una variada amalgama de referentes que, unidos como si de un puzzle se tratase, dieron lugar a esta obra a la que hoy rendimos homenaje.

La idea a raíz de la cual nació ‘Robocop’, podría resumirse como una especie de antítesis de ‘Blade Runner’. Edward Neumeier, coguionista del guión junto a Michael Miner, pudo asistir a parte del proceso creativo de la cinta de Ridley Scott durante su etapa como trabajador para Warner Bros. Allí, comenzaría a plantearse el dar la vuelta a la idea de los robots con aspiraciones humanas para modelar su historia sobre un humano reconvertido en robot que, además, luchase contra el crimen.

Maria

No obstante, las fuentes fílmicas de las que bebe ‘Robocop’ no se limitan al clásico protagonizado por Harrison Ford. El propio Paul Verhoeven ha reconocido haber diseccionado a fondo la ‘Metrópolis’ de Fritz Lang antes de abordar su primer trabajo estadounidense —de hecho, los primeros diseños de la coraza de Murphy estarían inspirados en la robótica María—.

Además, el cineasta ha alabado públicamente estudiar el trabajo de James Cameron a la hora de dirigir la acción en la ‘Terminator’ original, mientras que sus guionistas han admitido la influencia de largos tan dispares como ‘Mad Max 2: El guerrero de la carretera’ y ‘Harry el sucio’ para dar forma a su libreto.

American Flagg

Por encima del séptimo arte, el mundo del cómic se eleva como el principal medio que moldeó ‘Robocop’ a través de múltiples publicaciones, siendo la más destacada «American Flagg!», de la que Verhoeven absorbió su violencia, su cariz satírico, y el uso de la televisión como elemento narrativo recurrente.

Este último recurso sería empleado a su vez por Frank Miller en «El regreso del caballero oscuro», la aventura de Batman de 1986 también hermanada con un filme que encuentra su tercer pilar comiquero en las viñetas de la revista «2000 A.D.» que recogieron los excesos del salvaje Juez Dredd y su distopía urbana ultraviolenta.

Un tratamiento de la violencia impensable hoy día

Rob Bottin Verhoeven

Sin lugar a dudas, de entre la infinidad de virtudes que atesora, ‘Robocop’ será recordada por su brutal y descarnado tratamiento de la violencia. Una visión repleta de excesos del siempre polémico Paul Verhoeven que se materializó gracias al genio de Rob Bottin, el experto en efectos prácticos que demostró con creces su talento en ‘La cosa’ de John Carpenter.

Además de crear la armadura del protagonista en un proceso creativo marcado por las fuertes discusiones con el director, que casi desembocan en la agresión física, Bottin dio vida —o muerte, más bien dicho— a cuatro de las escenas más violentas que puedan recordarse en un filme de estas características, y que pusieron a la producción contra las cuerdas por el miedo a recibir una calificación X por parte de la MPAA.

La primera y más icónica de ellas, como no puede ser de otro modo, es la despiadada ejecución de Murphy a golpe de escopeta. Una auténtica oda al exceso en la que sangre, carne y desmembramientos reinan en pantalla, y cuya versión íntegra no ha llegado a proyectarse ni comercializarse, siendo censurados algunos de los planos rodados considerarse como demasiado explícitos.

Junto a la impactante escena, colocada de forma inteligentísima durante los primeros compases del metraje, asaltan mi memoria imágenes indelebles como el sicario siendo descompuesto por el ácido mientras aún vive, el espectacular tiroteo en el almacén de droga rodado con maestría con varias cámaras simultáneas, y el simpático —y aterrador— accidente durante la demostración del ED-209 en las oficinas de la OCP. Todos ellos momentos de una dureza que, tristemente, es complicado que volvamos a disfrutar en la gran pantalla.

 ‘Robocop’, Verhoeven y la crítica sociopolítica

Sería imposible —e imperdonable— cerrar este breve repaso a través de la eterna ‘Robocop’ sin hacer alusión a su otro gran leitmotiv: la dura crítica sociopolítica que transpira entre sus fotogramas desde el inicio del largometraje, con un informativo hablando del creciente índice de criminalidad en la ciudad de Detroit.

El subtexto político de la cinta se apuntala sobre una feroz crítica a la situación que estaba experimentando Norteamérica bajo el mandato de la administración Reagan; algo que logra tirando de un humor de lo más negro, de no pocas alegorías al neofascismo —con el mismísimo ‘Robocop’ como adalid del movimiento— y de elementos en el statu-quo del filme como la huelga de policías.

Ocp

La corrupción dentro de las multinacionales —con la infame OCP como estandarte— y el retrato a los yuppies de las altas esferas, rodeados de cocaína, prostitutas, se codean con un interesante punto de vista sobre la igualdad de sexos que Verhoeven llevaría un paso más allá con ‘Starship Troopers’ y sus duchas mixtas.

La mujer y el hombre —representados por Murphy y Lewis en ‘Robocop’— son tratados de igual modo, con el mismo respeto y bajo las mismas condiciones siempre y cuando vistan los colores asociados a un uniforme, ya sea el de la policía de Detroit o el de las brigadas espaciales en la cinta de 1997. Un arma de doble filo que convierte un mensaje positivo en un nuevo y desalentador guiño fascista y deshumanizador.

Una obra maestra atemporal

Podríamos ocupar párrafos y párrafos ensalzando este clásico atemporal firmado en un distante 1987 por un Paul Verhoeven que debió cogerle el gusto a esto de la ciencia ficción, ya que tres años más tarde continuaría su particular sueño americano adaptando a Philip K. Dick en la también magistral ‘Desafío total’.

Será un placer reunirnos en el 2020 para celebrar el 30 aniversario del periplo de Arnold Schwarzenegger por tierras marcianas pero, por el momento, os invito a recuperar la gloriosa banda sonora que compuso Basil Poledouris para ‘Robocop’, y a levantar una copa de lo que tengáis a mano para brindar por esta joya a la que el tiempo parece haber decidido no afectar lo más mínimo.

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por
Víctor López G.

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